* Dos muertos a manos de la Fuerza Civil * Protestaban por la contaminación de sus pozos de agua * Represión sangrienta en Perote * En Xalapa, Pepe Yunes venció a Rocío Nahle * Así vendrá la municipal en 2025 * Eric sigue filtrando información * Después del derroche, piden ayuda para discapacitados
A Jorge y Alberto Cortina los cazaron y les dieron muerte. Fueron por ellos, los asediaron y cuando los tuvieron a tiro, ellos inermes, sin otra arma que el valor y la razón, los mataron. Fue la Fuerza Civil, la policía criminal de Veracruz.
Otros pobladores de San Antonio El Limón Totalco, del municipio de Perote, sucumbían ante la represión. Huían por las calles y se escondían entre los arbustos, en los terrenos baldíos o saltaban las bardas de las casas para salvar su vida.
Corrían ante el embate de la Fuerza Civil, la fuerza de élite de Seguridad Pública, a cuyo paso se escuchaban disparos y entre la arena de las calles fueron quedando los casquillos, prueba del uso desproporcionado de la fuerza, la embestida feroz que arrancó la vida a Jorge y Alberto Cortina y que llenó de ira a Totalco, a Perote y a todo Veracruz.
Horas antes, el jueves 20, los campesinos habían bloqueado la carretera que va de San Hipólito a Xalapa, a la altura de Granjas Carroll, una productora de cerdo a la que acusan de contaminar el pozo de agua del que se abastece la población.
Su organización, Defensores del Agua de la Cuenca Libres-Oriental, venía exigiendo el cierre de la planta y que la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente y la procuraduría estatal auditen el sistema de producción de Carroll y se sancione los eventuales daños a la salud.
Así iban, alzando la voz, denunciando la impunidad, cuando la Fuerza Civil rompió el bloqueo. En videos que inundaron las redes sociales se ve la protesta, la embestida de la Fuerza Civil, la respuesta de los campesinos, la represión, la persecución. Minutos después se supo de la muerte de Jorge y Alberto Cortina.
Ese día, ambos llevaron su tractor. Lo colocaron sobre la carretera y junto con otras unidades bloquearon el paso de vehículos. Se observaban tráileres que transportan mercancías, camiones, automóviles, todos varados sobre el asfalto.
Cuando inició el embate policíaco, uno de los hermanos Cortina, vistiendo sudadera roja y llevando en las manos un bastón, se desprende del grupo y encara a los elementos de la Fuerza Civil. Acudió a tratar de liberar a un hombre mayor que era golpeado. Otros campesinos de Totalco hacen lo propio. Los increpan. Le dicen a los policías que si se trata de activar las armas, que las usen ya. Y los policías se comienzan a replegar.
Reagrupados, los elementos de la Fuerza Civil avanzan de nuevo. Se escuchan disparos al aire, aterrorizando, agrediendo a la población mientras los defensores del agua terminan dispersándose. El sonido de las armas presagia una tragedia. Y la tragedia llegó.
Jorge y Alberto Cortina corrieron hacia su tractor y lo movieron hacia el campo, tratando de salvar su patrimonio. Tras ellos iban por lo menos tres policías. En un instante se escucharon varias detonaciones. Fue una ejecución extrajudicial. La policía del gobernador Cuitláhuac García los mató.
Sus cuerpos fueron rescatados por familiares y amigos y llevados a lugar seguro, advirtiendo que la policía los podía desaparecer intentando borrar evidencia. Aquella noche del jueves los velaron entre la ira y la indignación del pueblo, entre el llanto de su familia y amigos, entre el dolor de los seis hijos que quedaron huérfanos.
En los féretros, Jorge y Alberto Cortina yacían inertes. Los vistieron con túnicas alusivas a San Judas Tadeo, santo al que veneraban. Luego les darían sepultura.
Decenas de videos fueron sacudiendo las redes sociales. Se observa a decenas de campesinos huyendo, unos con paso acelerado, otros caminando, buscando dónde refugiarse, evadiendo las balas asesinas de la Fuerza Civil.
La policía allanó domicilios, intimidó a mujeres, atemorizó niños. Golpeó a Justo Soto, un hombre de la tercera edad, campesino, originario de Xalapasco, municipio de Tepeyahualco, Puebla, que los encaró. Lo jalaron, lo tundieron y así, herido, lo treparon en una patrulla de la Fuerza Civil lo trasladaron a un hospital en calidad de detenido.
Dice la crónica de Gabriela Hernández, corresponsal de Proceso en Puebla, que Justo Soto fue golpeado en la cabeza y diversas partes del cuerpo. Destruyeron su camioneta.
“No me arrepiento, te juro que no me arrepiento, es para el futuro de los nietos”, dijo.
La reacción entre los habitantes de Totalco es de indignación. “Éste fue un operativo planeado, esto lo ordenaron. Ellos venían a matar y sabían contra quiénes iban, sabían quiénes eran los líderes del movimiento, por eso iban contra ellos”.
Cuitláhuac García es un criminal.
Tenía un mes en el poder, el 31 de diciembre de 2018, cuando la Fuerza Civil le sirvió para sembrar miedo en el centro de Veracruz al allanar un domicilio en Actopan y golpear, torturar, sembrar armas a veracruzanos que habían llegado a pasar la Navidad en su tierra. Eran migrantes que hacía años residían en Estados Unidos legalmente. Uno de ellos, el más joven, era ciudadano estadunidense.
El atropello movió a la embajada de Estados Unidos. Fueron liberados de inmediato. La Fuerza Civil comenzaba a dar cuenta del papel protagónico que tendría en la represión.
Alevosos con el pueblo, los elementos de la Fuerza Civil han sido cobardes con el narco. Huían despavoridos cuando el Cártel Jalisco Nueva Generación los detectaba en carreteras e iba por ellos. No se movían al ver que las fachadas de sus bases eran rafagueadas por los narcos. No pronunciaban una palabra al ver arder las patrullas, incendiadas por el crimen organizado. Pero al pueblo lo apaleaban.
Cuitláhuac García, el gobernador, es un criminal.
Seis años tuvo a su brazo armado reprimiendo manifestaciones, atropellando ciudadanos, sembrando miedo, generando un estado de terror.
Y hoy Cuitláhuac García, el represor mayor, anuncia la desaparición de la Fuerza Civil. Es el recurso de los imbéciles y de los cobardes. Es sólo un maquillaje. Es un engaño. A los delincuentes uniformados sólo se les reasignarán a funciones en la Secretaría de Seguridad Pública de Veracruz, a la que ya pertenecen.
Cuitláhuac García es un criminal.
El gobernador tiene un actuar demencial. Reprimió desde el primer día. Sembró miedo. Una y otra vez apeló a la frase de que antes había pactos con delincuentes y ahora no. Una y otra vez golpeó ciudadanos, periodistas, justificando a su policía criminal.
Rocío Nahle también es criminal y cómplice. Desde el primer día supo de las atrocidades cometidas por la Fuerza Civil, por la Policía Estatal, por la Policía Ministerial, y solapó a Cuitláhuac García y al ex secretario de Seguridad Pública, Hugo Gutiérrez Maldonado.
Hoy, hay dos campesinos muertos, asesinados por el gobierno morenista.
Hoy, hay dos viudas y seis niños huérfanos por acción de la policía criminal del gobernador.
Hoy hay un gobernador con las manos manchadas de sangre.
Y hay una gobernadora electa, Rocío Nahle, que sostuvo, apuntaló a Cuitláhuac evitando su caída. Todo lo supo y todo lo solapó.
Ni más ni menos. Un gobierno asesino. Unos gobernantes asesinos.
POSDATA
Xalapa no es de Morena. Ahí, en la capital de Veracruz, Pepe Yunes venció a Rocío Nahle. Le sacó más de 10 mil votos de diferencia. Así haya barrido la morenista de Zacatecas en la elección estatal, el 2 de junio, en Xalapa perdió y, de paso, perdió Cuitláhuac García, el gobernador. Ahí, el oriundo de Perote le asestó un golpe de más de 10 mil votos de diferencia a la zacatecana. El priista, candidato de la coalición Fuerza y Corazón por Veracruz, obtuvo 117 mil 166 votos contra 106 mil 780 de Rocío Nahle. Según el conteo final del Órgano Público Local Electoral (Ople), en el distrito 10 Pepe Yunes logró 60 mil 824 votos contra 49 mil 535 de Nahle; en el distrito 11 obtuvo 56 mil 342 sufragios contra 57 mil 245 de la morenista. Así haya ganado la elección para convertirse en gobernadora espuria –incumple el requisito de ser nativa de la entidad o hija de veracruzanos–, Nahle pierde la capital de Veracruz. Y el golpe es doble para Cuitláhuac García pues él sí es oriundo de Xalapa. Números para la elección de 2025 cuando se renueven las presidencias municipales… Muy en lo suyo, desde las sombras, Eric Cisneros sigue filtrando información contra Rocío Nahle, Cuitláhuac García, Juan Javier Gómez Cazarín y otras sabandijas más. A trasmano, vía terceros, pone en el escritorio de la oposición, de activistas, de periodistas, de morenistas marginados del círculo de poder documentos que evidencian cómo robaron, cuánto robaron y por qué robaron los allegados al gobernador Cuitláhuac García y a la electa, la zacatecana Norma Rocío Nahle García. Cisneros es el sapo mayor. Cisneros es el canta, el que filtra y el que en ocasiones desde una mansión de Boca del Río suelta lo que tiene a la cúpula de Morena con la respiración contenida. El sapo se ha reservado lo mejor, el pasaporte a su impunidad. Ojalá no le pase algo y lo pueda contar… Son conmovedores en Morena. Derrochan todo en una elección y luego salen a pedir dádivas solidarias. Tiran la casa por la ventana en la elección del 2 de junio y terminan mandando a José Juan Ríos a tocar corazones que se apiaden de la causa de los discapacitados. Su encargo es ese, sensibilizar a los que tienen algo que dar de ser solidarios con los que lo requieren. Pero el director del área de discapacitados del ayuntamiento de Coatzacoalcos hace sonar las campanas justo cuando ha concluido la elección federal y local, un espectáculo de derroche, de bardas pintadas, de burócratas metidos a promotores del voto, de empleados municipales convertidos en borregos llevados a reforzar el mitin de la zacatecana Rocío Nahle en Nanchital porque allá, donde despacha la comadre incómoda de la gober electa y espuria, el escenario lo traían a la baja por tanto desgobierno, atropello, abuso y corrupción. Y ahora sale José Juan Ríos con que hay que aportar. Que aporte, primero, la primera autoridad. Es su obligación legal…
Fotos: El Informante de México, Palabra de Veracruzano