Para Columba Campillo hubo una marcha, un reclamo social, la condena de todos, acción judicial veloz, inmediata, y la voz de un gobernador, Javier Duarte, que pregona su indignación porque Veracruz, lo diga o no, se le ha llenado de muertos y vive un baño de sangre brutal. Para Hugo Carvajal Blanco no.
Por Columba Campillo hay dolor, pues a sus 16 años apenas comenzaba a vivir, su vida limpia, sus sueños que iban forjando una ilusión, alegre, socialmente plena. Por Hugo no.
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Columba Campillo: el fiscal embarcó a Javier Duarte
Javier Duarte sigue en la cresta del escándalo y merece más. Se lo debe a su fiscal. Luis Ángel Bravo Contreras lo trepó en el caso Columba Campillo, le vendió la pista de Ileana Mortera, lo ubicó en un escenario de insensatez y lo llevó a enfrentar una crisis de credibilidad descomunal.
Pasan las horas y el gobernador de Veracruz continúa ahí, acusado de todo, vilipendiado por miles de usuarios de las redes, por la gente en las calles, por los colonos de abajo, los abandonados que viven de la migaja, del programa social, de la dádiva partidista.
Columba Campillo: algo no le cuadra a Javier Duarte
Es inmensa la ola de sangre que revuelca a Javier Duarte. Lo azota y lo destroza. Y él, diezmado por la muerte de miles, por las ejecuciones y ahora por el secuestro y crimen de Columba Campillo, habla en abstracto, sin reconstruirse, sin infundir tranquilidad, sin convencer que Veracruz se salvará.
Apabullado por la ira popular, por el reclamo de 8 millones de veracruzanos que ven el regreso de la violencia, la disputa del territorio, el tutelaje de los criminales sobre las instituciones, el gobernador vuelve al lugar común, al discurso sobado, a la demagogia de siempre: Veracruz está funcionando.
Javier Duarte y el fiscal engañan a Seguridad Nacional
Mentir es drástico. Ocultar es matizar la mentira. Así lo hacen Javier Duarte y su fiscal Luis Ángel Bravo Contreras, con las cifras de la inseguridad, los levantados y los muertos, el baño de sangre y el terror que se respira en el Veracruz Próspero. Vil maquillaje a la verdad.
Da cuenta de ello el periodista Jorge Morales Vázquez. Lo documenta. Cita casos, fechas, nombres, el momento del plagio, el momento de la muerte.
El fiscal y las “acusaciones de oídas”
Histriónico, Luis Ángel Bravo Contreras llegó al Congreso de Veracruz. Buscaba reflectores. Llevaba su egolatría, la metrosexualidad. Y nada más. Olvidó que en un juicio de desafuero, como en una instancia legal, cuentan las pruebas, y los hechos, y sobre todo, la verdad.
Nada nuevo llevó al Congreso donde se desahoga el juicio de desafuero contra el alcalde de Medellín de Bravo, Omar Cruz Reyes, sobre quien pesa la imputación de ser el autor intelectual del crimen del periodista Moisés Sánchez Cerezo, levantado y asesinado el 2 enero en El Tejar.
Caso Maryjose Gamboa: la mala leche de Javier Duarte
Domina la inquina a Javier Duarte. Lo consume el rencor. Pudo así tener a Maryjose Gamboa Torales en prisión, tras las rejas siete meses, con imputaciones falsas, atrapada en un mundo de chicanas legales por un homicidio imprudencial por atropellamiento que no fue su responsabilidad.
Ahí la tuvo, presa política suya, rea de conciencia, porque la periodista, autora de la columna Al Aire, publicada a diario en el periódico Notiver, no cesaba en sus filosas críticas a un gobierno, a un gobernador, a una pandilla política, la del duartismo y fidelismo, que han destrozado a Veracruz.
Moisés Sánchez: ¿era susto o era crimen?
Luis Ángel Bravo Contreras ya se enredó. Se le ve frágil. Habla y lo contradicen. Acredita que Moisés Sánchez Cerezo está muerto. Le refuta la familia, las organizaciones defensoras de periodistas, el Partido Acción Nacional y hasta legisladores del PRI. Le cuesta sostener su verdad.
De origen, “Culín”, alias el procurador de Veracruz, se extravió. Decía que a Moisés Sánchez lo había amenazado el alcalde de Medellín de Bravo, Omar Cruz Reyes, deslizándole una aviso: Te quiere “dar un susto”.
Moisés Sánchez: el detenido, la confesión y la tortura
“Culín”, alias el procurador de Veracruz, tiene un problema: pocos le creen.
Da por muerto al periodista Moisés Sánchez Cerezo, lo acredita con un examen de ADN, y pocos le creen.
Presenta a un implicado en el levantón y asesinato. Lo hace hablar. Relata cómo fue la ejecución, ensarta al alcalde de Medellín, y pocos le creen.
Exhibe gráficas del hallazgo del cadáver en su paraje solitario de Manlio Fabio Altamirano, y pocos le creen.
Su problema es de credibilidad. Luis Ángel Bravo Contreras ha minado su prestigio, atrapado en un manejo malintencionado de los hechos, sus pesquisas cuestionadas, las líneas de investigación orientadas a desvincular la violencia contra los periodistas de la barbarie del crimen organizado.
Moisés Sánchez: los muertos de Javier Duarte
Indigno, el récord de Javier Duarte de Ochoa: 11 periodistas asesinados, cuatro desaparecidos, 22 exiliados o autoexiliados, hostigada la prensa crítica, objeto de violencia, reprimida por los cuerpos policíacos, maltratada, a expensas del crimen organizado o víctima de la impunidad.
Día sombrío el 2 de enero, cuando José Moisés Sánchez Cerezo fue levantado en su hogar en El Tejar por nueve sujetos armados que se lo llevaron a rastras, generando el terror en su familia y otra oleada de incertidumbre, de zozobra, de reclamo, de ira, el escándalo en torno al desgobernador de Veracruz.
Moisés Sánchez, Aristegui y los calambres del procurador
Ver a Carmen Aristegui dimensionar la desaparición de Moisés Sánchez es grato. Aunque no para Luis Ángel Bravo. A él lo irrita. Lo descompone y lo exhibe. Y escuchar de Artículo 19 y del hijo del periodista secuestrado imputaciones de simulador, mentiroso y manipulador, es peor.
“Culín” Bravo es un mentiroso profesional. Pero hasta en esa casta hay vergüenza y formas de actuar. La mentira, para que engañe, debe ser perfecta. Y en el caso del director del semanario “La Unión” de Medellín de Bravo, no lo es.