* Ser oficialista para presidir la CEAPP * Repudio en el gremio periodístico * Mónica Robles y el PVEM * Quiere vender un invento verde * A García Bringas no le cumple el gobernador * Ríos Montiel y los enjuagues en el RPP
No es que Benita González Morales sea mala. Es que es convenenciera, oportunista, vivilla, ventajosa, maniobrera y tendenciosa. Y fidelista y duartista. Por eso es la nueva presidenta de la Comisión Estatal para la Atención y Protección de los Periodistas.
Su carrera puede marcarse en dos tiempos: cuando escribía para la opinión pública y cuando se entregó en brazos del poder.
Benita González, la joven preparatoriana que llegó de San Juan Volador, municipio de Pajapan, en la sierra de Soteapan, enfrentó un medio hostil, difícil, irremediablemente corrupto, diseñado para servir a la clase política y sólo en caso extremo, para informar a la sociedad. Aún así quiso ser periodista.
Coatzacoalcos le dio espacio. Fue corresponsal de la televisión tabasqueña, reportera de El Liberal, de Contacto, corresponsal de Milenio El Portal, columnista, conductora de noticias en radio y televisión.
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Curtida en el trabajo, empeñosa, inteligente, aprendió de sus mentores y acumuló experiencia para los días que habrían de venir. Fueron sus años de brillantez.
Tenía la pregunta hiriente, cuestionaba sin reparo, indagaba sin otro fin que saber la verdad y publicarla. Concitaba la atención de quien fuera, de sus fans y sus detractores, de quienes la encumbraban y quienes la detestaban. Para todos tenía Benita González, su voz traspasando fronteras, desde una cabina de radio, desde sus espacios de papel.
Y así forjó su fama, la de una estrella hueca.
2004 marcó su transformación. Coqueteó a placer con el poder. Daba voz al marcelismo, justificaba el ritmo de una política dispuesta a entrampar a Coatzacoalcos, la imagen del alcalde Marcelo Montiel por encima de lo que fuera, acalladas las voces críticas que llamaban a su espacio radial pues las carretadas de publicidad y el surgimiento del mito no podían esperar. Radio Hit, su plataforma de noticias, era todo marcelismo.
En ese 2004 la apuesta de Benita González fue Marco César Theurel Cotero —“Te rompo tu puta madre”—, inventado políticamente por Marcelo Montiel para sucederlo en la alcaldía de Coatzacoalcos, qué más daba que en el PRI estatal se tramara otra opción, qué importaba si el candidato de Miguel Alemán era Iván Hillman Chapoy y que tuviera el respaldo del futuro gobernador, Fidel Herrera Beltrán.
Benita González incurrió en un acto de amor desenfrenado al proyecto theurelista. Lo respaldó a ciegas. Fue obsesiva, intransigente, fanática del director de Obras Públicas Municipales. Y despertó cuando el PRI sometió al marcelismo, cuando Marcelo Montiel negoció a su pupilo a cambio de una diputación local y cuando el mismo Theurel cayó en la cuenta del engaño.
Entonces se montó en el proyecto ivanista. Alabado Iván Hillman aunque representara la cara del despotismo, la superchería política, la promesa incumplida, el desprecio a la sociedad, repelente a los pobres, irrefrenable su ambición, negocios al amparo del poder y 2 mil millones de pesos ejercidos sin una sola obra pública que se pudiera decir decente.
Ya para entonces, Benita González era fidelista pura. Tenía en receso al marcelismo, que ya no producía, se rendía ante el ivanismo y le cuidaba la imagen a Fidel Herrera Beltrán.
Por sus labios no pasaba la crítica, voz estelar de Radio Hit. Tampoco la del auditorio que advertía que el sexenio de Fidel era sinónimo de saqueo y robo, corrupción e impunidad. Su misión era cuidar al gobernador.
2009 marcó a Benita González con un suceso trágico. Eran los primeros días de mayo. Sufrió un accidente en su casa de San Juan Volador, atropellada por un familiar. Su vida pendía de un hilo. Llegó a Coatzacoalcos. Fue intervenida, salvada y sometida a una prolongada rehabilitación. Ahí estuvo la mano de Fidel, vía Javier Duarte, para enfrentar lo que fuera, lo-que-fuera, según la versión del alto mando marcelista.
Ocho meses después, en enero de 2010, volvió a la conducción del Sistema Informativo Notisur, en Radio Hit. Volvió para respaldar a Javier Duarte, el proyecto títere, la treta del fidelato.
Negada para la crítica, fue un peón más del theurelismo que en 2011 asumió la alcaldía de Coatzacoalcos, funestos sus resultados, a todo vapor la bipolaridad de Marcos Theurel, los agravios a los ediles, a la población, a proveedores y constructores, la corrupción en todo su esplendor pues la mafia del alcalde era la encargada de hacer obra, cobrada a precio millonario, que hoy se cae a pedazos.
Su oficialismo se dio en el marcelismo, en el ivanismo, en el theurelismo, en el joaquinismo, en el fidelismo y en el duartismo. Sus lealtades son invariables; sus intereses, claros.
Su línea es maquillar la debacle duartista, pues en sus dominios radiales rechaza información que hable de ejecutados. Suele decir que al periodista no le tocar calificar, así sea evidente la ejecución. Pueden acompañar al muerto un mensaje del crimen organizado, tiro de gracia, el cuerpo mutilado, pero en sus espacios no se puede pasa esa información.
De la mano de un sector del gremio, encabezó la Asociación de Periodistas de Coatzacoalcos, una agrupación que vive en la ilegalidad, que viola sus estatutos; que elige a sus líderes por planillas cuando sus normas internas lo prohíben; que toma acuerdos sin quórum, que tiene en sus filas hasta a quienes no son periodistas.
Benita González fue un cero a la izquierda al frente de la APEC y se escabullía cuando sus compañeros de gremio eran reprimidos, golpeados, hostigados.
Ser oficialista fue su mérito para llegar a la Comisión Estatal para la Atención y Protección de los periodistas. Impuesta por Javier Duarte, llegó a ser consejera, no para defender a sus compañeros de profesión sino para encubrir al gobernador de Veracruz en su eterno conflicto con la prensa crítica.
Tuvo un deprimente papel en el plagio y muerte del reportero Gregorio Jiménez de la Cruz, intrigando junto con la ex vocera María Georgina Domínguez Colío y la secretaria ejecutiva de la CEAPP, Namiko Matzumoto Benítez, para romper la relación entre la viuda, Carmela Hernández, y la mejor amiga de Goyo de la Cruz, Romana Ortega Cruz.
Acumula repudio. Es fustigada por el gremio de Coatzacoalcos y el sur de Veracruz, cuestionada por su servilismo al gobernador en turno.
Portales como Notimina le dieron una repasada, la despedazaron: “no significa otra cosa más que la llegada a la titularidad de la CEAPP de una empleada más del Gobernador Javier Duarte de Ochoa. Es claro que la conductora de noticias de Radio HIT ‘La Explosiva’ no representa los intereses de la mayoría y ni siquiera de la minoría de los periodistas veracruzanos, más bien es cuidadora de lo que lo conviene a su ‘jefe’ el gobernador Javier Duarte de Ochoa.
“Tampoco Benita González se ha caracterizado por ser defensora de los derechos de los periodistas veracruzanos. Todo lo contrario, al igual que su ‘jefe’ es represora y va en contra de los periodistas que se atreven a hablar mal del gobernador ‘prospero’ o de su gobierno. Nunca se ha puesto de lado de las causas, de las necesidades o de lo que le duele a su compañeros periodistas. Todo lo contrario, se ha convertido en enemiga de quienes pretenden alzar la voz por las agresiones sufridas o por las muertes injustas de compañeros periodistas”.
Benita González no es líder de opinión. Sólo lo creen así Fidel Herrera, Javier Duarte y Benita González. Es empleada del poder.
Y no es que sea mala. Es que es oportunista, servil, ventajosa y tendenciosa. Y fidelista y duartista.
Por eso es la nueva presidenta de la CEAPP.
Archivo muerto
Vende sueños Mónica Robles de Hillman. Vende al Partido Verde Ecologista de México como una alternativa electoral, sabida su condición de palero del PRI, partido pantalla cuyos líderes nacionales, jefaturados por José Emilio González Martínez, “El Niño Verde”, han lucrado con el poder, traficado con permisos de construcción en áreas protegidas, atesorado millones en el Senado y la Cámara de Diputados, y hasta están implicados en crímenes. La sumisión del PVEM es insultante, con líderes estatales que son una vergüenza, lacayos del gobernador en Veracruz, empleados de Javier Duarte. Y ahora llega la diputada desteñida, Mónica Robles de Hillman, y quiere vender un molino de viento que no sopla. Ecuación simple: Mónica es al PVEM lo que el PVEM es a Mónica: anodinos, sin argumento, solapadores de bribones de la política, burladores de la sociedad. Allá los ingenuos que le quieran comprar su invento verde… Sigue y seguirá esperando Rafael García Bringas que le cumpla sus promesas el gobernador Javier Duarte de Ochoa. Diputado del PRI, diputado del PAN, de nuevo diputado del PRI, saltimbanqui García Bringas fue de los que creyó que el regreso a tricolor lo haría en plan estelar. Útil para desmembrar al yunismo, fue reclutado por el gobernador en 2013 y mareado con que estaba a las puertas del paraíso. Pero de ahí no pasó. Lo convirtió Duarte en levantadedos, cómplice de leyes aberrantes que no han pasado el filtro de la inconstitucionalidad, del capricho fiel para crear un gobierno estatal de dos años, no porque se requiera la homologación electoral con los procesos federales sino para cerrarle la puerta a los Yunes rojos —José Francisco y Héctor— en sus aspiraciones de ser candidatos al gobierno de Veracruz en 2016. García Bringas y otros 44 diputados lo avalaron, creídos muchos de ellos que así el gobernador les cumplirá las promesas que les hizo y que no ven llegar. Y mientras, los recomendados del legislador plurinominal mueren de desesperación… Félix Ríos Montiel no está de adorno en el Registro Público de la Propiedad de Coatzacoalcos. Pasan por sus manos escrituras, inscripciones, gravámenes, avisos preventivos. Ahí se filtra quién compra, quién vende, quién trasfiere o dona. Ahí están las argucias del gobierno de Veracruz que desaparece títulos de propiedad o que impide movimiento alguno, aún por encima de la ley. Ahí están las sustituciones ilegales de escrituras o parte de ellas. Félix Ríos Montiel es el oficial mayor del RPP, sobrino del delegado de la Sedesol federal en Veracruz, Marcelo Montiel Montiel, y también sobrino del notario público de Minatitlán, Flavino Ríos Alvarado…
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