A los tumbos, Héctor Yunes Landa proyecta su derrota y emite un mensaje sombrío: la gubernatura de Veracruz, sea la de dos o la de seis años, no es para él. Y de ser el aspirante ideal, ahora es repollo del PRI.
Se le ve en el arranque de las campañas priístas, movido, movidísimo, en el norte, en el centro y en el sur. Camina a la par de los candidatos a diputados, crápulas en su mayoría, bandoleros de la política, lo peor del fidelismo y lo escoria del duartismo, que no reparan en pedir el voto como si tuvieran algo bueno que ofrecer.
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