Rocío Nahle se olvidó de la campaña y se fue

* Dejó todo después del mitin de Sheinbaum en Xalapa  * Llega a la elección con un Morena fracturado  * Se cayó en las encuestas  * Fundadores de Morena la abandonaron  * Hasta Ramírez Zepeta la mandó a volar  * Chiquiyunes, con todo para perder  * Las “casas guindas” del fraude en Coatza

Toda destartalada, Rocío Nahle ni la campaña terminó. Se fue a aplaudirle a Sheinbaum, huyendo del escándalo, de la fractura estructural de Morena, del abandono del morenismo, del éxodo de diputados y del repudio social.

Se fugó cuatro días antes de concluir el período oficial de campañas. Se fugó tras recibir a la candidata presidencial de Morena en Xalapa, el sábado 25, en un deslucido mitin en el que ni el acarreo sirvió.

Se fugó estresada por la felpa y la tranquiza, la revolcada que le aplicaron los Yunes azules, vía Arturo Castagné, desempolvando la otra vida, la otra fortuna, la ambición desmedida, el tener en demasía, la opulencia desnuda, abierta la hipocresía, inmensa la mentira, la farsa en todo su esplendor.

Se peló de la campaña cuando aún faltaban 96 horas de trajín electoral, de sus periplos infames donde lo mismo erraba los nombres, el número de municipios, la distancia entre poblaciones, que inventaba ríos donde no los hay o confundía la Laguna de Catemaco con las playas del litoral veracruzano.

Se fue asfixiada por el escándalo. Huyó por la vergüenza. Se irritó, se alteró, enloqueció con la paliza, por su insultante riqueza, por la mansión de El Dorado, el departamento de San Pedro Garza, la residencia en El Country de Villahermosa, la casa vieja de Coatzacoalcos, los terrenos del marido incómodo y todo aquello que no señaló en su declaración patrimonial.

Se fue agobiada, desplomada en las encuestas, presumiendo cifras de hace medio año, alcanzada por Pepe Yunes, rebasada por pepe Yunes, que aglutinó grupos afines, pactó con rivales y penetró las estructuras morenistas para reventar al enemigo como aconseja el arte de la guerra.

Llegó el sábado. Nahle subió a Claudia Sheinbaum al templete, frente a Plaza Lerdo. Hablaron. Se elogiaron. Se abrazaron. Sheinbaum con su voz de corneta desafinada. Rieron. Gozaron. Y Bye. Rocío Nahle mandó al diablo lo que restaba de campaña.

Reapareció el miércoles 29, a 283 kilómetros de distancia. Se le vio en el Zócalo de la capital del país. Bailó con Pepe Peña, el “marido incómodo”, al ritmo de Los Ángeles Azules. Ese Pepe Peña no aspira a ser el primer damo de Veracruz sino el primer coyote de los contratos, estilo Dos Bocas, donde los compadres y allegados, o los compañeros de juerga y otras cosas, ya han fraguado cómo perpetrar el atraco a las arcas públicas, su especialidad.

Sheinbaum tenía a sus espaldas el palacio nacional. Y entre ella y la casa del Supremo Peje, se podían ver formados, alineados, los candidatos de Morena a los gobiernos estatales en disputa. Y casi detrás de la judía, la inmensa estampa de Nahle.

Horas después concluía oficialmente el período de campaña. Y comenzaba la veda, el tiempo de reflexión.

Rocío Nahle, en campaña, fue un fiasco, y fuera de campaña, otro.

En campaña brotó pus. Salieron los megafracasos de Dos Bocas, del combate al huachicol; la ley Eléctrica que hizo que Iberdrola se fuera y otros privados se sometieran y hoy hay apagones por falta de reservas de la CFE; el desplome de la producción de petróleo; la caída de la generación de gasolinas pese a la inyección de 600 mil millones de pesos a las vetustas refinerías que están para llorar, y hoy Pemex es la petrolera más endeudada del planeta y debe una barbaridad a proveedores y constructores. Todo lo que tocó Nahle lo echó a perder.

Doña Barbaraza, como dice la canción, arrasó con todo. Rocío Nahle destruyó todo. Se precia, se infla, se aloca diciendo que se rescató la soberanía nacional cuando en realidad se trató de un retroceso irreparable.

Rocío Nahle hizo de su campaña un carnaval grotesco. Hizo reír a todos. Recibió burlas y repudio en La Parroquia, el célebre café del puerto. Escuchó el rechazo en Lerdo de Tejada donde le gritaron que no votarían por ella.

Se mofaron de sus desatinos en la prensa nacional. Fue acusada, exhibida, denunciada bajo cargos de lavado de dinero, enriquecimiento ilícito, uso de recursos de procedencia ilícita y hasta de maniobrar con su futuro yerno, Fernando Bilbao Arrieta, en la danza de millones con empresas del giro de los combustibles y se puso con la dote –la dote matrimonial– autorizando una gasolinera, vía la Comisión Reguladora de Energía, donde el que aprueba o desaprueba es Leopoldo Vicente Melchi García, su peón.

Lo último que se le vino encima fue la pulverización de la estructura de Morena. A la Barbaraza se le fueron los fundadores del partido en el norte, en el centro, en el sur.

Cuatro diputados locales dejaron la fracción parlamentaria de Morena y una de ellas, Cecilia Guevara Guembe, ex presidenta del Congreso de Veracruz, apareció un par de días después en el mitin de Pepe Yunes en Poza Rica.

Morena crujió. Vio el éxodo de morenistas. Los vio incorporarse a la coalición Fuerza y Corazón por Veracruz. Escuchó la voz del líder estatal de Morena, Esteban Ramírez Zepeta, el “caza chichifos”, el de los amigos scort, en un audio en que despotrica contra “la señora” que ya lo tiene hasta la madre porque por todo lo regaña y “él no es pendejo de nadie”.

Desvencijada, Rocío Nahle se cuelga de un clavo ardiente: los programas sociales. Y se aplica en la maquinaria del fraude, el control del Órgano Público Local Electoral, el robo de boletas electorales, la policía usada como puño de hierro para amedrentar. Como en los días de gloria del PRIAN.

Tan chueca es que en plena veda electoral difunde en la red social Instagram un video titulado “La grandeza de Veracruz”. Y sus fans y bots reaccionan afirmando que será gobernadora de Veracruz. Vil delito electoral.

Destructiva, insolente, soberbia, se ganó el desprecio hasta del círculo cercano, de los allegados al desgobernador Cuitláhuac García, de los que vislumbran que si gana la elección con Nahle continuará la historia de terror.

El saldo final la retrata. Morena se cuarteó, se fisuró, se desmoronó. Y sus aliados priistas, sus aliados duartistas, sus aliados fidelistas se pasaron a la oposición. Y entonces ya no hubo quien supliera la falta de operatividad de Morena, ni quien se encargue de la movilización, ni quien rellene urnas como ocurrió en 2015, 2017, 2018 y 2021.

Y, claro, en cuanto Claudia Sheinbaum se fue, el sábado 25, la campaña terminó.

Nahle ya no quiso queso sino salir de la ratonera.

 

POSDATA

 

Chiquiyunes va a perder. A menos que ocurra un milagro, perderá la elección por ocho puntos, de acuerdo con la última medición de una empresa encuestadora de “llamadas masivas”. El milagro consistiría en que la clase media, como se espera, vote copiosamente; que salga a cobrarle al Peje López Obrador todas las afrentas, las habladas, los chisguetes de veneno que el presidente destila cada mañana en su conferencia marranera. Sólo que los milagros son bíblicos y en política el misticismo no tiene cabida. Los Yunes azules, como aquí se apuntó hace semanas, como en Bitácora del Poder, nuestro espacio de reflexión, se enfatizó, fueron un lastre para Pepe Yunes por las batallas cruzadas contra la mitad del panismo en Veracruz, y por tantos odios sembrados, y por tantos heridos en el camino. Pepe Yunes, el candidato de Fuerza y Corazón por Veracruz, tiene margen ganador frente a Rocío Nahle y, en cambio, Miguel Ángel Yunes Márquez, candidato al senado en primera fórmula, y su suplente, Miguel Ángel Yunes Linares, su papá, se enfilan a una derrota ante Claudia Tello y Manuel Huerta Ladrón de Guevara. Así, aunque pase al Senado como primera minoría, difícilmente tiene futuro. Ni la alcaldía de Veracruz, en 2025, ni la gubernatura en 2030… Hay casas guindas, casas de seguridad, casas donde se orquesta el fraude con el que Morena arrebatará la elección en Coatzacoalcos. Lo dijo Víctor Rodríguez Gallegos, operador del ex alcalde Marcelo Montiel Montiel, al irrumpir en los bajos del palacio municipal, el miércoles 29. Llevaron engomados con leyendas de clausura que pegaron en la Secretaría de Gobierno y regidurías. Y luego soltó que hay localizadas las “casas guindas”, donde se operará el fraude. Falta que las muestren, que exhiban qué atesoran ahí, si hay o no boletas electorales premarcadas, si hay copias del listado nominal. Morena usando el aparato de Estado para perpetuarse en el poder como si fueran del PRI… 

 

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Foto: El Universal