Hay un nuevo modelo de sicario: el que caza a su víctima, la sorprende, la viola, la tortura, le descarga el arma y le da el tiro de gracia; sus huellas por todas partes, vuelve a su guarida y aguarda ahí a que llegue por él la autoridad. Algo así como matar y dejarse encarcelar.
Es único el procurador de justicia del Distrito Federal, Rodolfo Ríos Garza, en el thriller de la Narvarte, la ejecución del fotoperiodista Rubén Espinosa Becerril, la activista social Nadia Vera Pérez y tres mujeres más, una de ellas la colombiana Mile Virginia Martín, cuya identidad por días se encubrió con el apelativo de “Nicole”.
