* Lo masacra la inseguridad * “15 días sin delitos de alto impacto”, dice * Coatza: secuestros otra vez * El sur: las ejecuciones no paran * Agua Dulce: mujer policía vende droga * Edel o Pimentel, más de lo mismo * Poder Judicial: el negro historial * Carranza, el carroñero de Morena * Destituir a la síndica * Y va por Adriana Herrera * Vasconcelos por Podemos y Morena (PRI-Mor)
Diez meses y la violencia sigue. Conviven, coexisten los siete cárteles y su gobernador, ellos en la ejecución y el secuestro, la droga y la extorsión, y Cuitláhuac García ocultando, maquillando cifras, la estadística de muerte que retrata a Veracruz. Así vive su realidad irreal.
Manda el narco, el cobro de piso, el levantón y toda forma de delincuencia. Masacran a la sociedad, esparcen el miedo, provocan el éxodo de familias, cierre de empresas, caos económico, evasión social. Y Cuitláhuac negando la dimensión de la inseguridad.
Son ya seis meses de la masacre de Viernes Santo, en Minatitlán, y no hay justicia. Fuera de dos presuntos jefes de plaza del Cártel Jalisco Nueva Generación, El Lagarto y El Pelón, nadie ha parado en la cárcel. Y habrá que esperar si se les puede condenar.
Ahí fueron 13 muertos, entre ellos Santiago, menor de un año de edad, y su papá.
Un comando fue por un transexual, la Becky Lin, con negocios que servían como punto de venta. Cambió de cártel, rompió con el proveedor y terminó ejecutado, refiere la versión oficial. Y con él murieron 12 más.
Es ya un mes y medio de la masacre en el table dance Caballo Blanco, en Coatzacoalcos, y la Fiscalía General de la República, que atrajo el caso y con ello precipitó la caída del fiscal estatal, Jorge Winckler Ortiz, por las implicaciones que se habrían de revelar, no muestra resultados ni avance. 30 víctimas y todo sigue igual.
Hubo dos detenidos, según presumía el gobernador Cuitláhuac García, que nunca mostró. Y si los aseguró la FGR y no los puso a disposición de algún juez, hubo violación al debido proceso.
Hay un detenido, vuelve a insistir el gobernador de Veracruz, y asegura que ya está en manos de un juez, al que no duda en amedrentar.
Cunde la violencia, se recrudece, se multiplica el dolor. Y mientras, el gobernador maquilla, oculta, miente, presume “15 días sin delitos de alto impacto en Coatzacoalcos” al tiempo que los siete cárteles se disputan Veracruz.
Su realidad es como la del presidente López Obrador, irreal.
Golpean los malosos a mujeres, jóvenes, empresarios y todo aquel que paga cuota. O al que es levantado y objeto de extorsión.
Destaca entre las agresiones letales, el de Galilea “H”, de 22 años, residente de Minatitlán, quien había viajado a Tres Valles, en la zona de la Cuenca del Papaloapan. La acompañaban dos amigos, quienes también fueron ultimados. A ellos los hallaron primero, a Galilea, el 1 de octubre.
Otra joven, Izamar “M”, desapareció el 27 de septiembre. Su cuerpo fue hallado dos días después en el ejido Tacoteno, colonia Costa de Marfil, en Minatitlán. Apareció desmembrada en una bolsa de plástico.
Siendo estudiante de Bachillerato, sus compañeros tomaron las carreteras que unen a Coatzacoalcos, Minatitlán y Cosoleacaque, generando el ahorcamiento del sur de Veracruz. Referían los estudiantes que o el gobierno se aplica y resuelve o la protesta se radicalizará.
Una tercera mujer, Ingrid Annel “S”, fue hallada con vida en una casa de seguridad en la colonia Primero de Mayo, en Coatzacoalcos. Por espacio de 10 días sus captores la mantuvieron retenida.
Con Galilea e Izamar habían sumado seis asesinatos de mujeres en una semana.
A Coatzacoalcos le duró un mes la paz. Con Guardia Nacional o sin ella, la violencia vuelve. Pero Cuitláhuac dice en redes sociales que van “15 días sin delitos de alto impacto en Coatzacoalcos”.
A José Antonio “C” lo levantaron a fines de septiembre y su cuerpo fue hallado el domingo 29, ultimado por sus captores que exigían 2 millones de pesos a cambio de su vida. Pertenecía a una de las familias más conocidas de Coatzacoalcos.
Un video daba cuenta de las condiciones en que José Antonio “C” se hallaba, literalmente en manos de los secuestradores su vida pendiendo de un hilo. Y ahí la evidencia de que el ultimátum era real.
Su familia ofreció un bien, parte de su patrimonio, y adujo no disponer de una cantidad así. La respuesta de los malandros fue: efectivo o no lo regresaría con vida.
Tras 10 días sin saber nada de él, su cuerpo fue ubicado en un rancho de la colonia Hermegildo J. Aldana, municipio de Cosoleacaque, el domingo 29 de septiembre.
Joven empresario dedicado al ramo de la tortilla, emprendedor y bien apreciado, José Antonio deja esposa e hijas en el desamparo, y la zozobra, y el dolor.
Y Cuitláhuac sigue en su realidad irreal.
Agua Dulce, el municipio más al sur junto con Las Choapas, es su perdición. Ahí va a exaltar el espejismo de la seguridad, la estrategia de paz, las acciones que hagan correr al delincuente. Ahí se escucha la voz —su voz— que increpa al juez que debe ceñirse a las locuras del gobernador.
Y ahí, en Agua Dulce, el vínculo con la droga es parte de la Cuarteada Transformación.
Van por reflectores y termina ridiculizado. Va por lana —reza el refrán— y regresa trasquilado.
Llega Cuitláhuac García a Agua Dulce, lo flanquea el alcalde anfitrión, Sergio Guzmán Ricárdez, y la diputada federal Tania Cruz. Y asume el tono mandón, su faceta teatral.
Que el juez que lleva el caso Caballo Blanco no libere a los implicados en la masacre. Y que no lo haga “porque lo vamos a vigilar”.
“No me voy aguantar—decía el lenguaraz—: juez que libere a un responsable de manera muy superficial, lo vamos a exhibir públicamente. Este es un mensaje para el juez aquí en el sur, federal, muy claro”.
Porque—apunta— no se puede detener a quienes infringen la ley y luego el Poder Judicial los deja libres. ¿Sabrá lo que es la autonomía de poderes?
Así andaba de echador, soberbio, desafiante, cuando la liebre le volvió a saltar.
Una mujer, Marcelina “N”, integrante de la Policía Municipal de Agua Dulce, fue sorprendida mientras realizaba un negocio non sancto: vendía droga. Y con ella, la jefa de plaza, doña Dulce Verónica “N” que resultó ser su hija, y una tercera implicada, María “N”.
Tres fichas, una de ellas policía municipal de Agua Dulce, vendían droga en la cercanías de la Secundaria General Uno, Sección 22. Es la policía del alcalde Sergio Guzmán Ricárdez, al que los del CJNG le tienen aprecio especial.
Les hallaron cocaína en bolsas, 28 dosis; 13 bolsas de cristal y otras 42 de hierba verde con característica de marihuana. Y sus clientes eran estudiantes de secundaria.
Por ese delito, la uniformada y su conecte, su hija, pararon en la cárcel.
El Muelle, una de las principales congregaciones de Agua Dulce, es tierra en disputa. Cuando menos van cuatro ejecuciones y se respira un clima de miedo.
Y el alcalde Sergio Guzmán Ricárdez, con su policía narca, con las burlas y la sorna de la sociedad, la tomadura de pelo a Cuitláhuac, está en la mira del gobernador.
Cuitláhuac es cuento y rollo marca 4T. Asaltó la Fiscalía de Veracruz, vía un golpe de estado urdido y ejecutado en la Comisión Permanente del Congreso estatal, que carecía de facultades y atribuciones, y hoy maquilla las cifras de la violencia… o las oculta.
“15 días sin delitos de alto impacto en Coatzacoalcos —dice el embustero en redes sociales—. Incidencia delictiva -20% a la baja (sic). Aprehensión de generadores de violencia en la región. FGE regional renovada”.
Su fiscal carnala, Verónica Hernández Giadáns, ex empleada del secretario de Gobierno, Eric Patrocinio Cisneros Brugos, dejó de difundir las cifras y la estadística delictiva como lo hacía el fiscal depuesto, Jorge Winckler Ortiz. Para eso la impuso ahí.
Un reporte, el de la incidencia delictiva al mes de agosto, excluye las masacres de Minatitlán y Caballo Blanco, uno con 13 muertos, el otro con 30. Fue en los tiempos de Winckler pero la fiscal a modo del gobernador no corrigió y así se remitió la información al Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
De palabra, esos muertos no existen. De palabra, estilo Andrés Manuel López Obrador, la seguridad va bien. Sólo de palabra.
En los hechos, el caos crece. Sea el norte o el sur, la sierra o la costa, a Cuitláhuac García la violencia lo sacude. Gira atrapado en un huracán de muerte, en el reto de los cárteles, a los tumbos y dando palos de ciego.
Se motiva con uno que otro golpe a la delincuencia. Pero las estructuras del crimen organizado siguen intactas, en alta la disputa por la plazas, las ejecuciones, el levantón, el cobro de piso, el secuestro.
Y el gobernador convive con siete cárteles, los que mandan, los que imponen su ley.
Diez meses después, Veracruz arde. Lo incendian los malos. Lo devora la inseguridad.
Y Cuitláhuac maquilla las cifras de la violencia.
Archivo muerto
Igual o peor que Edel Álvarez, el magistrado Raúl Pimentel carga un negro historial, historias de abuso y tráfico de salarios, empleados a los que se les rasura el sueldo. Uno y otro son lacras en el Poder Judicial de Veracruz y uno y otro son voraces y proclives a la corrupción. Pimentel Murrieta, hoy defenestrado, degradado al Tribunal de Responsabilidad Juvenil, confinado ahí por Álvarez Peña para reducirle al mínimo sus posibilidades de ser presidente del Poder Judicial, tuvo a su lado una colaboradora sui generis, Lorena Zapata Rodríguez, proyectista de membrete pues el trabajo lo realizaba Tomás Antonio Francisco. Y parte del salario de la favorita del magistrado provenía de la rasurada acomodada a la compensación de la secretaria de Pimentel, María de los Ángeles Rosado Ortiz, según denuncia difundida en el portal Plumas Libres, el 17 de febrero de 2017. Lorena Zapata tiene un deporte, el nepotismo, y lo practica a fondo. Tres familiares pululan en las nóminas del Poder Judicial: su hija Liliana Juárez Zapata, su yerno Marco Antonio Vázquez Torres y su sobrino Héctor Zapata Franco. Y pensar que entre Edel Álvarez y Pimentel Murrieta se mueven las bandas de magistrados que simulan impartir justicia a Veracruz. Uno endeudando al Poder Judicial, obsesivo con los negocios oscuros, las jueces y magistradas a las que proyecta, sean letradas o no, y el otro que lo que puede se lo agandalla… De canibales y carroñeros se nutre Morena. Uno de ellos, Víctor Manuel Carranza, ataca y fustiga, desuella y lacera a la síndico del ayuntamiento de Coatzacoalcos. Carroñero, el Chacal del Carmen no le respeta ni el luto de Yazmín Martínez Irigoyen por la tragedia que envuelve a su familia, y en cosa horas terminará de mancillar políticamente a quien pasó de ser su aliada fiel a una voz discordante en el cabildo, exhibiendo transas y simulación, contratos sin firma, asignaciones directas, abuso de autoridad, la corrupción galopante del presidente municipal y su pandilla. Carranza construye denuncias y luego una solicitud de juicio político ante el Congreso de Veracruz, que pasará, que se aprobará, sólo si Morena logra sumar los 34 votos que le darían mayoría calificada, aunque ya dos veces, léase caso Jorge Winckler, fiscal destituido violando la ley, el partido en el poder fracasó. Carranza requiere primero del aval del cabildo. Tiene el voto de cinco ediles de Morena, la banda que lo ayuda a desgobernar Coatzacoalcos, y los de Oliver Damas y Felipe Rodríguez, regidores priistas que le aprueban todo sin chistar. Oliver, a cambio de la impunidad que goza su amigo y patrón, el ex alcalde Joaquín Caballero Rosiñol, al que Carranza no toca ni con las trampas cazarratones que colocó a las puertas del palacio municipal cuando era alcalde electo, y Felipe por un acuerdo de no agresión que permitió que todo el equipo de Víctor Rodríguez, su hermano, quedara succionando la nómina municipal. Le queda a Yazmín Martínez Irigoyen —que también incurrió en nepotismo— la movilización de sus huestes, el recurso legal y aguardar a que funcione la incapacidad de Morena para sumar los votos requeridos para que el juicio político cuaje. Mientras, el chacal Carranza sólo tuerce la boca al insistir en que esto no es desafuero. Pues no, es carroña versión 4T… Potencialmente incómoda, Adriana Herrera no se traga las cifras, los gastos, las cuentas alegres del alcalde Víctor Carranza. Inquiere y exhibe la regidora al presidente municipal de Coatzacoalcos y alerta que hay desfase en el gasto, opacidad en la inversión, en el pago a proveedores, en las ayudas sociales. Por eso es incómoda. Para la regidora independiente se activa también una solicitud de destitución ante el Congreso de Veracruz. Y así se va deshaciendo el Chacal del Carmen de los ediles que increpan, los que advierten del saqueo, los que saben y denuncian que se está violando la ley. O sea, el presidente chacal pretende devorar a medio cabildo y quedarse con los serviles de profesión… Vuela La Amenaza Vasconcelos hacia Morena, la Cuarta Putrefacción. Desdeñado por el priismo, y por aquellos ciudadanos que lo vieron mezquino cuando perdió la elección de alcalde de Coatzacoalcos en 2018 al cortar la ayuda médica a miles que le dieron el voto, ahora irá por la presidencia municipal bajo la sombra de Podemos y por el partido de López Obrador. Podemos es el refugio de la fauna dinosáurica priista, liderados por Francisco Garrido, el ex diputado tapadera de Javier Duarte, el aplaudidor frenético del célebre ladronazo desde los días en que presidía la Comisión de Vigilancia del Congreso de Veracruz. A Carlos Vasconcelos, alias La Amenaza, líder la CTM aunque pronto dejaría de serlo si traiciona a su partido, lo apadrinan las momias del priismo, aglutinadas todas en Podemos, la burda careta del PRI. A Vasconcelos, cuenta un insider, lo buscan cuando menos dos diputados de Morena, fraguando una candidatura con tufo a moho y a desprestigio, cobijado en el Clan de la Succión, la runfla de los Robles Barajas que no dejan de mamar de la ubre presupuestal. Es esa locura, en esencia, la crónica de un fracaso electoral anunciado: a la imagen de La Amenaza —en sus buenos tiempos su solo nombre suscitaba terror—, se suman esa farsa llamada Podemos y el desplome de imagen de Morena en Coatzacoalcos, derivado de patético gobierno del morenista Víctor Manuel Carranza Rosaldo. Sólo falta que Marcelo Montiel le diga sí al PRI y por Vasconcelos sólo votarán los Robles y los Vasconcelos…
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