* Matraquero del duartismo * Senador en campaña… de diputados * Que no sienta pena la candidata PAN * ¿Quién le robó el espectacular? * “Chagra, Chagra”, grito en campaña * ¿Y Bringas? * Fuego amigo en el PRI * Jessy Ramos vuelve a repartir camisetas * “No me obligues a que te parta la madre”
A los tumbos, Héctor Yunes Landa proyecta su derrota y emite un mensaje sombrío: la gubernatura de Veracruz, sea la de dos o la de seis años, no es para él. Y de ser el aspirante ideal, ahora es repollo del PRI.
Se le ve en el arranque de las campañas priístas, movido, movidísimo, en el norte, en el centro y en el sur. Camina a la par de los candidatos a diputados, crápulas en su mayoría, bandoleros de la política, lo peor del fidelismo y lo escoria del duartismo, que no reparan en pedir el voto como si tuvieran algo bueno que ofrecer.
Camina con ellos el senador veracruzano en una suerte de muestreo encubierto para balconear su maltrecha imagen, torpedeadas sus aspiraciones por su proclividad a pactar con sus enemigos, olvidar las traiciones, trabar acuerdos en la penumbra y sumirse en la docilidad del discurso que justifica a quienes, si hubieran podido, lo habrían aniquilado.
Repollo del PRI, a eso se reduce el senador Héctor Yunes. Adereza las campañas de los fidelistas y los duartistas, el grupo que lo desplazó en 2010, que le impidió insertarse en la contienda por la gubernatura con trampas y maniobras, remitido a obtener firmas para registrar su candidatura, sin acceso al padrón de militantes, víctima de un engaño que al parecer le gustó.
Con ellos, con los Lagos, con los Cisnes, con Anilú, con Tarek, con Aguilar Yunes, con Zepahua, hace campaña Héctor Yunes Landa en otra muestra de que el duartismo lo absorbió, pactó espacios para sus allegados, logró acceso a presupuestos de ensueño, aseguró una parcela del poder porque la gubernatura de Veracruz, ya debe saberlo, no es para él.
Dice que es una muestra de unidad para ganar. Y lo publicita.
Eso dice pero quienes lo ven afirman que es deprimente, una muestra de sometimiento y abyección, convertido en matraquero del duartismo, porrista de ocasión, al que sólo le falta repartir despensas y playeras, treparse en la batea de una camioneta, arremangarse la camisa y micrófono en mano pedir el voto por conmiseración.
No es el Síndrome de Estocolmo pero lo parece. La víctima termina amando a sus verdugos. Héctor Yunes no se fortalece a sí mismo sino a los candidatos de Fidel Herrera y Javier Duarte, priístas sin prestigio, de imagen nociva y cuestionada, inodados en denuncias públicas, algunos por el uso arbitrario del poder y otros por el manejo irregular de los dineros del pueblo.
No se le observa como la figura central sino como la comparsa estelar, aplaudidor gratuito de un proyecto, el del gobernador Javier Duarte, que si cuaja, que si logra el triunfo en 15 distritos electorales, habrá de imponer a su sucesor. Y no será Héctor Yunes Landa.
Héctor Yunes recorre calles de Veracruz con Anilú Ingram Vallines, la presidenta del Congreso de Veracruz, cuya ignorancia es proverbial, negada para el trabajo legislativo, pues ni siquiera supo cuando enviar a receso, cuando terminar una sesión, cuando otorgar la palabra, cuando instar a votación.
Qué se podía esperar de una dama que emergió de un carnaval, pasó por las filas de la televisión en programas aberrantes, el entretenimiento como distractor, la frivolidad por delante, y que para llegar al Congreso se valió de un fraude y un mar de mentiras.
Decía que no dejaría su curul. Firmaba su compromiso para que no quedara duda. Y la gran mentirosa volvió a la candidatura, ahora para diputada federal, para mentir de nuevo y para volver a engañar.
A esa priísta, que ganó la elección por la vía del fraude, que usó panistas infiltradas, que se valió de la marrullería y la trampa, acompaña el senador Héctor Yunes Landa en la búsqueda del voto.
Fue también a Álamo. Anduvo con otro ejemplar del duartismo, Alberto Silva Ramos, candidato por el distrito de Túxpan, encarcelador de periodistas, vocero deplorable del gobernador Javier Duarte, de altísimo costo para el erario sus tuits con los que se enfrascaba para enfrentar al panista Miguel Ángel Yunes Linares, como si esa fueran las tareas del director de Comunicación Social. Ah, también dedicaba tiempo en selfies pues primero está el narcisismo y luego la obligación.
Estuvo en Tierra Blanca. Se movió con Tarek Abdalá, candidato a diputado federal por Cosamaloapan. Distingue al larguirucho aspirante las cuentas turbias que dejó en la Tesorería de Veracruz, pues por sus manos pasaban los millones de los que aún no da buenas explicaciones Javier Duarte.
Hizo campaña con Marco Antonio Aguilar Yunes, ex secretario de Trabajo en el régimen duartista. Sólo los despistados darían un voto por el candidato del PRI en Córdoba, repudiado por la sociedad, cero a la izquierda cuando estuvo en el gobierno estatal, apestado entre los priístas y que si gana la elección será por un milagro de Dios.
En Zongolica acompañó en una reunión privada a Lilian Zepahua García, hija del cacique Mario Zepahua, zar del transporte, azote de los indígenas y campesinos a quienes exprime con los pasajes para así conformar una fortuna que de entrada, por la mala leche con que fue obtenida, es malhabida.
Mario Zepahua pasó días en cautiverio, secuestrado en los últimos días del alemanismo, siendo candidato a diputado federal, que ganó sin hacer campaña. Así de generoso es el fraude. El candidato no se apareció y los fantasmas votaron por él. No tomó posesión con el resto de los diputados por hallarse en cautiverio y lo hizo hasta el 25 de octubre, una vez liberado.
Dirigió un mensaje en video en que reclamaba la falta de solidaridad de sus amigos y familiares para cumplir con las demandas de sus verdugos. Otras versiones apuntan a que nunca estuvo secuestrado y que todo fue una farsa. Pero como sea se ve que la Revolución le hizo justicia después.
De lo malo entre lo malo, Erick Lagos Hernández, candidato por Acayucan, donde nadie lo quiere. El hijo político de Fidel Herrera, su secretario particular, su diputado local para tapar los huecos de las finanzas públicas, líder del PRI para imponer alcaldes y diputados locales, y secretario de Gobierno de Javier Duarte, también fue anfitrión del despistado Héctor Yunes.
Nefasto, de pésima fama pública, señalado por un maloso de ser el conecte para que el gobierno de Fidel Herrera dejara operar a los Zetas a sus anchas, Erick Lagos tiene ahora un fan de peso y nombre: Héctor Yunes Landa.
Fue su azote Erick Lagos. Movía al fidelismo contra Héctor Yunes en 2010. Agitaba al priísmo y la cargada, todos abriendo cauces y espacios para la imposición de Javier Duarte.
Con esos finísimos priístas anda Héctor Yunes Landa, en su momento enemigos, peones de Fidel Herrera para impedirle contender por la gubernatura de Veracruz, o aliados y protegidos hoy de Javier Duarte para bloquear sus aspiraciones, apretarlo, someterlo y domesticarlo.
Va a las campañas de los priístas. Va pero no como figura central. Dice Héctor Yunes que lo hace porque la unidad es la clave para ganar. Y así es. Es clave para que ganen los fidelistas y los duartistas, los verdugos de los yunistas rojos, en 2010. ¿Masoquismo? Sí.
Se presta al juego el senador, oriundo de Soledad de Doblado. Los acompaña y usa el espacio. Publicita su maltrecha imagen. Destaca el valor de la unidad con quienes practican la exclusión, discípulos de Fidel Herrera y Javier Duarte.
Primero fue la reunión en la penumbra. Después sus amigos accedieron a espacios en el gobierno duartista. Luego la fractura con el senador José Francisco Yunes Zorrilla. Más tarde suavizó el discurso, justificó al gobernador, expresó que no hay conflicto. Y ahora es repollo del PRI.
¿Y luego qué? ¿Arrodillarse y pedir perdón?
Archivo muerto
Siente pena Gloria Santos Navarro pero esto no es de pena. Le robaron un anuncio espectacular con su imagen, con sus siglas panistas, con sus colores, con su mensaje electoral. Y Gloria dice sentir pena. Sólo quedó la estructura metálica, pero de la lona ni sus luces. Había el Partido Acción Nacional denunciado que el Partido Verde Ecologista de México realizó actos anticipados de campaña, pilladas las huestes de la diputada Mónica Robles de Hillman en pleno delito electoral, repartiendo camisetas y gorras verdes, así como despensas y litros de leche. Y anunció que daría curso a las denuncias penales. Un día después, el lunes 6, le roban el anuncio espectacular a la candidata del PAN, sin pasado político, urgida de una estrategia para proyectar su imagen pues no basta con que un sector de la sociedad de Coatzacoalcos sepa que dedicó un trecho de su vida a atender a los niños con cáncer, sino qué hará si llega al Congreso federal. Siente pena Gloria Santos, pero esto no es cosa de pena. Es delito electoral y alguien, quizá el marcelismo, amarra navajas para calentar la plaza… Fuego amigo en el PRI. Circulaban los autos de los priístas y ahí, sobre el malecón costero, se escuchaban las porras a Roberto Chagra Nacif. Regateaba el aplausómetro el candidato suplente, fidelista, ex síndico municipal, que no guardaba las formas, pues se trataba, supuestamente, de apoyar al candidato propietario, Rafael García Bringas. “Chagra, Chagra”, se oía y no “Bringas, Bringas”, como debía ser. Nada bien cayó entre los bringuistas la puñalada cuando apenas despunta la campaña hacia la diputación federal por el distrito de Coatzacoalcos. Circulaban los autos sobre el malecón costero y a la altura del asta bandera, resonaba el apellido del señor Chagra en su regreso político. A esto le llaman los priístas unidad… Lo que mejor le sale es repartir camisetas, entregar gorras, lanzar porras. Es la vuelta a sus orígenes, a las campañas, a la promoción priísta. Vuelve a liderar jóvenes. Así se le vio a Jessy Ramos, la diputada juvenil, el domingo 5, en la talacha por la que deben pasar quienes algún día serán autoridad y tendrán poder. Jessy Ramos llegó así a las campañas del PRI y ahí, observada por el candidato Joaquín Caballero Rosiñol, pasó al staff joaquinista, cercana a quien después sería alcalde de Coatzacoalcos. Vio en ella liderazgo y de ahí fraguó su trayectoria meteórica para convertirla, prácticamente de inmediato, en diputada en el Parlamento Juvenil de Veracruz, una farsa sin pies ni cabeza, una simulación del sistema porque lo que menos le preocupa a quienes ejercen el poder es escuchar al joven. Lo usan, lo manipulan y lo desechan. Sobreviven sólo los que se prestan a todo. Jessy Ramos, por ahora, es diputada y también reparte camisetas y gorras en los eventos del PRI. Algún día tendrá poder, si se presta a todo. Hoy está en lo suyo: la playera, la gorra y la porra… “No me obligues a que te parta la madre”. Es la voz del soberbio, del prepotente, del altivo, del tipo con ínfulas de sicario. “No me obligues a que te parta la madre”, vocifera con tono amenazante, la mirada clavada en su interlocutor, esperando una reacción. Hace alarde de poder, impune en sus atropellos e inmune a la ley y a la justicia. Dice ser la mano del duartismo y de algunos malosos más. Eso dice. Gato que mensajea, pendejo que se la crea…
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