Veracruz es un infierno político con Javier Duarte. Su pandilla, el fidelismo del cual procede, sigue operando desde las instituciones, acumula dos sexenios —la docena trágica— y ahora se allega dos años más, el minigobierno articulado con doble fin: encubrir sus corruptelas y boicotear a los Yunes rojos.
Pobre tipo. Encabeza una asonada legaloide, pasada su reforma de ley por la inmoralidad de un Congreso estatal títere, de nivel ínfimo, que le aprueba todo así sea una barbaridad, que no lee sus iniciativas, que no las modifica, que avala un período de gobierno recortado.