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El Hay Festival Xalapa y el déspota ilustrado

* Le cancelan el Hay Festival a Javier Duarte  * Lo usaba para promoción personal  * Un día para que se expresen en libertad y un año para el asedio * Daniel Orozco, otro periodista amenazado y perseguido  * García Bringas, sin estructuras  * Coacción a empleados municipales  * Los obligan a operar a favor de García Bringas

Sadomasoquistas, los defensores del Hay Festival Xalapa que auspiciara Javier Duarte filosofan con sofismas y venden verdades sin tocar la verdad. Dicen que pierden los xalapeños por el retiro del festival, los hoteleros, la cultura y que el mandatario, cansado de que ahí mismo se le critique, está feliz. No es así. El golpe fue político y le pegó al gobernador.

Su argumento es pueril. También es insensato. Políticamente, la cancelación del evento provoca un impacto demoledor en la figura central del poder, vapuleado Javier Duarte por los once crímenes de periodistas en su sexenio, por las cuatro desapariciones, por los exiliados y por su constante agresión a la libertad de expresión.

Javier Duarte es quien pierde, no los xalapeños. Se le va de las manos un foro donde la intelectualidad se expresaba en temas diversos, el análisis del mundo en sus sesiones, la disección de México y su potencial, la visión global para avanzar y Veracruz en el centro del escenario. Un privilegio.

Hay Festival Xalapa no falló. Hablaban los cultos. Difundían sus tesis, expresaban su pensamiento, sacudían y provocaban el asombro.

Javier Duarte no escapó a sus palabras, menos a sus críticas. Hablaron de los periodistas muertos, del asombro que provoca que el ejercicio periodístico se desarrolle entre trampas y asedio, como andar en la tierra, descalzo, y todo lleno de abrojos.

Marcado por la sangre de los periodistas asesinados, el gobernador de Veracruz tuvo que encarar andanada tras andanada. No a cualquiera le llenan el récord con once comunicadores ejecutados. Y casi a ningún político lo acusan de asediar a la prensa, dictar la línea periodística desde su oficina de prensa, de someter a los dueños y directores, de ordenar el despido de reporteros por informar la verdad.

A Javier Duarte sí se lo dijeron en el Hay Festival Xalapa y entre los expositores y conferencistas que acudieron en alguna ocasión al evento.

Lo concebían como un gobernante torpe, sátrapa, visceral, profundamente vengativo, abusivo del poder pero que algo hacía por la cultura.

¿Y qué hacia Javier Duarte ante la descalificación? Seguirse colgando del Hay Festival, usarlo políticamente, desdeñar las críticas, no atenderlas para corregir, oír pero no escuchar, aguantar para barnizar el desgobierno y matizar su desdén a todo forma de expresión en libertad.

Ser el financiador del Hay Festival le sirvió a Duarte para colgarse de él, construir la fantasía de que en el Veracruz Próspero se respeta al que habla, al que disiente, al que critica.

Nada más alejado de la verdad. Perdió el Hay Festival cuando un grupo de intelectuales, periodistas, escritores, artistas, más de 300 en un primer momento, otros más en cartas complementarias, y 25 organizaciones independientes, suscribieron un documento en el que instaban a los organizadores del evento a retirarlo de Xalapa por el uso político que le da el gobernador.

La carta difundida por la organización change.org fue precisa: no se está en contra del Hay Festival pero sí contra la manipulación que hace Javier Duarte.

Bajo el título “Repudiamos el uso político del Hay Festival Xalapa”, la carta advertía sobre el manejo promocional por parte del gobernador de Veracruz.

“Estamos muy preocupados por el doble mensaje que envía la edición mexicana del Hay Festival y, por ello, nos permitimos solicitarles que cree las condiciones para no servir como plataforma de promoción del gobernador o sea retirada la sede al estado de Veracruz.

“Creemos, sin embargo, que tan apasionante espíritu difícilmente se puede alcanzar en un ambiente como el que se presenta en Veracruz, bajo el mandato del gobernador Javier Duarte. Los objetivos del Hay Festival, lamentablemente, sólo han servido a una campaña del gobierno estatal que aparenta la prevalencia de un clima de libertad intelectual y crecimiento cultural. El gobierno de Duarte ha demostrado ser —sin exageraciones— el peor enemigo de la libertad de expresión, del derecho a la información y del pensamiento crítico en México”.

En una carta adyacente, los impulsores de la iniciativa expresaron:

“Repetimos lo que hemos dicho en este sano debate: No estamos contra el Hay Festival, estamos contra su uso político en un estado donde el periodismo cuesta la vida. En el camino, hemos escuchado las opiniones de editores, periodistas, escritores solidarios con nuestra demanda, pero preocupados por el posible cierre de los pocos espacios que podrían fomentar la cultura y el debate.

“Hemos escuchado también a veracruzanos asqueados por la manera en que el gobierno se promueve a través del festival, pero que tampoco quieren que el festival abandone Veracruz y quedar cercados por la violencia y la impunidad. Y hemos escuchado a los organizadores del Hay Festival Internacional y Latinoamérica que se acercaron a nosotros y se ofrecieron a abrir un diálogo con periodistas, escritores y editores para analizar la situación.

“Lamentamos, finalmente, que colegas veracruzanos críticos de la situación, tanto por miedo como por temor a represalias, no hayan firmado la carta. Ellos serán quienes tengan la última palabra en el diálogo al que fuimos invitados”.

Javier Duarte y sus enanos, su prensa vendida, se mofaban de sus críticos. Difundían que Hay Festival había sido confirmado en sus ediciones 2015 y 2016. Suponían mal.

Movían a los hoteleros. Decían que cancelar el evento les provocaría pérdidas, que se les iría la clientela. Y que por qué quitarle el Hay Festival a Veracruz si había otros estados con mayor violencia. O sea, primero mis clientes y después sus muertos.

Fatal para el duartismo, el viernes 6 fue un viernes negro. Llegó la noticia. Hay Festival canceló su evento físicamente en Xalapa. Se mantendrá la fecha, octubre, pero será digital, al alcance de todos, desde cualquier parte.

Reaccionaron en todas direcciones. Los sádicos, los que critican a Javier Duarte porque es el peor gobernador que ha tenido Veracruz, asumieron condición masoquista: que no se vaya el Hay Festival porque a quien menos daña es al gobernador. A ver. Manipula el evento, lo usa para promocionarse, lo succiona hasta secarlo, pero debe permanecer para no afectar a los xalapeños. ¿What?

¿Y acaso no pueden los cultos de Xalapa, los hoteleros, los periodistas, organizarse para realizar eventos de la talla de Hay Festival, sin la intervención del gobierno? Rémoras.

Su cancelación física en Xalapa es la respuesta a un sector de la intelectualidad nacional y extranjera; una premio Nobel, Jody Williams; una premio Cervantes, Elena Poniatowska; periodistas, escritores, artistas y organizaciones, que advirtió del clima de violencia contra el gremio reporteril y el agravio permanente a la libertad de expresión.

Javier Duarte actúa como los déspotas ilustrados. Es remedo de los gobernantes de otros tiempos que a cambio de impulsar la cultura, el arte, las manifestaciones de expresión humana, mantenían sojuzgados a los pueblos. Un día invitaban a la gran comilona a sus vasallos y el resto del año los hacían objeto de explotación. Por horas los agasajaban, por toda la vida les arrancaban sus cosechas. También eran sadomasoquistas.

El déspota ilustrado no quiere el bien de los demás. Usa la cultura para su promoción. Compra lealtades, les concede espacios, prestigio, fortuna, les abre por un día las puertas de la cultura, así los patee por el resto de su existencia.

Pero esta vez, a Javier Duarte le bajaron el telón.

 

Archivo muerto

 

Daniel Orozco Navarro recibió amenazas. Le llegaron mensajes a su teléfono celular. “Bájale de huevos”, “Te tenemos ubicado”, “Te vamos a romper la madre”, “Por hocicón te vamos a partir la madre”. Daniel Orozco trabaja para “La Red” y fue reportero de Notisur. Cubrió el hallazgo de fosas clandestinas en Lomas de Barrillas, al poniente de Coatzacoalcos, y fue testigo del momento en que varios cuerpos eran subidos a los vehículos de la Fiscalía General de Veracruz. “El altercado fue con elementos de la SSP que resguardaban a personal de la Fiscalía veracruzana cuando trepaban unos cuerpos exhumados de varias fosas. Los policías estatales no me dejaban tomar fotos, estaba yo solo y me jalonearon y empujaron para impedirme mi labor”. Eso ocurrió el 4 de febrero. Después le llegaron los mensajes intimidatorios. Cuatro días después, el domingo 8, al salir de la Cruz Roja, un individuo lo ubicó. Comenzó a seguirlo. “Me salí por una ventana de la Cruz Roja, y al otro lado ya estaba otro sujeto esperándome. Comenzó a seguirme y yo corrí, y él salió corriendo atrás de mí, me siguió como cinco cuadras; me escondí en un local en las calles Escutia y Constitución, me quedé escondido un buen rato”. Acudió al Ministerio Público e interpuso su denuncia. Sospecha de policías adscritos al Mando Único Policial. Otro grupo de reporteras que cubren nota policíaca han recibido mensajes en sus celulares. En todos aparece un ícono gestual: una carita triste. La procedencia es la misma: la policía. Así fue enero, desde el levantón del periodista Moisés Sánchez Cerezo, su muerte oficial, las protestas del gremio por falta de garantías, el clima de hostigamiento generado desde el gobierno de Veracruz y la represión de los cuerpos policíacos. Febrero sigue así, ahora agravado por las restricciones para la prensa que cubre el hallazgo de fosas clandestinas, la localización de seis cuerpos primero, los 18 cadáveres después, sin que la Fiscalía General o la Subprocuraduría regional en el sur confirmen o desmientan la información que procede del seno de esa institución. Daniel Orozco se suma a la lista de periodistas amenazados. Primero fue la amenaza; después intentaron levantarlo… Vacío, desfondado, Rafael García Bringas no tiene con qué contender por la diputación por Coatzacoalcos. Su equipo son cuatro gatos que apenas saben maullar. Carece de estructuras electorales, nadie para promover el voto, ni un cristiano para cuidar las casillas el día de la votación. A marchas forzadas le barnizan la imagen, contratan publicistas, billetean periodistas balines, arman un tinglado, signo de un candidato que lo único que le asegura al PRI es una sonora derrota, una humillación más. Instruyen los coordinadores de corrientes priístas a las promotoras con una encomienda precisa: promover al PRI, no al candidato. Así de bajos andan los bonos de Rafael García Bringas, ex panista, verdugo del priísmo en la diputación federal de 2009, el que le dio la puntilla a Iván Hillman Chapoy y lo envió a la congeladora, por supuesto, con la ayuda del marcelismo que horas antes de los comicios operó el voto de castigo. “Hay pájaros en el alambre”, decían a las promotoras y ellas entendían el mensaje… Sigue la presión. Jefes de área, directores, secretarios, todos con el mismo estribillo: o hacemos que el PRI gane la diputación federal o se acaba el trabajo en el ayuntamiento de Coatzacoalcos. No es comentario; es amenaza. ¿Lo sabrá el Instituto Nacional Electoral, su base en INE distrital? Es delito electoral porque coacciona, porque induce el voto, porque torna la competencia en desigual y atropella postulados de la democracia. La presión a los empleados es delito electoral, y si viene de la autoridad, del alcalde, del secretario, del director o del jefe de área, es peor. Hay casos y a ver cómo los trata el INE. Pronto los tendrá ahí…

 

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