¿Y a Rocío Nahle cuándo la llaman a declarar?

* Habla de justicia y no resuelve las 38 denuncias en contra  * La Reina del Golfo, bajo la sombra de la corrupción  * Y la Fiscalía General de la República no hace comparecer  * Gómez Cazarín también es mitómano  * Sheyla Jara en avión privado, a todo lujo  * Y los priistas increpan

Hay que oír a Rocío Nahle disertar sobre justicia, justicia social, reforma al Poder Judicial, como si no estuviera manchada y no enfrentara 38 denuncias por enriquecimiento ilícito e irregularidades en Dos Bocas. Y la FGR no llama a declarar.

Será muy gobernadora electa, pero los dichos y denuncias de Arturo Castagné no han sido desvirtuados. Legalmente, la Fiscalía las tiene que citar.

Habrá ganado la elección en Veracruz, pero las 35 denuncias de la diputada panista María Elena Pérez Jaén por cifras que no cuadran en la construcción de la refinería Olmeca, en Dos Bocas, Tabasco, son una pesadilla en el andar de Rocío Nahle.

Y otro tanto las que Pérez Jaén tramitó ante la Secretaría de la Función Pública acusando un desajuste, una disparidad descomunal entre lo que reporta la zacatecana como ingresos en el desempeño de cargos públicos y los bienes que aparecen en su declaración patrimonial. Y algo aún peor: las propiedades que ocultó.

Pero ella, que es toda una actriz, ahí sigue, exudando ética, moral, siendo la impoluta, la cristalina, la virtud encarnada. O engolosinada con palabras que marean a la secta, a las focas que por un programa social le dan el voto y le prodigan el aplauso, así sepan que la oriunda de Río Grande, Zacatecas, vive a la sombra de la corrupción.

O sea, haga lo que haga, sonría como sonría, describa el futuro –su futuro– como lo quiera hacer, Rocío Nahle aún tiene 38 denuncias que enfrentar. Y pese a la gravedad de lo que se le imputa –633 millones de pesos bajo observación–, nadie la llama a declarar.

Nahle, la excelsa, la eximia, exige justicia contra los Yunes, contra Winckler, y tiene en la cárcel a Rogelio Franco sin delito, y a Goyo Gómez sin delito, y a Nicolás Ruiz sin delito, y a Jorge Fabián Cárdenas sin delito, y a Bernardo Segura sin delito, y tuvo a José Manuel del Río sin delito. Y Nahle no la cita la Fiscalía General de la República.

Deslenguada, la zacatecana se prende con el rollo de la reforma al Poder Judicial –el tiro de gracia de Andrés Manuel a la Suprema Corte de Justicia de la Nación– y pregona que la justicia vivirá sus mejores días en Veracruz.

O es recibida por el pleno de magistrados del Poder Judicial de Veracruz y, al estilo López Obrador, Nahle ofrece respeto a la división de poderes, “porque la coordinación y la comunicación es importante para lograr la paz y la justicia en Veracruz”.

Así hablaba López cuando en 2018 y hoy tiene al Poder Judicial al borde de la extinción.

Rocío Nahle acude al llamado de Libeth Aurelia Jiménez Aguirre, presidenta del Tribunal Superior de Justicia, otra pieza de utilería del gobierno morenista, impuesta en el cargo sin más mérito que por servil, su puño férreo contra jueces, la inquina contra magistrados incómodos, los que no se prestan a la venganza ni a la persecución.

La anfitriona es, pues, el brazo ejecutor. Aurelia fue por la jueza Angélica Sánchez por acatar un amparo con el que el empresario Itiel Palacios García se libraba de la imputación de ser autor intelectual de dos asesinatos. La persiguió con todo, incluido un cerco policíaco, tortura, obligándola a incriminarse. Días después, la jueza dejó la cárcel.

Con esas sabandijas ofrece Rocío Nahle hacer justicia en Veracruz.

Acude a eventos con el dilecto Cuitláhuac García, el payasito Cuícaras que está por dejar el poder en Veracruz, al que solapó en sus días de gobernador, guardando silencio ante el abuso policíaco, la invención de delitos, los presos políticos y el estado de terror.

Nahle es ocurrente. Llegaron López Obrador y la sucesora, Claudia Sheinbaum, al sur de Veracruz y definió la inauguración de las carreteras Acayucan-La Ventosa y Minatitlán-Hidalgotitlán como “actos de justicia social”.

Pues no. La que debía ir de Acayucan a La Ventosa resultó un fraude. El presidente inauguró un fragmento de carretera, como denunció el periodista José Luis Ortega Vidal. López Obrador fue engañado. De los 200 kilómetros sólo existen 5.7 y la inversión de 9 mil millones de pesos es un robo.

Pero a la gober electa esa patraña le suena a justicia social.

Rocío Nahle vive en el discurso del engaño. Pregona la justicia para otros sin enfrentar a las demandas de justicia en su contra.

Arturo Castagné interpuso la primera denuncia en la Fiscalía General de la República contra la ex secretaria de Energía por la mansión de El Dorado, fraccionamiento de lujo en Boca del Río, una mansión de por lo menos 40 millones de pesos, enclavada en una isla, con canales, yates, vigilancia privada. La zacatecana sintiéndose la reina del golfo y cuando estalla el escándalo, dice que no es suya, que se la renta a la sobrina de esposo.

Castagné la conmina a exhibir el contrato de arrendamiento, los depósitos bancarios por las rentas mensuales, el reporte fiscal de la sobrina ante el Servicio de Administración Tributaria por esos ingresos. Y Nahle se queda pasmada, sabiendo que todo es mentira.

A Castagné lo secundó Pepe Yunes, entonces candidato de la oposición PRI-PAN-PRD al gobierno de Veracruz. Y luego lanzó una más por peculado electoral, cuando se detectó que una camioneta usada en la campaña de Morena era vehículo oficial del ayuntamiento de Martínez de la Torre, cuyo alcalde con licencia, Rodrigo Calderón, era su coordinador.

El paquete gordo lo tramitó la diputada María Elena Pérez Jaén. Fueron 35 denuncias por irregularidades en la construcción de la refinería Olmeca, unos 533 millones de pesos. La Auditoría Superior de la Federación halló pagos duplicados, indebidos, exceso en pagos a distribuidores y beneficiarios, diferencias en los volúmenes ejecutados y pagados, errores aritméticos e incumplimientos en contratos, y hasta falta de pago de anticipos.

Pérez Jaén fue contundente: es “urgente investigar la responsabilidad de Rocío Nahle García del destino final de esos recursos erogados y no transparentados en la construcción de una refinería que no ha refinado ni un barril, lo único que han refinado es el arte de robar”.

De ahí pasó a la Secretaría de la Función Pública. Los ingresos de Rocío Nahle son sensiblemente inferiores a los bienes que posee, los que aparecen en su declaración patrimonial y los que no fueron mencionados. Y Pérez Jaén precisa:

“En 2020, declaró ingresos totales de encargo y enajenación de bienes, sin especificar cuáles, por 2 millones 422 mil 466, y para el año 2022 manifestó ingresos totales por 9 millones 148 mil 876, o sea, por los ingresos de su cargo más ingresos sin especificar cuáles y esto hace una diferencia de 7 millones y medio. Son muchísimas”.

Nada cuadra. El departamento en San Pedro Garza no fue incluido en su declaración patrimonial, según dijo Castagné, y la casa de El Country, en Villahermosa valuada en 16 millones de pesos, la adquirió meses después de haber iniciado el proyecto Dos Bocas.

Con desparpajo, Rocío Nahle habla de justicia, de moral y honestidad. Y con cinismo, pregona la justicia social, la justicia a secas y la reforma al Poder Judicial. Pero trae 38 denuncias en su haber.

Y la Fiscalía General de la República no la llama a declarar.

 

METADATO

 

Gómez Cazarín también es mitómano. Dice sandeces como aquella de que Rocío Nahle adquirió el departamento de San Pedro Garza García, Nuevo León, cuando era petrolera, “hace 10 años”. Pues no. Rocío Nahle, la gober electa espuria, dejó de ser petrolera hace 32 años. Ingresó a Petróleos Mexicanos en 1986, en la zona industrial de Coatzacoalcos; pasó por los complejos petroquímicos Pajaritos, Cangrejera y Morelos hasta 1992. De ahí, migró a la empresa privada Resistol, donde laboró sólo dos años, hasta 1994. Sin padrino que la apoyara, que le facilitara turnos en Pemex, no volvió a ser parte de la entonces paraestatal. Hay ex compañeros de lucha de la señora Nahle que afirman que de ahí le viene el resentimiento contra el Pemex neoliberal. Pero el depa de San Pedro Garza García no proviene de sus tiempos de petrolera, como sostiene el líder morenista en el Congreso de Veracruz, Juan Javier Gómez Cazarín. Hace 10 años Rocío Nahle sólo grillaba. En 2014 aún era militante del Partido de la Revolución Democrática, cercana a Dolores Padierna y su esposo, René Bejarano, “El Señor de las Ligas”, pillado cuando el empresario Carlos Ahumada le entregaba cientos de miles de pesos por financiar “el proyecto”. Cuando adquirió el depa, vía crédito bancario, era política, era perredista, era obradorista, eran los tiempos en que danzaban los millones ilegales en las campañas electorales. No era, como dice el mitómano Gómez Cazarín, petrolera. Pero de que adquirió el departamento millonario, lo adquirió. Lo que no se sabe aún es si lo pagó con dinero lícito o no… Ver a Sheyla Jara en un avión privado y exhibirse en redes sociales es, por lo menos, imprudente. Y verla así luego de la elección del 2 de junio, derrotada ella, derrotado su nuevo partido, Movimiento Ciudadano, más imprudente aún. Dos gráficas captan a Sheyla Jara sonriente, feliz, vestida de blanco, los cabellos pulcros, tratados, y una “V” de la victoria, como si el triunfo en las urnas hubiera sido real. Circulan las fotos de la ex candidata suplente a diputada federal por Coatzacoalcos, luego de perder la elección, y circulan también las admoniciones priistas, los que la satanizan, los que refieren que para eso se fue del PRI. Y así sea su derecho y su gusto, Sheyla Jara no repara en la imprudencia… 

 

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