El PRI se diluye cada día más. Una corriente del priismo carga con la factura de la derrota en el Estado de México; otra corriente le viene operando a Morena. Son los mapaches de siempre, los que solían rellenar urnas, los que aplicaban el ratón loco, los que compraban a los electores.
Pero a largo plazo, pierden todos, hasta los militantes morenistas y los simpatizantes de Morena, los matraqueros de Andrés Manuel López Obrador, que a cambio de las migajas que les arrojen verán cómo se transa el presupuesto doña Delfina, cómo aplica el diezmo al personal de gobierno, a constructores y proveedores, a alcaldes morenistas y aún a aquellos que sin serlo se obradorizan, en su acepción de “se suman al saqueo transformador”.
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