* 35 cuerpos en Boca del Río * Levantados, desaparecidos, secuestrados * Periodistas asesinados * Tierra Blanca y Papantla * Descuartizados y calcinados * Prospera compra votos * Bajan spot de Yunes Linares y multan al PRI * Maximiano le falla a Héctor * Casa de seguridad del “cuñado incómodo”
Con la sangre que llegó, se va Javier Duarte, sus manos manchadas de sangre, la de inocentes y no inocentes, de buenos y malos, sin control la violencia, sangre de levantados y mutilados, de periodistas caídos, de secuestrados, de jóvenes tomados por la policía criminal y entregados a la delincuencia, la de los reprimidos y hostigados.
Sello del PRI, sello de los priistas en el poder, es la violencia que devora a Veracruz, ahora con la masacre en un antro de Xalapa, el Madame, antes Sodoma, cuando un comando irrumpe y hace sonar sus armas, y lanza su descarga, y provoca el caos, el terror en las 200 personas que se hallaban en su interior, dejando la vida cinco de ellas, más de una decena heridas, según la versión oficial.
Hay sangre en los parajes solitarios y a la orilla del camino. Así ocurre en la carretera Córdoba-Veracruz, donde varios cuerpos, o lo que queda de ellos, son fragmentados en una escena dantesca, mutilados y abandonados la madrugada de este martes 24, presuntamente por una vendetta entre miembros de dos bandas del narcotráfico.
Termina el sexenio de Javier Duarte como empezó, con olor a muerte. A Boca del Río le fueron a dejar 35 cuerpos, frente a Plaza Américas, al pie del Monumento a los Voladores de Papantla, en el día previo a la cumbre de presidentes de tribunales superiores de justicia y procuradores del país.
Ese año, 2011, alardeaba el gobernador que Veracruz ingresaba al espacio próspero, inaugurando cada día una obra, trayendo progreso y desarrollo como nadie ante lo había hecho así.
No llegó la prosperidad pero sí el caos. Lo apabulló la violencia por dos factores: ineptitud y complicidad. Primero una, luego la otra. O mejor dicho: una llevó a la otra.
2011, año en que comenzó el infierno para un sector de la prensa veracruzana, no los textoservidores pues esa subclase de periodistas, aplaudidores, difusores de boletines sin quitarle ni ponerle una coma a la voz oficial, nunca vieron alterado su estado de confort.
Asesinaron a Milo Vela, a su hijo Misael, a Yolanda Ordaz, todos de Notiver, todos en la nota roja, todos tomándole el pulso al vínculo entre los narcos y los políticos. Ese año, en el sur, caería Noel López Olguín, de Jáltipan, hallado en una fosa clandestina.
Un año después, el 28 de abril de 2012, fue Regina Martínez Pérez, corresponsal de Proceso, férrea en su información, insobornable, estrangulada en su hogar de Xalapa, sobre quien la Procuraduría de Veracruz no quiso reconocer que su línea periodística la hubiera llevado a la muerte.
Cayeron Gabriel Huge, Esteban Rodríguez, Guillermo Luna Varela, Víctor Manuel Báez Chino, Gregorio Jiménez de la Cruz, Octavio Rojas Hernández, Moisés Sánchez Cerezo, Armando Saldaña Morales, Juan Mendoza Delgado, Rubén Espinosa, Anabel Flores Salazar y Manuel Torres González, este 15 de mayo.
Enero 7, 2014. Al cantante Gibrán Martiz lo sacó la policía duartista de su departamento en Xalapa, lo desapareció y luego armó un montaje para simular que había muerto en un enfrentamiento entre dos bandas rivales dedicadas al narcotráfico.
Su caso es brutal. Implica a la policía y al mismo secretario de Seguridad, el “general” de cero estrellas, Arturo Bermúdez Zurita.
Al año del crimen, su padre, Efraín Martíz Aguirre, reveló un hallazgo sorprendente. Logró que Telcel ubicara con información de GPS las coordenadas del teléfono en los días en que estuvo cautivo Gibrán. Entre el 7 y el 12 de enero, cuando fue hallado su cuerpo, se precisaron tres sitios clave.
“Uno es el lugar donde fueron secuestrados (Gibrán Martiz y el menor Sergio Luis Hernández); otro, cerca del Congreso local, en la calle Ferrocarril Interoceánico, en el conjunto residencial ‘Las Ánimas’, donde ‘sé que ahí vive el titular de la SSP, Arturo Bermúdez’, y la Academia de Policía de El Lencero”, reseñó la revista Proceso.
“Telcel entregó a petición del MP la sábana de llamadas y localización de datos de internet (un I-Phone 4) de mi hijo. Yo me apoyé con gente externa que conoce de cartografía, de coordenadas y de aparatos sofisticados para obtener dónde habían tenido a mi hijo, y los resultados me dejaron helado”, expone.
El cuerpo de Gibrán presentaba “quemaduras en la espalda, producto de choques eléctricos producidos con cables de alta tensión, ‘probablemente de 220 voltios’, expone Martiz Aguirre, médico de profesión. Su hijo, dice, terminó con la mandíbula fracturada por los golpes, y las piernas y glúteos con diversos hematomas y marcas, producto de varios ‘tablazos’ ”.
Y aporta un dato revelador:
“El tercer joven secuestrado el mismo día que desapareció mi hijo, Connys Carlín de Alvarado, tuvo problemas y rencillas con un familiar del general Bermúdez y ahí inició todo. El error de mi hijo fue llevarse con él (Carlin)”, dijo Efraín Martiz Aguirre .
Torturado en la Academia de Policía El Lencero, Gibrán Martiz no volvió a ser visto con vida. Había participado en el reality show La Voz México y eso dimensionó el escándalo.
Al año del crimen, los siete policías involucrados, quienes lo sustrajeron de su departamento, obtuvieron la libertad bajo fianza. Siguen su juicio en libertad. Sólo se les acusa de incumplimiento de un deber legal, coacción y abuso de autoridad. ¿Y la privación ilegal de la libertad, allanamiento de morada, tortura y asesinato?
Mayúscula ha sido la repulsa social por el levantón de cinco jóvenes de Playa Vicente, detenidos por la policía estatal en Tierra Blanca. 11 de enero, 2016. Procedían de Veracruz a su lugar de origen. Fueron interceptados por la policía duartista. Se los llevaron. Los entregaron al crimen organizado y presuntamente fueron asesinados, calcinados, desaparecidos. Sólo un cuerpo se halló.
Marzo 19, 2016. Familiares de Uriel Pérez Cruz, Luis Humberto Morales Santiago y Jesús Alán Ticante, denuncian su desaparición. Pronto se sabe que fueron policías municipales del ayuntamiento panista de Papantla quienes participaron en el levantón. Fueron aprehendidos ocho elementos policíacos y se les consignó.
Aracely Salcedo sacude a Veracruz, a México, al mundo, cuando aborda a Javier Duarte, en Orizaba, el 25 de octubre de 2015, y le reclama que nada se sepa del paradero de su hija Fernanda Rubí, desaparecida tres años antes.
Sonríe el gobernador mientras la madre lo encara, le exige que quite su sonrisa, le espeta que ese es el pueblo mágico de Orizaba donde desaparecen a los jóvenes. Grabado en video, la imagen se vuelve viral, hecho trizas Javier Duarte.
De 2010 a la fecha son por lo menos 91 desaparecidos, revelan los colectivos de Veracruz, críticos sin matices del gobierno de Javier Duarte, el que ofreció dialogar con ellos permanentemente, y mintió.
Llega la violencia a su clímax. Se multiplican los secuestros, Veracruz en segundo lugar nacional; crece la industria de la extorsión; a diario hay levantones, ejecutados.
Otra vez el Veracruz violento de Javier Duarte, contrastante la realidad con los alardes del gobernador que asegura que lo único que se roban los malosos son los Frutsis y los Pingüinos en los Oxxos.
Frivolidad que mata la del gordobés. Los veracruzanos no son Frutsis ni Pingüinos y viven entre la angustia y el miedo, su vida en manos del crimen organizado y la delincuencia común.
Hay dos clases de malosos: los doctrinarios, los que a eso se dedican, y la policía duartista, que los encubre, que los protege, que les sirve como informante, que levanta, entrega y cobra.
Así funciona la policía veracruzana, duartista y bermudista, dedicada al comercio de gente inocente, puesta en manos del crimen organizado.
Violento el sexenio de Javier Duarte, hoy vive días de miedo cuando un comando irrumpe en el antro Madame, en Xalapa, la madrugada del domingo 22, y lanza ráfagas de metralleta. Mata a cinco, hiere a más de una decena, provoca pánico, repudio, condenas al desastre en seguridad, al avance de la delincuencia y la impunidad con la que se conducen.
Así llega Javier Duarte a su sexto año de gobierno, salpicado por la sangre de los veracruzanos, manchadas las manos del gobernador, su sexenio, el del PRI en el poder, entregada la seguridad a la delincuencia, con una policía cómplice, que levanta y reprime, que sirve a quienes debiera combatir.
Violencia es a Javier Duarte como violencia es a PRI.
De la mano de un priista, Fidel Herrera Beltrán, entró la violencia de los cárteles, convertido Veracruz en santuario de los Zetas, oficialmente negada su presencia, conminados los medios de comunicación a callar, a no decir que el horror ya estaba aquí.
De la mano de otro priista, Javier Duarte, se enraizó la violencia, los levantones, las desapariciones, el secuestro, la extorsión, cómplice la policía del crimen organizado.
Así concluye su sexenio Javier Duarte. Así llega a la elección de gobernador, su candidato Héctor Yunes Landa simulando que aplastará al crimen organizado, que limpiará de delincuentes Veracruz, que hará pagar a quienes han transgredido la ley. Ajá.
Violencia es a PRI. Sus operadores, el ex procurador duartista, Felipe Amadeo Flores Espinoza convertido en líder estatal priista, violando los estatutos con su reelección; el Instituto de la Policía Auxiliar y Protección Patrimonial sirviendo para tramitar licencias de portación de armas para los hermanos y el padre de Héctor Yunes, engañando a las secretarías de la Defensa Nacional y Gobernación; todos en la maquinaria del caos de seguridad.
Violencia es a PRI de cara a elección de gobernador.
Con la sangre que llegó, Javier Duarte se va.
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Archivo muerto
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Prospera opera, compra votos, teje el fraude. Prospera se descara, se descuida y es sorprendida en plena faena. Ocurrió en la colonia Las Gaviotas, al poniente de Coatzacoalcos, cuando el Departamento Jurídico del OPLE 29, el OPLE del distrito Coatza Urbano, detecta a varias mujeres del programa social Prospera, encabezadas por Consuelo Álvarez. Caen en contradicciones. Admiten dos de ellas que recibirían dinero de Sedesol, presuntamente a cambio de votar por el PRI. Hay más. En la colonia Francisco Villa las promotoras sociales ofrecen 3 mil pesos por voto y al que se resiste, lo amenazan. Ya camina el fraude en Veracruz… Tumba el INE spot panista en que alardeaba Miguel Ángel Yunes Linares de ir arriba en las encuestas de intención de voto. Esgrime el PRI que no sustenta el contenido del sondeo y eso basta para que no sea difundido. A su vez, tumba Yunes azul spot en que el PRI presenta la imagen de su hijo Omar Yunes Márquez, vinculándolo a acusaciones de enriquecimiento contra el candidato del PAN-PRD al gobierno de Veracruz. Determina el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación que hay violación a la ley, que se afecta la imagen de un particular y que el PRI tendrá que pagar multa de 73 mil pesos… ¿Dónde anda Maximiano? Se hacen la pregunta los priistas del distrito 30, azorados porque a una semana de la elección el compadre del candidato priista al gobierno de Veracruz, Héctor Yunes Landa, no se deja ver. No hay acción. No hay operación. No se vincula Max Figueroa con las bases priistas. ¿Dónde anda Max?, cuestionan en el centro de operaciones del yunismo rojo, en Xalapa, dentro y fuera del PRI, y se asombran al saber que a una reunión clave Maximiano envió a Elizabeth Alor como su representante, sin el nivel, sin la cercanía con Héctor Yunes, sin el peso político para actuar… Es un casa de seguridad, repleta de “apoyos” y propaganda de Héctor Yunes. Se ubica en Tamaulipas 723, colonia Petrolera, presuntamente de Víctor Cházaro Arrieta, el cuñado incómodo. En ella, el hermano de la primera dama, Cristina Cházaro de Caballero, hace alberga a las “comadres” de Héctor Yunes. Ahí opera su responsable, el compadre Christopher Alan Santos Castillo, ex director de Innovación Gubernamental del ayuntamiento de Coatzacoalcos, más verde que tricolor, cercanísimo al gobernador de Chiapas, Manuel Velasco Coello, sacudido por una revuelta popular, magisterial y zapatista en aquel estado. Es el cuartel de mando de Oliver Damas de los Santos, brazo derecho del alcalde Joaquín Caballero, secretario de Gobierno con permiso laboral…
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Foto: Hugo René Paez