Si pudiera, Héctor Yunes Landa ya hubiera golpeado a Donald Trump. Lo hubiera sometido y pateado. O habría tomado un machete, como reza aquel episodio de ira psiquiátrica contra el periodista Jorge Ricárdez Manrique, y lo trajera a planazos, mentadas y amenazas.
Sólo que Trump no es Manrique. Tiene una fortuna multimillonaria —en dólares—, es el dueño del certamen Miss Universo, desarrolla un posicionamiento mediático produciendo sus propios programas en televisión y encabeza a los precandidatos republicanos que aspiran a la presidencia de Estados Unidos. Su candidatura es un sueño aunque lo mismo se expresaba de Ronald Reagan y llegó.