Es la revitalización del dedazo al estilo más puro del priismo, incluido el juego del tapado o la candidata engañada, el uso de recursos públicos en temas electorales, el control de los órganos electorales, el sometimiento de los enemigos, vía la persecución judicial, vía la descalificación y el baño de lodo en redes sociales.
Se requiere ser iluso, ignorante y bruto para suponer que el candidato de Morena surgirá de una encuesta. El sucesor de López Obrador lo designará López Obrador.
El proceso interno es una faramalla. La campaña anticipada de las corcholatas pejistas, es una faramalla.
Las renuncias de Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Adán Augusto López y Ricardo Monreal —“prefiero ser nada”—, son otra faramalla.
El sondeo de opinión que realizarán cinco encuestadoras, es otra faramalla.
El boicot a los medios antiobradoristas, o sea la prensa crítica que no le aplaude sus zarandajas y ocurrencias al Primer Porro de la Nación, es una faramalla.
La inclusión de dos minicorcholatas, el educadísimo Gerardo Fernández Noroña y el “Güero Desabrido” Manuel Velasco, es otra faramalla.
Lo único que le sale bien a Andrés Manuel es el show.
La única encuesta que vale la armó Andrés Manuel López Obrador.
El único consultado es López Obrador.
Y el único que decidirá es López Obrador.
Es la revitalización del dedazo al estilo más puro del priismo, incluido el juego del tapado o la candidata engañada, el uso de recursos públicos en temas electorales, la movilización de las masas, el control de los órganos electorales, el sometimiento de los enemigos, vía la persecución judicial, vía la descalificación y el baño de lodo en redes sociales.
Andrés Manuel representa el dedo elector en ese afán por ejercer un poder transexenal, al estilo de los presidentes priistas.
Pobres ilusos aquellos que crean que López Obrador va a aceptar lo que indique una encuesta de intención de voto.
El sucesor lo nombra Andrés Manuel.
#archivomuerto