En el nombre de Pepe Yunes se tejen infamias y se infligen agravios. Las de los petroleros son las peores. Las urden sus líderes y las sufren los agremiados, obligados a aplaudir, conminados a asistir a eventos de campaña, sobre ellos la amenaza de la pérdida del empleo. Se les trata como esclavos.
Ocurrió este jueves 9. Llegaba el senador veracruzano. Ofrecía su respaldo al candidato del PRI a diputado federal por el distrito de Minatitlán, José Luiz Sáenz Soto, un priísta de medio pelo, ninguneado y denostado, malquerido en el gremio sindical por no ser uno de ellos, urgido de un milagro para ganar, pues su escaso capital político lo perdió en su maltrecho paso por la alcaldía.