* No operaron las promotoras * 10 millones en el aire * Repudio social y hartazgo * Rocío Nahle barre con García Bringas * El ataque a los jóvenes universitarios * Los porros del duartismo * Criminalizados y macheteados * ¿Sabrá Elizabeth qué es una entidad de interés público?
Hechos trizas, los priístas de Coatzacoalcos se aprestan a recoger los fragmentos de su partido, el PRI, lo que quedó de él, fulminado por el Movimiento de Regeneración Nacional, por sus grillas internas, por la imposición de su candidato, Rafael García Bringas, por la confrontación de grupos y por el repudio de la sociedad.
Vencidos en toda la línea, deben su derrota al hartazgo social, a la inseguridad y violencia, al tiradero de cuerpos en narcofosas, a la extorsión y el secuestro, al plagio de migrantes, unos para ser convertidos en sicarios o encargados del trasiego, otras para la prostitución a gran escala.
Cayó el PRI. Lo venció la estela de corrupción en que se mueve el gobierno de Javier Duarte, solapados los amigos que más bien son amigos de lo ajeno, que desaparecen presupuestos, que pagan obras fantasmas, que disponen de dinero para acciones escolares o de salud y que terminan en cuentas de ladrones con piel de ladrones.
Lo derrota Morena, que representa otra opción de la izquierda, la corriente de Andrés Manuel López Obrador, encarnada en Rocío Nahle García, ahijada del Clan de la Succión, los Robles Barajas, que así se encaminan a contender por la presidencia municipal, quizá la misma Rocío Nahle, quizá Roselia Barajas, la ex diputada, quizá la misma Mónica Robles si el PRI-Partido Verde le niegan la candidatura en 2017.
Día funesto para el PRI, este domingo 7, cuando los electores de Coatzacoalcos le asestaron el enésimo golpe, en tierra donde la oposición gana una y otra y otra diputación federal.
Van las tendencias del PREP a favor del Movimiento de Regeneración Nacional y su candidata, Rocío Nahle García. Pero más allá de las cifras previas y el conteo lento, Rafael García Bringas ha reconocido su derrota.
Gana un sector de la sociedad que salió a expresarse en las urnas, pero el caso Coatzacoalcos ejemplifica que el priísmo carece de unidad, de líneas de acción, del liderazgo de Javier Duarte, y que le sobra circo y teatro, simulación y mentira, pues las elecciones, como dicen los clásicos, se ganan con votos y no con palabras.
Loable lo hecho por Rocío Nahle y su equipo en Morena. Pero no fue lo único que provocó la derrota del PRI. El factor clave fue Marcelo Montiel Montiel, delegado de la Secretaría de Desarrollo Social federal en Veracruz, cacique y dueño de las estructuras que hacen ganar y también perder.
A Marcelo Montiel lo desplazó Javier Duarte cuando en enero pasado le vetó a su candidato a la diputación federal, Víctor Rodríguez Gallegos. Le esbozó que no podría ganar la elección, que se ubicaba en los peores lugares de popularidad, que carecía de ángel, que era mal visto, con fama de corrupto y marrullero, hacedor del trabajo sucio e ignorado por un amplio sector de la sociedad.
Marcelo Montiel retiró su carta. Se abrió cuando observó que Javier Duarte carecía de palabra, que olvidó que sin los votos del marcelismo no habría alcanzado la gubernatura de Veracruz, a su lado las corrientes priístas antagónicas para enfrentar al candidato del Partido Acción Nacional, Miguel Ángel Yunes Linares, en 2010.
Impuso Javier Duarte a Rafael García Bringas. Lo sacó de la diputación local que ejercía sin pena ni gloria, su dedo para aprobar lo que fuera, su silencio para avalar los absurdos del gobernador, su sumisión que sirve para beneficio personal pero no para ganar fama y menos prestigio.
Difícil, complicada, la campaña de García Bringas se realizó sin el marcelismo. Le hicieron creer que la afrenta quedaba en el olvido, que tendría a su alcance la estructura marcelista. Y hasta la fotografía dio cuenta del amorío político entre García Bringas, su suplente Roberto Chagra Nacif, Víctor Rodríguez y el alcalde Joaquín Caballero Rosiñol. Una auténtica farsa.
Campaña de desatinos, de malas decisiones, un día posando la fotografía con el niño que vende dulces, en condición de explotación infantil, y una vez que fue subida a las redes sociales, la condena general, el repudio de una sociedad que llegó al insulto, que destrozó al candidato del PRI.
Su campaña no levantó. No emocionó ni a los priístas, menos a la sociedad. No aterrizó el discurso, ni el debate de candidatos, ni las páginas y más páginas que sólo fueron un gasto inútil, dinero echado a la basura, o los espacios en radio y televisión para engordarle la cartera a dueños de medios y periodistas que en el fondo reían beneficiándose con el despilfarro.
Llegó la víspera de la elección. Había incertidumbre. Se preguntaban las promotoras del PRI, las que mueven a los operadores, las que obtienen los votos en las colonias y congregaciones, cuál sería la línea.
Y así llegó el sábado 6, un día antes de la elección. Se vio a los operadores marcelistas en reuniones a puerta cerrada, anunciando la línea, dinero en mano, advirtiendo que ese domingo la única encomienda sería salir a votar… en contra.
Se les vio a eso de las 4 de la tarde en un salón de eventos de la calle Santa Trinidad, colonia Lomas de Barrillas. Y ahí se presentaron los candidatos Juan Carlos Charleston Salinas, del Partido Humanista, y el independiente Roberto García Alonso. Les acompañaba personal del área jurídica del INE en Coatzacoalcos, que dejó constancia en una acta.
Trasciende que la operación marcelista tuvo un costo de 10 millones de pesos. Es el recurso para alentar a las promotoras, el combustible para activar una elección o para desinflarla.
Domingo 7. Hay afluencia de votantes entre las 8 y 11 de la mañana. Se movilizan las estructuras marcelistas, mientras su guía y pastor se mantiene atento, a la distancia, en el hotel Terranova de Coatzacoalcos. Junto a él, los cuatro fantásticos: Víctor Rodríguez Gallegos, Jesús Moreno Delgado, Alfonso Morales Bustamante y Miguel Antonio Wong Ramos. A su lado, el alcalde Joaquín Caballero Rosiñol.
Desciende el nivel de votantes. Son las horas muertas. De las 11 a las 5 de la tarde no hay movimiento en las casillas. Entre las 5 y 6 de la tarde, hora en que se realiza el cierre oficial, vuelven los marcelistas a las urnas.
Votan pero en contra. Dirigen su voto hacia Morena, que de por sí ya concentraba un amplio respaldo por los electores, hartos de la escasez de agua, la falta de obra pública, la desatención de las autoridades municipales, la violencia, los levantados, la criminalización de las víctimas, la corrupción.
Votan los marcelistas y lanzan una embestida letal. Se les veía llegar en taxi a las casillas, contratado el servicio al costo que fuera. Su misión era pulverizar al candidato del gobernador Javier Duarte, al amigo de Fidel Herrera Beltrán, el ex gobernador que sigue mandando en Veracruz.
Cierran las casillas. Inicia el escrutinio. Corren las primeras cifras. De Ciudad Olmeca llegan los reportes. Rocío Nahle duplica la votación de García Bringas. En El Tesoro se repite el escenario en casillas básicas y contiguas. En Vistalmar lo mismo. En el centro de la ciudad.
Nanchital ofrece el mismo espectáculo. Ahí no operó para el PRI el líder de la Sección 11 del sindicato petrolero, Ramón Hernández Toledo. De él había expresado en su momento, cuando era panista, Rafael García Bringas, que era un viejo cacique a que los trabajadores debían sacudirse.
Fluyen los resultados. Corren las actas de escrutinio en las redes sociales, en Facebook, en Twitter. Contadísimas son a favor del PRI. Morena masacra a García Bringas, lo acaba políticamente, lo confina al olvido.
Se preguntan los priístas si fue Marcelo Montiel el fiel de la derrota. Así es. Es un acto de venganza y traición. Se cobra una afrenta, la de Javier Duarte, que le vetó a su candidato, Víctor Rodríguez Gallegos, e incurre en un acto de traición al PRI.
Pero no es el único. Iván Hillman Chapoy, ex alcalde, enemigo acérrimo de Marcelo Montiel, acribillado por García Bringas, el panista, en 2009, cuando ambos contendieron por la diputación federal, tampoco operó. Decía que sí, que Integra se metía para ayudar al triunfo del PRI. No fue así. Y si lo hizo, entonces no tuvo capacidad de operación y Marcelo también lo venció.
Quedan los saldos. Marcelo Montiel derrota a García Bringas y su suplente, Roberto Chagra Nacif, el favorito de Fidel Herrera para la próxima alcaldía de Coatzacoalcos. Chagra usaría la suplencia y eventualmente la diputación si García Bringas solicitaba licencia, como plataforma para aspirar a la presidencia municipal. Ese sueño terminó.
Aplica Marcelo Montiel una derrota al PRI. Favorece con ello a Morena. Aprieta así a Javier Duarte, que en la medida que pierda distritos electorales se verá marginado de la próxima sucesión en Veracruz.
Ahora los priístas se limitan a recoger los fragmentos de lo que quedó del PRI.
Archivo muerto
Ocho jóvenes universitarios agredidos, apaleados a mansalva por porros criminales, en una noche de terror, con sentencias de muerte, expresan el grado de violencia que priva en Veracruz. Ocurrió a eso de la una de la mañana del viernes 5, en Xalapa, reunidos con motivo de una fiesta en el domicilio de uno de ellos, cerca de la ex Unidad de Humanidades. Irrumpió el grupo agresor. Portaban bates de beisbol y machetes. Desataron su furia mientras proferían expresiones demenciales. “Fueron los 20 minutos más largos de mi vida. Nos aventaban contra la pared, golpeaban, nos agarraron a patadas y yo como pude me resbalé hasta bajo la cama, ahí me quedé. Escuchaba cómo gritaban, todos pedíamos auxilio y nadie nos ayudó”. El ataque fue brutal, la sangre en paredes y piso. Luego llegó la policía. Tomó nota de lo ocurrido. Y en esas estaba cuando arribó un automóvil Pontiac, color blanco, con individuos vestidos de civil. Permanecieron unos minutos. Instruyeron a los policías que abandonaran el lugar y se fueron. Hoy se acusa a esa banda como un grupo de ajusticiamiento de la Secretaría de Seguridad Pública, entrenados y armados en la Academia El Lencero, en Xalapa, a las órdenes del titular, Arturo Bermúdez Zurita. Exigen la comunidad universitaria la renuncia del “general” Bermúdez; presionan para que la rectora de la Universidad Veracruzana, Sara Ladrón de Guevara, fije su posición en torno a los hechos, a la agresión criminal de los porros duartistas. “Si tocan a uno, tocan a todos”, proclaman los integrantes de la UV. Responsabiliza el diputado del Partido del Trabajo, Fidel Robles Guadarrama, a Bermúdez de la criminalización de los estudiantes y de activistas, ambientalistas, luchadores sociales. Fidel Robles descubrió el plan de Bermúdez cuando llegó a sus manos el documento en que se tildaba a los jóvenes de agitadores, de participar en marchas, de pintar edificios públicos. Y la respuesta fue la agresión, criminal acción en un gobierno que anda a la deriva, naufragando, quebradas las finanzas y ahora en su mayor nivel de represión, usando a malvivientes que atacan sin un ápice de piedad, con la irracionalidad en las venas, acatando órdenes de delincuentes cuya demencia los hace suponer que el poder es eterno y la impunidad es para siempre. Traspasó Javier Duarte el umbral de la tolerancia, cómplice de la delincuencia oficial que no sólo criminaliza por deseo obsesivo, como lo hace Arturo Bermúdez, sino que persigue, hostiga y reprime a los adversarios del duartismo, hasta el grado de perpetrar una embestida violenta que la comunidad universitaria no le dejará pasar… ¿Sabrá Elizabeth Alor lo que es el PRI? ¿Sabrá que es una entidad de interés público, que vive el financiamiento público, que debe rendir cuentas? Encaró a los medios de comunicación cuando cubrían la irrupción de priístas en su sede de Coatzacoalcos, este domingo 7, con la información de la derrota, las actas de escrutinio que dejaban constancia que Rafael García Bringas había sido aplastado en toda la línea. Pidió la vocera del PRI que los medios se retiraran porque era una “reunión privada”. Lo que es no saber. Son los partidos entidades de interés público y no se trataba de un asunto de carácter privado, sino de la secuela de una elección, la de diputado federal…
twitter: @mussiocardenas