Alguien mareó a los ejidatarios que tomaron la presa Yuribia. Les hizo creer que el sabotaje es bueno. Les vendió la idea de que en la lucha social se vale todo. No les dijo que el sabotaje es un delito. No les dijo que enfrentarían denuncias penales. No les dijo que podían parar en la cárcel.
Lo vinieron a entender 24 días después, en sus manos la presa Yuribia que surte de agua a Coatzacoalcos, Minatitlán y Cosoleacaque, en ascuas medio millón de habitantes en la zona sur que no son culpables de su desgracia, trastocada su vida, la de los centros escolares, el área de salud y toda actividad.