* La imprudencia de la gobernadora detonó el conflicto * El conserje fue a ceder * Contradecir a la jefa para suavizar al gremio * Heidi, una coyota en Tesorería * Ahora Nahle y Braskem se llevan a toda mother * Despotismo y transa en el DIF de Coatzacoalcos * Las rifas de Esther Mortera
Por un rato, el conserje Ahued deja los pisos, los sanitarios, el moho y el escombro y se aboca a apagar los fuegos que detona Rocío Nahle contra los taxistas, el gremio al que la de Zacatecas amaga con “meter en cintura”.
Al florero Ahued lo exime Nahle, por un rato, de proseguir su encomienda máxima, la rehabilitación del palacio de gobierno de Veracruz, y lo destina a otra misión: limpiar el batidillo de la gobernadora con su ocurrencia de obligar a los taxistas a aplicar una tarifa que data de hacer 23 años.
Quiere la oriunda de Río Grande, Zacatecas, que los taxistas de Xalapa, por ejemplo, cobren una corrida en 14 pesos en el centro y 24 pesos en la periferia. A eso se le llama vivir en Júpiter, fuera de la realidad.
Ricardo Ahued Bardahuil, el florero mejor pagado de la Secretaría de Gobierno, tuvo que relevarla antes que los disparos mentales de Rocío provocaran un paro de taxis en todo Veracruz, y que las entradas a Xalapa, la capital, fueran bloqueadas.
La destroyer soltó en su conferencia de prensa del lunes 8 unas cuantas cargas explosivas, muy propias de ella, marca Nahle, que estallaron en el patio central del palacio de gobierno de Veracruz, su centro, supuestamente, de poder.
Nahle, cuya lengua es la más larga del Golfo de México, tuvo la osadía de agitar a un gremio bravo, los taxistas, que cuando quieren son maleables, manejables, a veces dóciles, priistas en su pasado, panistas en su momento y ahora morenistas pues si algo saben es el oficio más antiguo del mundo, venderse a mejor postor.
Sólo que la gobers les rozó el bolsillo y los taxistas la redujeron a su tamaño real.
Rocío Nahle pronunció frases que van de lo insensato a lo locuaz y a la amenaza:
“Ya tengo reportes de que empezaron y se soltaron solos… ya va la Dirección de Transporte a meterlos en cintura”. Una.
“No ha aumentado el precio de la gasolina. Cuando se quiso ir la gasolina hacia arriba, la Presidenta hizo un llamado a las gasolineras. Está en 24 pesos como máximo”. Dos.
Invocó el nombre de Alfonso Reyes Garcés. Usó la figura del secretario de Seguridad Pública, el policía mayor. Y fue directa: tomarán medidas “contundentes” contra quienes no acaten la tarifa vigente; o sea, la de los 14 pesos mínimo, 24 pesos máxima. Tres.
“Quienes no estén cumpliendo, pues les vamos a retirar la concesión”. Cuatro.
“Ningún gobernador había querido cambiar el transporte en Veracruz, ya lo vamos a hacer. Yo no vine a patear el balón, vine a solucionar cosas”. Cinco.
No tardó en despertar. El lenguaje de la destroyer suele ser retador, sacalepunta, pero inútil. Devela la naturaleza impolítica de Norma Rocío Nahle García, su grosera insensibilidad, la incapacidad para entender lo más elemental de la política.
Un chasquido de dedos y el gremio taxista la mandó a volar. Ni el amago de echarles a la policía encima, los replegó. La confrontaron. Exigieron revisar tarifas. Ni en sueños aceptarían la de 14 pesos. En Xalapa, 40 pesos la mínima y 70 en la periferia.
A los de Xalapa se unirían los taxistas de Córdoba, que son radicales, y los del norte y sur de Veracruz. Y los veracruzanos sufrirían los estragos. Y todo porque Nahle es torpe, super torpe, al hablar.
Frente al reto, la gobernadora tuvo que salir de escena. Es tan destructiva que lo mejor fue callarla. Llamó entonces al conserje Ahued y lo puso a limpiar el batidillo político generado por su diarrea mental.
Ricardo Ahued, de entrada, bajó la guardia, suavizó el lenguaje, ocultó las amenazas y tuvo que contradecir a su jefa Nahle para evitar la parálisis del sistema de taxis en todo Veracruz.
“Evidentemente, con 14 pesos nadie sale adelante”, expresó.
“No hay una disposición oficial” para modificar los costos, y admitió que las tarifas actuales, vigentes desde 2002, están “claramente desfasadas”.
“Un taxi, en esa época –dijo el conserje– valía 100 mil pesos. Hoy no existen unidades de ese nivel. Los salarios han subido más del 200 por ciento”.
Tuvo que poner la cara para suavizar a un gremio al que Rocío Nahle amenazó.
Les sobó el lomo. Nahle les habría echado a la policía. Los obligaría a sujetarse a la infame tarifa de hace 23 años. Les diría que “se les acabó la fiesta”, frase también favorita del secretario de Gobierno.
Ahued tuvo que recular. Dejó en un impasse el conflicto. Habrá nuevas tarifas. Fue la rendición. El gremio taxista doblegó a la gobernadora por su lengua imprudente.
Y horas después, vino el show.
La prensa oficialista entona himnos por una victoria irreal. La prensa vendida se suma a Ahued en la limpieza del lodazal. La prensa piruja aplaude, elogia, como antes lo hacía cuando el PRI y el PAN gobernaron Veracruz.
En el séptimo mes de su reinado, Nahle exhibe su capacidad destructora, la rapacidad para el ejercicio de gobierno, la ineptitud para ejercer el poder. Y eso la prensa bastarda no lo puede ocultar.
Del conflicto con los taxistas sale maltrecha, exhibida, relevada, agazapada, literalmente con la cola entre las patas, teniendo que recurrir al conserje de palacio para amainar el vendaval.
Nahle midió fuerzas y fue destazada. Iba por lana y salió trasquilada.
Ahued no hizo una proeza. Fue, escuchó, cedió, se bajó el pantalón y abrió el compás para darle al gremio taxista lo que el gremio taxista exigió.
Va de regreso don Ricardo a la Secretaría de Gobierno. Hay que darle a los pisos, a los sanitarios, al moho y a los escombros de palacio.
Y así, a esperar el nuevo fuego que Nahle va a detonar.
METADATO
Heidi no es carcelera pero para abrir puertas tiene tarifa. Al ciudadano que llega a la Tesorería Municipal de Coatzacoalcos, sin más, lo rasura. Heidi es personera de la directora de Ingresos, Karla Verónica Álvarez, la número uno en el ánimo del tesorero, Ángel González. Heidi es la coyota. Heidi decide si un permiso se libera rápido, cuánto importa el recibo y cuánto por la gestión. La Señora de los Moches es la mandamás en la expedición de certificados de no adeudos municipales y cuando la documentación se halla incompleta, cobra más. La coyota de la Tesorería además es boca floja. Presume a su padrino mágico, José Vidal Rasgado Ramos, funcionario del área de Alcoholes, otra fuente de dinero ilegal. Y no se mide cuando afirma que el padrino de Karla Verónica, el tesorero, es más que un padrino. La historia corre entre los empleados de la Tesorería, testigos de los desplantes, y en portales digitales. Y ahora Heidi y su jefa Karla Verónica cuentan a todos que van a ser piezas clave en el equipo del alcalde electo de Coatzacoalcos, Pedro Miguel Rosaldo García. Tienen padrinos y una poderosa madrina que les asegura su lugar. Aunque Pedro Miguel no sepa ni quiénes son. Algún día entenderá que él será alcalde, pero no significa que va a mandar… A la postre, Rocío Nahle y Braskem se llevan a toda mother. Nahle llega y dice, así, al vuelo, que ni la empresa brasileña ni Cangrejera causan el daño ambiental en Mundo Nuevo. Sin un estudio, sin un análisis, la gobernadora exoneró a las dos petroquímicas. Días después, se reveló que todo apunta al Complejo Petroquímico Cangrejera por un vertedero de residuos, que era donde los habitantes de Mundo Nuevo señalan como origen del problema de contaminación. Esta Nahle es otra. Aquella de 2015, cuando era diputada federal por Coatzacoalcos, ya en Morena, era intransigente con Odebrecht, la empresa de la que Braskem es filial. Aquella Rocío Nahle tenía razón. Ella y el Peje López Obrador acusaban a Braskem de corrupción, de gozar de los privilegios que le concedió el ex presidente Felipe Calderón al venderle el etano de Pemex a precio de regalo, obligando a Pemex a suministrar ese etano aunque no tuviera capacidad para producirlo y se viera forzado a comprarlo en el mercado internacional. Fue un fraude a la nación. Pero ahora Nahle está plácemes con Braskem y eso huele a arreglo bajo la mesa, a connivencia. Nahle se olvidó que la matriz brasileña, Odebrecht, por cierto de las consentidas del presidente Lula da Silva, tiene un historial de sobornos. Olvidó que AMLO usó el caso Lozoya para embestir al panista Ricardo Anaya pero nunca le probó que recibió un peso por votar a favor de la reforma energética de Peña Nieto, simple y sencillamente porque Anaya ya no era diputado cuando aquello ocurrió. Qué maleables, por no decirle vendibles, son los morenistas. Antes Odebrecht y su filial Braskem eran algo así como el demonio de la industria petroquímica; hoy Nahle los exculpa de la contaminación que enferma a los habitantes de la congregación de Mundo Nuevo aunque no cuente con estudios y análisis que prueben si la empresa brasileña tiene responsabilidad o no. ¿O a cambio de qué Nahle cambió de opinión? ¿O a cambio de cuánto?… La tirana del DIF, la del trato déspota, lleva por nombre Esther Mortera Zetina. Es la que obliga a los empleados a realizar tareas que no corresponden a su relación laboral. Es la que inventa rifas para acopiar fondos para el Centro de Día de Atención al Adulto Mayor, que alcanzan cientos de miles de pesos pero que no se sabe en qué son invertidos. Informes de primera mano, de fuente directa, documentan el nivel de abuso que se vive a diario en el DIF de Coatzacoalcos a manos de la primera dama, el trato a funcionarios, las renuncias de los que ya se hartaron, los 10 mil pesos mensuales que algunos deben entregar, sí o sí, a Aracely Mexicano, jefa de asistencia Alimentaria. Y el alcalde Amado Cruz Malpica, de plácemes. Se sabe impune. Su amigo Pedro Miguel Rosaldo García, alcalde electo, lo va a encubrir. Para eso es la Cuarta Putrefacción…