Andar con Miguel Ángel Yunes Linares es como andar en el infierno. Lo abraza el fuego. Lo asedia el pecado. Quema el entorno, suscita ira y provoca encono. Pero hay algo que al demonio azul no se le puede negar: dijo que Veracruz, con Fidel Herrera y Javier Duarte, iba a la quiebra, y Veracruz está en la quiebra.
Se ufana de ello. Lo advirtió hace seis años, en 2009, víspera de una candidatura al gobierno veracruzano que lo catapultó en campaña, lo proyectó en las urnas y lo barrió en los tribunales.
