Manuel Bringas Burelo tiene un problema. Se llama Samuel Muñoz de la Rosa. De la mano de su “abogado” engaña y engatusa, ofrece el paraíso y lo vende en cómodos paguitos, urdido el negocio de la tierra a punta de invasión. ¿Su secreto? Una escritura pública que hace tres años dejó de tener validez. A eso se le llama fraude.
Manuel Bringas se vende como un ingenuo y Samuel se renta como un santo. Pero ni uno ni otro son así. Encantan a los necesitados, ofertan predios que no son suyos, fraccionan terrenos al margen de la ley y acumulan denuncias como sólo un vendelotes de alta escuela podrían enfrentar.