“Culín”, alias el procurador de Veracruz, tiene un problema: pocos le creen.
Da por muerto al periodista Moisés Sánchez Cerezo, lo acredita con un examen de ADN, y pocos le creen.
Presenta a un implicado en el levantón y asesinato. Lo hace hablar. Relata cómo fue la ejecución, ensarta al alcalde de Medellín, y pocos le creen.
Exhibe gráficas del hallazgo del cadáver en su paraje solitario de Manlio Fabio Altamirano, y pocos le creen.
Su problema es de credibilidad. Luis Ángel Bravo Contreras ha minado su prestigio, atrapado en un manejo malintencionado de los hechos, sus pesquisas cuestionadas, las líneas de investigación orientadas a desvincular la violencia contra los periodistas de la barbarie del crimen organizado.
Moisés Sánchez: lo que no le cuadra al fiscal
Un detalle, sólo un detalle, hace pensar que Luis Ángel Bravo Contreras no está en lo que debe estar. Anda volando, apretujado entre la PGR y Artículo 19, entre Carmen Aristegui y la prensa crítica local. Se fragmenta entre la figura de Moisés Sánchez Cerezo, al que dio por muerto, y una prueba de ADN que debió realizar antes de armar su show luctuoso.
“ENERO 2014”. La frase se lee en tres diapositivas con que sustentó el fiscal veracruzano el relato leído ante la prensa, la noche del domingo 25 para decir que el periodista está muerto. Las imágenes son del paraje de Jamapa, municipio de Manlio Fabio Altamirano. Es de noche. Se puede observar la carretera y el campo, los agentes buscando al periodista de Medellín de Bravo.
Moisés Sánchez: los muertos de Javier Duarte
Indigno, el récord de Javier Duarte de Ochoa: 11 periodistas asesinados, cuatro desaparecidos, 22 exiliados o autoexiliados, hostigada la prensa crítica, objeto de violencia, reprimida por los cuerpos policíacos, maltratada, a expensas del crimen organizado o víctima de la impunidad.
Día sombrío el 2 de enero, cuando José Moisés Sánchez Cerezo fue levantado en su hogar en El Tejar por nueve sujetos armados que se lo llevaron a rastras, generando el terror en su familia y otra oleada de incertidumbre, de zozobra, de reclamo, de ira, el escándalo en torno al desgobernador de Veracruz.
Rotter, el atentado y la renuncia a ser candidato
Armando Rotter Maldonado puede ser polémico, querido y odiado, reconocido y denostado. Lo que no admite es la amenaza ni el atentado. Menos por pretender ser diputado federal. Y mucho menos si el ataque es a su familia. Antes, renuncia a su aspiración.
Su caso sacudió a un sector de la política local y a ciertos enclaves de la opinión pública, porque Rotter no es un personaje cualquiera, con voto duro, con imagen del alcalde de resultados, con un público que lo recuerda y con la seguridad de que si no gana la elección, sí disminuye los votos de sus contrincantes.
Moisés Sánchez, Aristegui y los calambres del procurador
Ver a Carmen Aristegui dimensionar la desaparición de Moisés Sánchez es grato. Aunque no para Luis Ángel Bravo. A él lo irrita. Lo descompone y lo exhibe. Y escuchar de Artículo 19 y del hijo del periodista secuestrado imputaciones de simulador, mentiroso y manipulador, es peor.
“Culín” Bravo es un mentiroso profesional. Pero hasta en esa casta hay vergüenza y formas de actuar. La mentira, para que engañe, debe ser perfecta. Y en el caso del director del semanario “La Unión” de Medellín de Bravo, no lo es.
Héctor y Pepe: el show de los Yunes
Héctor y Pepe no son demócratas. Son beneficiarios del dedazo, centinelas del sistema priísta que les ha dado todo: diputaciones, una alcaldía, liderazgo partidista, dos senadurías, nombre y fortuna. Y al sentir que se les va la gubernatura de Veracruz, replican y patalean. Es el show de los Yunes.
Héctor es el que batea; Pepe el que cacha. Héctor acusa; Pepe apenas habla. Héctor diserta, argumenta, denuncia; Pepe ni se inmuta. Es el show de los Yunes.
Marcelo Montiel: los buitres de Sedesol
Potencialmente vulnerable, Marcelo Montiel Montiel nunca ha tenido claro qué es la política de medios. Cree que es el elogio y el halago. Imagina que es fundar periódicos anodinos, sin voz crítica, sin liderazgo informativo y que terminan llamándole buitres y cuervos a los beneficiarios de Sedesol. Ese es su error.
Extraviado en la aldea mediática, el delegado de la Secretaría de Desarrollo Social federal en Veracruz enfrenta el escarnio por una publicación que denota que ahí, en su periódico Notisur, le tienen un verdadero desprecio a los pobres y tirria a los de abajo.
Wong: los terrenos, el engaño, el notario y el fraude
Alejandro Wong Ramos no es como lo pintan. Es peor. Tormentoso, violento, arbitrario, amante del alcohol, es el terror de muchos, pero aún así, resultó la burla del gobierno de Veracruz, del alcalde Joaquín Caballero Rosiñol, de los hermanos Valencia y hasta del notario Yohan Hillman Chapoy.
Al ex regidor Wong le tendieron una trampa, lo endulzaron con una promesa de dinero fácil, lo engatusaron con palabras de conquistador y le dijeron que sí, que le reconocían la calidad de dueño de un predio de 10 hectáreas y que el gobierno le pagaría una indemnización. Al final le salieron que para él no habría nada.
Theurel: la cuenta 2013 y las huellas del saqueo
Imperfecto y volátil, sobre todo bipolar, Marcos Theurel no llegó a la alcaldía para gobernar. Su misión fue otra. Dispuso de los recursos de Coatzacoalcos, endeudó demencialmente al municipio y privilegió a una red de contratistas conformada de tiempo atrás. Primero el negocio, después el pudor.
Su corrupción es proverbial. Su negra fama, peor, tejida en el cotidiano quehacer del político inventado para operar proyectos de largo alcance, cero escrúpulos, y simular obra de beneficio social.
Moisés Sánchez: los policías de Bermúdez bajo sospecha
Arturo Bermúdez Zurita no tiene una policía confiable. Es acreditable y también delictiva. Está implicada en secuestros y crímenes, acoso y tortura. Le hallan vínculos con el crimen organizado. Y ahora la acusan de la desaparición del periodista José Moisés Sánchez Cerezo.
Día 12. Nada se sabe del editor, reportero y fotógrafo del semanario “La Unión”, combativo informador que recoge las demandas sociales en su pueblo, El Tejar, en la cabecera municipal Medellín de Bravo, y las zonas residenciales, y retrata la violencia derivada de la inseguridad que produjo un muerto, dos heridos, dos desaparecidos y el miedo entre toda la población.
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