Hasta López Obrador terminó embarrado

Certero, demoledor, el misil de Lozoya golpea a todos por igual: al PAN lo revienta con el video de los fajos de billetes en el Senado, al PRI con los sobornos de Odebrecht, reactiva el caso Bejarano y termina por revelar la imagen insólita de Pío López Obrador, hermano de Andrés Manuel, con bolsas de dinero ilegal.

Todos embarrados en una trama de corrupción.

Emilio Lozoya, el sapo de López Obrador, llegó a México, vía España, y luego reventó. Andrés Manuel lo mimó. No pisó la cárcel. Aduciendo anemia y una hernia hiatal, fue remitido a un hospital de lujo, y ahí llevó sus primeras audiencias. Con brazalete se marchó a casa y desde la libertad lleva su juicio con toda impunidad. El corrupto ya tiene su bendición.

Apabullado por la realidad —60 mil muertos por la pandemia de coronavirus, el medio millón de contagiados, México en tercer lugar mundial en decesos, la economía en cero desde antes de la crisis de salud, la violencia peor que en tiempos de Calderón y Peña Nieto, la liberación del hijo del Chapo y el saludo a la mamá del narco, el turismo en crisis, la inversión extranjera a la baja—, el caso Lozoya era un salvavidas en medio del naufragio. Era, porque el Peje lo echó a perder.

Desbocado, impulsivo, como es, Andrés Manuel avanzó por encima de la Fiscalía General de la República. Y reveló el contenido de expedientes, declaraciones, videos, violando el debido proceso. Y el fiscal Alejandro Gertz Manero también.

Pudo callar; debió callar. Debió prevalecer la mesura. Debió reposar el ánimo, bajar la calentura, contener la venganza, frenar la inquina contra la mafia del poder a la que intenta ver en prisión. Que el derecho prevaleciera. Que la ley hablara. Pero no quiso o no lo supo hacer.

Apenas tocó tierra el avión que traía a Emilio Lozoya, López Obrador revelaba que ya había formulado una declaración. La Fiscalía dijo que no. Y horas después se filtraban detalles de cartas y peticiones del ex director de Petróleos Mexicanos con pincelazos de la corrupción del ex presidente Enrique Peña Nieto, su ex secretario de Hacienda y ex canciller, Luis Videgaray, y la implicación de un diputado y senadores, panistas, priistas, perredistas, en una red de sobornos que sirvieron para garantizar la aprobación del Congreso a la Reforma Energética.

Otro día deslizó la existencia de un video letal. Y el video “se filtró” o lo filtró López Obrador. Contenía imágenes en que funcionarios del Senado de la República, ligados a los entonces senadores panistas Francisco Domínguez Servién, hoy gobernador de Querétaro, y Jorge Luis Lavalle Mauri, recibían los fajos de billetes contenidos en una maleta negra. Unos 200 millones de pesos.

Buen tiro y mal tino. Bueno porque describe la pudrición del panismo, o de sus líderes, o de los impolutos que se levantan con un Jesús en la boca y 10 minutos después les brota el diablo que llevan dentro, adictos al dinero, corruptos hasta la médula.

Mal tino porque el video de la maleta con fajos de billete, reactivó aquel video que el obradorismo quisiera no recordar, el de René Bejarano que le costó a López Obrador la Presidencia de México en 2006, pues de aquel golpe no se pudo reponer.

Bejarano recibía cientos de miles de pesos de manos del empresario Carlos Ahumada, los guardó en una bolsa y hasta las ligas se llevó. El video del operador de Andrés Manuel se convirtió en tendencia en Twitter y un escándalo en las redes hasta opacar al del corruptazo de Querétaro, Pancho Domínguez Servién.

Y luego instó a que se conociera la denuncia de Lozoya. Y, vía una filtración, el fiscal lo complació: Peña Nieto y Videgaray, según Lozoya, lo obligaron a armar una red de sobornos, ser el receptor del dinero ilegal que entregaba la constructora brasileña Odebrecht, dispersarlo entre legisladores del PAN, PRI, PRD para sacar la reforma energética, ser extorsionado por la bancada panista so pena de no aportar el voto a favor.

Los dichos de Lozoya tocan a Ricardo Anaya, ex candidato presidencial del PAN, que provocaron que el ex director de Pemex tenga una denuncia civil por daño moral.

Lozoya golpea a Videgaray, al ex secretario de Hacienda y ex director de Pemex, José Antonio González Anaya, concuño del expresidente Carlos Salinas de Gortari, con un historial de abuso y atropello con el uso del poder y hasta acusado por despojo de tierras.

Implica a David Penchyna, entonces presiente de la Comisión de Energía del Senado, quien llevó adelante la negociación para aprobar la reforma energética.

Generado el escándalo, evidente la filtración de datos y vulnerado el debido proceso, vino la reacción. Y el lodo saltó a la estirpe de López Obrador.

Dos videos difundidos en Latinus, el portal del periodista Carlos Loret de Mola en internet, pillaron a un López Obrador, el hermano Pío, en actos de corrupción.

En un restaurant, el hermano del presidente se reúne con David León, entonces asesor del gobernador priista de Chiapas, Manuel Velasco, hoy senador por el Partido Verde. Y recibe un millón de pesos para operación política, supuestamente, de Morena, el partido de Andrés Manuel.

Un segundo video muestra a Pío y a David León en la casa del hoy presidente. Otra bolsa con dinero para Morena. Otro acto de corrupción.

Latinus difunde además un audio. En él se escucha cómo acuerdan Pío López Obrador y David León otras entregas de dinero, vía calendario, con cantidades precisas.

David León fue designado coordinador de Protección Civil del gobierno de la Cuarta Putrefacción y por su honradez, por su solvencia moral —wow—, Andrés Manuel le asignó la dirección de la encargada de adquirir los medicamentos para el Sector Salud. Por su honestidad…

El golpe es mortal. López Obrador, el simulador, solía pregonar que así fuera su esposa o sus hijos, salvo Jesús Ernesto por ser menor de edad, que cada quien respondiera por su actos, por implicarse en hechos de corrupción.

A Pío lo pillaron y ni pío pudo decir.

La podredumbre es pareja y es descomunal. Permea en el PAN, en el PRI, en ex perredistas, hoy militantes de Morena, y en el entorno de Andrés Manuel.

La podredumbre se traduce en el saqueo a la nación. El erario usado para el enriquecimiento personal, los proyectos de grupo, el financiamiento de campañas, el sostén de partidos. Nadie escapa. Priistas, panistas, perredistas, todos se involucran.

Y en la cúspide, el nuevo Dios, el Dios Peje, embarrado como los demás.

Dueño del escenario, Andrés Manuel usaba la bandera de la corrupción como activo de campaña. Fue su lema, su escudo, su rollo para engatusar a un sector de la sociedad.

Se le saben las tretas de López Obrador y la doble moral, la frase hueca, la imaginación perdida, la fábula de la honestidad. Vividor del sistema, parásito político, sufre las taras de cualquier grillo con ansias de poder. Pervive el obradorismo de la operación financiera ilegal, cimentado en sus recolectores por todo el país.

Su gobierno es un sketch. Diserta desde el púlpito, usando la mañanera hasta como función de matiné. Dispensa rollos ideológicos y lanza sermones. Mezcla los “pinches”, los “carajos”, las “cacas”, con el rollo de la virtud. Pero el ejercicio de gobierno es un desastre. Debió remitirle la cartilla moral al hermano Pío, el que le mete la mano al dinero ilegal.

El video de Latinus es letal. David León admite que el dinero fue para apoyar a Morena. López Obrador lo confirma. El delito está a la vista. El artículo 401 de la Ley Electoral Federal prohibe las aportaciones de particulares en efectivo. Hay delito electoral. Y hay complicidad del presidente.

Cinco días antes de que el portal de Loret de Mola lo difundiera, David León alertó a Andrés Manuel. Y Andrés Manuel calló. Es omisión, es incumplimiento de un deber legal y el complicidad.

Y así todos, los priistas, Peña Nieto, Videgaray, los Duarte, Rosario Robles, saqueando al país, disponiendo de los recursos públicos que crea o nutre fortunas, o financia campañas como la que llevó a Peña Nieto al poder, en 2012.

Así el panismo, los Domínguez Servién, los Lavalle, la caterva de truhanes que medran y lucran, que se agencian maletas y costales con fajos de dinero, cientos de millones a cambio de aprobar suscribir Pactos no por México pero sí contra México.

Así en Morena, destrozando las instituciones, hurtando el erario, trepados en el nepotismo y el amiguismo, llevando a los parientes y a los cuates al poder, y saqueando vía asignaciones directas los recursos de la sociedad. La broza del Peje sabe robar.

En el principio era el verbo, y el verbo era López Obrador, y el rollo también.

Hasta que llegó Pío, el hermano recolector, y lo descuajó.

Todos, incluido Andrés Manuel, embarrados en la corrupción.

Archivo muerto

Seco, letal, el golpe del Tribunal Electoral Federal a la minoría radical de Morena que no podrá  ya retener la presidencia del comité nacional. Una resolución —definitiva— del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación derrumba el proyecto para mantener a Alfonso Ramírez Cuéllar al frente de Morena por un año. Su período es transitorio y obedece al conflicto generado por Yeidckol Polenvsky en su afán por perpetuarse en el poder, que echó por tierra el proceso de elección de una nueva dirigencia y la llegada de Ramírez Cuéllar a la presidencia con carácter de interino. Pero debía convocar a una nueva elección y no lo hizo. Su principal impugnador, Alejandro Rojas Díaz Durán, de la cuadra del senador Ricardo Monreal, hoy lo festeja. Venció el ala democrática de Morena; perdió la minoría radical, los Cuéllar, los Bartlett, los Luján, los Ackerman, los Sandoval. Morena irá a elección por encuesta, organizada por el Instituto Nacional Electoral. Obvio, responde Ackerman, el doctor patito con sus 200 años de vivir en México y aún no pronunciar bien el español: el Tribunal, dice, obedece al viejo régimen y el INE es un organismo desacreditado. Y así la disputa por el poder. Bien o mal, los no radicales de Morena, Alejandro Rojas al frente, lograron una victoria que le arrebata a los radicales el control de un partido que vive estridencias, pasiones y golpes generando un escenario de derrota en la elección de 2021 y la pérdida de la mayoría en la Cámara de Diputados que sería, ni más ni menos, el final del sueño de la Cuarta Transformación…Adiós diputación pluri para Jesús Hernández Tea. En Alfonso Ramírez Cuéllar cifró el coordinador de asesores del alcalde Víctor Manuel Carranza Rosaldo su esperanza de acceder a San Lázaro por la vía de la representación proporcional. Sin hacer ruido, sin informar a sus guías, a Rocío Nahle, a Víctor Carranza, ni a su círculo más cercano, Hernández Tea se entrevistó con Ramírez Cuéllar y prácticamente tenía en la bolsa una posición en la lista plurinominal de Morena para la elección de 2021. Pero Ramírez Cuéllar fue fulminado por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y debe entregar la dirigencia y no permanecer un año, como pretendía. Los acuerdos que haya trabado se caerán. Será la nueva dirigencia —Alejandro Rojas o Mario Delgado— quienes decidirán sobre las candidaturas. Y, por supuesto, revisarán hicieron pacto con Ramírez Cuéllar y a cambio de qué… Solo, sin alianzas, va el Partido Verde por alcaldías en todo el país. Por acuerdo del Consejo Político Nacional, contenderá “sin coaliciones, sin frentes o alianzas en cualquier modalidad en lo que respecta a las elecciones de ayuntamientos o alcaldías”. Su líder nacional, Carlos Puente Salas, lo refrenda. Cerrojazo a Morena, que ya lo contaba en su proyecto para la elección del 6 de junio de 2021. Queda abierta la puerta a formalizar alianzas con Morena o cualquier otro partido en las contiendas para diputados federales, diputados locales o gubernaturas. Pero las de alcaldes, no. Su único prospecto para Coatzacoalcos continúa siendo Marcelo Montiel Montiel, aunque el priista simule que no va. Su negativa es parte del show. De dientes para afuera, Marcelo Montiel asegura que no contenderá. Y sólo Pulgoso, alias Federico Lagunes, le pudo creer. Trepanado, obtuso, Federico Canino dio por sentado que Morena y el PVEM irían en alianza por la alcaldía de Coatzacoalcos y que Morena tendría mano en todo el sur de Veracruz. Y mientras, en el seno del Verde se cocinaba el deslinde y la decisión de ir solos en las elecciones de alcaldes en todo el país. Y mientras, también, Marcelo Montiel negocia con aceptar la nominación a cambio de extinguir toda acción penal por el gran atraco en los tiempos en que fue delegado de Sedesol federal en Veracruz y su alfil mayor, Víctor Rodríguez Gallegos, subdirector de Administración, el área donde se detectaron graves daños, violaciones a la ley, robo de recursos a adultos mayores, obras fantasma, cuyas denuncias —son cuatro: la del subsecretario de Gobernación, Alejandro Encinas, la del ex senador panista Juan Bueno Torio; la de Anilú Ingram, sucesora de Marcelo en  Sedesol, y la del perredista, Alejandro Gutiérrez Cabrera—. La negociación PVEM-Marcelo avanza y Federico Canino convalece de un ataque, literal, de rabia… Aureliano —no Buendía, el mítico de Cien Años de Soledad— tenía una debilidad. Era Juan. Aureliano mimaba a Juan y de tanto cariño, obvio placer, el joven estudiante se pagó sus estudios en la Universidad Veracruzana. Y la pensión, y el trago, y la diversión. Novio de Aureliano, el tremendo Juan se construyó una carrera nada profesional, vendiendo juicios, engañando clientes, accediendo al poder. Y ahí probó la impunidad. Hurtó tierras, robó libros del Registro Público de la Propiedad, tejiendo una maraña inmobiliaria que supuso erróneamente que podría ocultar. Tan impune fue que hay infidelidades, engaño, traición en el calor del hogar, y un hecho de sangre en su haber público. Y todo comenzó con Aureliano —no Buendía, el del Gabo de Aracataca porque Macondo es pura imaginación— de apellido Hernández que lo amó con pasión. El honorable mayate sigue dando fe…

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Fotos: Latinus, Sol MX, Proceso, Luces del Siglo, Espacio Guanajuato TV

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