* El Código Electoral del gober * Alianza General, partido palero * Pepe Yunes: los mariachis callaron * Nueve días después, PGR y ASF ni confirman ni desmienten * Versión: 200 empleados a la calle * Barredora en Coatza * Hillman ya tiene vicegerente en Conagua * Patricia Peña y Donald Trump: discurso antiinmigrante
Sin pudor y sin tacto, teje Javier Duarte un fraude que le dé impunidad. Arma un Código Electoral a modo, sin alcances, limitando al candidato independiente, contrario a la reforma federal y ejerciendo, como siempre, el control sobre el órgano electoral. Es su nueva Ley de Herodes.
Aterriza el gobernador de Veracruz las nuevas reglas electorales que regirán la sucesión y el andar de los partidos políticos, en un ambiente adverso, ríspido y tenso, provocado por su paso errático por las instituciones, las finanzas destrozadas, la insolvencia total y el desastre social.
Su Código, aprobado el martes 30 vía la aplanadora priísta y sus aliados, en sesión de vodevil en el Congreso de Veracruz, incluye los candados para evitar la fuga de votos y su redireccionamiento hacia la figura del candidato independiente, como ocurrió en Nuevo León.
Patalearon los diputados del PAN como si fueran perredistas en los tiempos del Peje López Obrador. Subieron a tribuna, desplegaron mantas, alzaron la voz, megáfono en mano, para gritar que aquello era una mascarada del peor nivel, sin incluir propuesta que no fuera la del gobernador.
Sus leyendas eran las que podría enarbolar cualquier perredista, ahora en tono azul: “No al atropello legislativo”, “Democracia sí, simulación no” y “Reforma política a modo”. Y la más reveladora: “Clausurado por atropello legislativo”. Sólo les faltó El Peje y que sellaran las puertas del Congreso.
Les irritaba un punto en particular: los 12 años que el secretario ejecutivo del nuevo órgano electoral podría permanecer en el cargo, nombrado a trasmano, por supuesto, por Javier Duarte. Eso ni en la ley federal existe y es transexenal.
Y algo peor. La designación formal del secretario ejecutivo del órgano electoral la hará el Congreso de Veracruz, sin facultades para llevar a cabo esa acción. Se viola así el principio de autonomía propuesto en la reforma electoral federal.
Aducen que el código veracruzano es contrario a la reforma electoral, que no homologa, que transgrede la ley y que tiene visos de inconstitucionalidad. Por ello irá a la cortes. Será impugnado ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Y tenían razón. La Ley de Herodes, versión Javier Duarte, es extremadamente severa en la figura del candidato independiente, quizá avizorando un éxodo priísta si cuaja la imposición de Héctor Yunes Landa, el candidato oficial, y su ex sobrino político, José Francisco Yunes Zorrilla, opta por encabezar la rebelión.
Les molesta las trabas a la candidatura independiente, a la cual Herodes Duarte le acomodó una restricción del 3 por ciento en firmas respecto al total del padrón electoral correspondiente a Veracruz. O sea, más de 170 mil ciudadanos que tendrían que avalar al candidato.
Dicen los panistas, perredistas, petistas y Movimiento Ciudadano que es una disposición contraria a la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales, antagónica a la reforma electoral federal y eso le da visos de ilegalidad.
Aberrante, discriminatoria, inequitativa, la Ley Duarte impide a los candidatos independientes el acceso a espacios publicitarios en prensa, radio, televisión e internet, así como a financiamiento privado. Fuera de sus prerrogativas de ley, no podrán allegarse recurso alguno. O sea, a los candidatos propuestos por partidos sí, y a los independientes no.
Va pues, contra el espíritu de la reforma electoral federal, que hizo realidad la voluntad de los neoleoneses cuando el 7 de junio eligieron a Jaime Rodríguez, “El Bronco”, primer candidato en llegar a un gobierno estatal sin partido alguno.
Es “El Bronco” un fenómeno político. Nada independiente, ex priísta, apoyado por los grandes capitales de Nuevo León, sobre la estrategia mediática del periódico El Norte y finalmente con el respaldo del ex gobernador Fernando Elizondo Barragán, quien contendía por Movimiento Ciudadano y declinó a su favor, Jaime Rodríguez aplastó al PRI. Duplicó la votación de la priísta Ivonne Álvarez.
Veracruz, sin embargo, no es Nuevo León. Javier Duarte maniobra y arrebata con un Código Electoral que le preserva de un sorpresa y aleja el riesgo de que un candidato independiente fragmente la votación, le robe el voto de los priístas y lo lleve al escenario de la derrota.
No da tregua Javier Duarte a los candidatos independientes pero sí a los partidos nuevos. Flexibiliza las reglas, los dados cargados para uno de ellos, la asociación política Alianza Generacional, propiedad de Héctor Yunes Landa, el candidato oficial, su prospecto para evitar rendir cuentas y encarar el saqueo de Veracruz.
Su pacto de la complicidad garantiza que la pandilla duartista transite sin riesgo por el minigobierno de dos años, su engendro político con el que simula homologar los procesos electorales estatales al calendario electoral federal.
Acuerpa Javier Duarte a Héctor Yunes Landa y allana el camino de Alianza Generacional al régimen de partidos políticos. Se sirve bien del poder el senador veracruzano. La mejor tajada se la lleva él.
Dos años con Héctor Yunes Landa le garantizan al Herodes veracruzano impunidad.
Complica, en cambio, la candidatura independiente desde dos frentes: el requisito de las 170 mil firmas cotejadas con la lista nominal y la negativa a contratar publicidad en los medios de comunicación.
Quizá por eso Pepe Yunes advierte que no será candidato independiente y que si lo vetan, “apoyará a un candidato de otro partido”.
De ahí el desaseo en el Congreso, la imposición de un Código Electoral a modo del grupo gobernante, con el valor agregado de que serán los diputados locales quienes calificarán la próxima elección de 2016, donde el PRI y sus aliados son mayoría.
Duarte no era sucio pero ya lo es. Sabía de la trascendencia del Código Electoral, su pasaporte a la impunidad, la ruta para imponer a su sucesor.
Lo marrullero se le da. No era así, pero aprendió. Tiende el gobernador de Veracruz trampas y escenarios para escandalizar mientras suponía —mal— que nadie atendería el impacto de su Ley de Herodes.
Días antes lanzó Javier Duarte dos distractores: el nuevo reglamento de tránsito y las reglas de comercio con amenaza de prisión contra quien venda licor a menores de edad.
Dos distractores y una trastada. Fue show puro. Entretuvo así a una sociedad que gusta del grito y el sombrerazo, del parloteo y el insulto. Que ve y no ve. Y cuando está en su apogeo el escándalo, los memes y las marchas, incluidas la quema de banderas del PRI, lo que aprueba en el Congreso de Veracruz es el pasaporte duartista a la impunidad.
Creyó que así consumaría su fechoría, sin réplica ni escándalo. Falló en la predicción. 34 priístas y aliados dijeron sí; uno de ellos, Ricardo Ahued, se abstuvo de votar; PAN, PT, PRD y Movimiento Ciudadano lo hicieron en contra, entre gritos y reclamos.
Cuajó el nuevo Código Electoral, pero evidenció a un gobernador sin oficio, pues para robar hay que tener estilo, y para imponer hay que saber hacerlo.
Va a los tribunales el Código Electoral, cuestionado entre la opinión pública, a la vista la marrullería de Javier Duarte, en un contrasentido con la reforma electoral federal.
Qué vergüenza. Tener que recurrir a una Ley de Herodes.
Archivo muerto
Sueña Héctor Yunes con tener su partido palero. Se llama Alianza Generacional. Lo constituyó, lo hizo asociación política estatal y lo tiene ahora en trámite de registro como partido político en Veracruz. No será, pues, partido de avanzada, ni la tercera vía, ni el que cache al elector que no está ni con el PRI, ni con el PAN, con el PRD, ni con Morena. Yunes Landa, el senador cuya obsesión con la gubernatura debiera ser tema de Freud, quiere su partido aplaudidor. Yunes Landa es a Alianza Generacional como El Peje López Obrador a Morena. Son sus dueños y los militantes, sus empleados. Alianza Palera no irá contra la línea del PRI; será su comparsa. Alianza Complaciente no cuestionará el caos provocado por el duartismo, al que ahora sirve y venera; Alianza Sumisa servirá para forzar una candidatura que no se resuelve en Casa Veracruz sino en Los Pinos. Alianza Generacional será lo que en el fidelismo fue el Partido Revolucionario Veracruzano, de Manuel Laborde, o Alianza Veracruzana, el AVE, de Alfredo Tress. Capricho, pues, de alto costo para la economía de los veracruzanos… Y el que ni huele ni hiede es José Francisco Yunes Zorrilla, fiel a su estilo, callado y tan transparente que pareciera que no existe. Soltó su discurso de la ruptura, habló del veto a su candidatura a gobernador, planteó su salida del PRI y advirtió que si lo excluyen se va con sus huestes, que son varios miles de priístas, a “apoyar al candidato de otro partido”. Y luego el silencio. Gusta, pues, de amenazar el senador peroteño, una finta para sacudir a su partido y una señal a quienes en el PAN, los Yunes azules, lo cacharían para definir la elección de 2016 antes de que termine el 2015. Olvida, sin embargo, Pepe Yunes que esto es de credibilidad, de solvencia, de argumentos creíbles. Decía el senador que el déficit financiero de Veracruz es descomunal, 900 millones mensuales, y que “hay actos de corrupción”. Y le sale el gobernador de Veracruz con que algunos actores políticos se pronunciaron erradamente sobre el tema de las finanzas y de los presuntos delitos. Sabiendo lo que sabe, teniendo la información que detenta, Pepe Yunes ni se mueve ni la usa. Siente el dardo, percibe el veneno y así se queda. Y ni una palabra. Así es Pepe Yunes. Algún día aprenderá… Nueve días después, la PGR calla. Calla también la Auditoría Superior de la Federación. No refutan ni avalan lo que Javier Duarte dijo. No confirman que haya solventado en el área ministerial las inconsistencias por obras y acciones federales que no acreditó ante la ASF. Nueve días van. Nueve días desde aquel lunes 22, cuando revelando detalles de la averiguación previa federal —¿violación de la secrecía?— se ufanó que su gobierno no había desviado un centavo de las partidas federales, que su pandilla no sería tocada, que la ASF hizo bien su trabajo pero sus empleados, en Finanzas, en Contraloría, en Educación y en Salud, “le han fallado a Veracruz” por omisos, porque no solventaron las inconsistencias. Presumía inocencia el gobernador Javier Duarte con palabras que nadie creyó. Pero nueve días después, ni la Procuraduría General de la República ni la ASF han avalado sus dichos, ni se desisten de la acción legal, ni lo eximen de culpa. Hay sospecha mientras la autoridad federal no diga lo contrario… Son 200 y les darán una mala noticia: quedarán sin empleo. A esos 200 trabajadores les tocó perder, quedar cesantes, sin la segunda quincena de junio o cobrando por última vez. Son 200 empleados del ayuntamiento de Coatzacoalcos que causan baja porque así es la política, por jugar en el equipo equivocado, por apoyar al Movimiento de Regeneración Nacional, porque operaron para el Partido Nueva Alianza. Termina la beca para unos, concluye el trabajo para los más. Es la barredora que muchos no pensaron que les iban a aplicar… Del correo electrónico: regentea CONAGUA-Veracruz el master Iván Hillman Chapoy, pero manda en realidad Pedro Gabriel Vázquez Espinosa, su tesorero en los días en que presidió el ayuntamiento de Coatzacoalcos. No se sabía que hubiera un vicegerente de la Comisión Nacional del Agua región Golfo-Centro, pero así es. Dice la fuente que como tal actúa Pedro Gabriel mientras Iván El Terrible viaja y viaja, como poseído por el espíritu de David Korenfeld, que vacacionaba en días de trabajo. Cuentan los sindicalizados que hay manejos turbios, que se contrata a personal con cargo al Fondo Nacional de Desastres, que cada vez son más, superando en número a la plantilla sindical, que la corrupción está a tope y que Pedro Gabriel apunta a ser el sucesor de Iván Hillman porque el negocio del agua, las obras, los contratos, son una mina de oro… Los migrantes son asaltantes, matones y prostitutas. Lo dijo Patricia Peña Recio, que así vivía sus peores días como diputada federal por Coatzacoalcos. Los migrantes mexicanos nos traen droga, son criminales y violadores. Lo dice Donald Trump, el empresario cuya imbecilidad lo lleva a suponer que perdiendo el voto de los latinos, y en particular de los descendientes de mexicanos, podría ser presidente de Estados Unidos. Por lo menos Patricia Peña podrá ver que en el desatino y la imprudencia, la torpeza y la soberbia, tiene algo en común con el señor Trump…
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