Ocho semanas y la tragedia del río Calzadas sigue impune

* La Fiscalía no determina * Y Ana Fong sin declarar  * La aseguradora no indemniza  * Toledo se queja: no ha podido pagar el terreno donde sepultó a su hija  * Dos videos del rescate  * Mensajes de Whatsapp: Ana tuvo la culpa  * Cuando Víctor Carranza era sobajado por Nahle y Pepe Peña

Aterrado por la tragedia, el hombre se lanzó a las aguas del Calzadas. Llevaba un marro en la mano. Golpeaba los cristales de la camioneta blindada. Nada logró. Ni salvar a su hija, ni hoy hacerle justicia, ni algo que alivie el dolor.

Viendo extinguirse la vida, su retoño en la Suburban que se hundía en las aguas del río junto con otros seis jóvenes, luchó infructuosamente contra el destino.

Y por más que intentó quebrar los cristales o forzar las puertas de la unidad, el agua seguía introduciéndose en la camioneta hasta saturar el interior.

Aquel hombre –su identidad en reserva– tácitamente vio morir a su hija. Enfrentaba la fuerza del Calzadas, sus corrientes intensas sacudiendo todo, pegando jalones, arrastrando cuanto había a su paso, amenazando con llevarse la Suburban al torrente del río Coatzacoalcos, del que el Calzadas es afluente, y, con ella, los cuerpos de las víctimas que se hallaban en su interior.

Otros hombres se unieron al intento de romper los cristales de la camioneta. Entre el agua, flotando como Dios y la suerte les permitían hacerlo, situados a un costado de la camioneta blanca, alumbrados por potentes lámparas que fueron colocadas en el muelle, propiedad del empresario constructor Juan Carlos Fong Cortés, se podían ver sus cabezas, acaso sus rostros.

Y en un video que captó las maniobras, se escuchaban sus voces, y el sonido de los potentes motores de las grúas que intentaban realizar el salvamento, ubicadas al filo del muelle, ayudando con la luz de sus fanales a iluminar el trágico escenario, pues a esa hora, ya entrada la noche del sábado 13 de julio, sólo reinaba la oscuridad.

Y un segundo video, de 11 segundos de duración, muestra cómo en otro extremo del muelle, varias personas, algunas en traje de baño o bermuda, observan las maniobras. Uno de ellos toma la cadena con que fue asegurada la Suburban, con la cual la grúa intentaba subir la unidad o mantenerla ahí, evitando que la corriente la arrastrara.

Nada pudo hacer. Ni él ni los otros padres de los jóvenes. Ni les pudieron salvar sus vidas –preciadas vidas de entre 21 y 23 años– con un futuro por delante, unos concluyendo la universidad, otros ya profesionistas.

Siete semanas después, nada hace la Fiscalía de Veracruz. O lo hace para empantanar el caso y dejarlo al olvido. O existe la orden superior, una orden zacatecana de no realizar la determinación legal.

Ocho semanas y la Fiscalía no emite la determinación que especifique si fue accidente, homicidio imprudencial u homicidio imprudencial agravado; si Ana Fong López, hija del contratista, la conductora de la Suburban, es responsable; si le resulta responsabilidad por haber abandonado el lugar de la tragedia; si Ana Fong se marchó, viajó a Villahermosa al día siguiente, voló a Cancún, Quintana Roo, y de ahí a Miami. Y, sobre todo, por qué no se usaron los canales diplomáticos para que rindiera declaración.

Ocho semanas después, sigue el misterio. O el carpetazo. O la complicidad criminal.

La tragedia ocurrió el sábado 13 de julio. Desde el primer momento la Fiscalía de Veracruz encubrió al responsable. O a la responsable. Y todo apunta a Ana Fong López.

Cinco mensajes de Whatsapp, enviados al autor de INFORME ROJO, señalan a Ana Fong como la imprudente que generó la tragedia. Dos de ellos son categóricos: intentó subir la lancha que se hallaba en las aguas del río Calzadas al muelle y el peso la venció.

Reproduzco uno:

“La hija de Juan Carlos Fong saltó de la camioneta antes de que se le cayera. Ella iba manejando y se le fue para atrás sacando una lancha en el terreno de ellos. Y abrió la puerta y se aventó. Y la camioneta se fue para atrás con los 7 chamacos que se murieron y no pudieron salir. La camioneta era blindada. Que a la hija de Juan Carlos ya la sacaron de México. Fue en el terreno de ellos”.

A través de Whatsapp, la fuente envió el mensaje, el 14 de julio, a las 10:57 AM, un día después de la tragedia.

Reproduzco otro. En este se menciona que Ana Fong estaba alcoholizada:

“Ana Fong, alcoholizada, intentó conducir la camioneta en la rampa para sacar las lanchas cuando cometió un error de operación, proyectando la unidad al río y matando a los siete jóvenes, siendo la única que pudo escapar, según testimonio de otros jóvenes que se encontraban en el lugar, para después huir. Hoy se encuentra fuera del país”.

El mensaje, vía Whatsapp, fue recibido el 15 de julio a las 12:09 PM.

Abundan los detalles. Su autor, también de identidad reservada, insiste en el estado en que se encontraba Ana Fong. Revela que días antes, la joven aludió a la celebración de ese convivio y mostró en una fotografía varias botellas de alcohol en su cuenta de Facebook. Tras el accidente, la cuenta fue cerrada.

Ese mismo día, el 15 de julio, Miguel Toledo Orozco, padre de Kataline Toledo, difundió un mensaje que relevaba de culpa a Ana Fong.

“Ana Fong quiero decirte que te queremos mucho. Siempre fuiste buena persona y buena amiga con mi hija Catalina. No te culpamos de nada, hija. Te amamos. Familia Toledo Pérez”.

A eso siguió una avalancha de comentarios, los peritos del pueblo, los forenses sin idea de lo que dicen, determinando en las redes sociales que Ana Fong no tenía responsabilidad; que no se hiciera escarnio; que fue un accidente como suelen ocurrir; que no se incurriera en “amarillismo político”. Y enfatizaban, una y otra vez, que Ana sufre, que Ana perdió a sus amigos, que hay que entenderla; “son cosas que pasan”.

Pero hubo un usuario de Facebook que puso el dedo en la llaga: “Y como aquí en Coatza, Veracruz, México, reina la corrupción, con unos millones se compone todo y todos felices. Y como es hija de ese tal Fong, que ha de tener muchos millones, imagínense”.

Hoy, Miguel Toledo, padre de Katelyn Toledo Pérez, trasluce el dolor de perder a su hija y su desesperación por falta de recursos económicos. Y a la par, es víctima de extorsión criminal, el cobro de piso de la delincuencia.

“Ando sin chamba. Acabo de enterrar a mi hija. Debo hasta el terreno del panteón y todavía la delincuencia me dice que tengo que pagar piso”, escribió el 4 de septiembre.

Ocho semanas después, Toledo Orozco está revelando que no ha recibido indemnización alguna. De haber sido así, ya habría saldado el adeudo del terreno en que está sepultada su hija, en el cementerio Colinas de la Paz.

¿Por qué la aseguradora de la Suburban no ha hecho efectivo el pago a terceros, en este caso los familiares de las víctimas de la tragedia? Porque las aseguradoras suelen excusarse de responsabilidad si se determina que el responsable del siniestro se hallaba en estado etílico. ¿Y cómo lo haría la Fiscalía si Ana Fong se fue del país?

¿Por qué la Fiscalía de Veracruz, a cargo de Verónica Hernandez Giadáns, se abstiene de determinar, sea que se trata de un accidente sin responsables o sea que hay culpa en Ana Fong, quien presuntamente manejaba –hay quienes le imputan alcoholizada– la Suburban cuando cayó al río Calzadas?

Rocío Nahle, gobernadora electa de Veracruz, amiga del constructor Juan Carlos Fong, a quien le otorgó el primer contrato en Dos Bocas, un paquete de 5 mil millones de pesos, suele ofrecer justicia a quienes se le acercan. Machacona, dice en sus redes que habrá justicia en Veracruz. A los familiares de la enfermera del IMSS Coatzacolacos, Noriko Dallana Quezada Ruiz, asesinada por un ex novio, les ofreció justicia.

Pero hasta hoy, para los siete jóvenes fallecidos en la tragedia del Calzadas sólo hay impunidad.

No se admite un carpetazo. Se exige justicia.

 

METADATO

 

Soez, muy soez, Rocío Nahle solía maltratar a Víctor Carranza. Recuérdese lo que ocurrió en el hotel Brisa, en 2018. Tácitamente acorralado, su espalda estampada en la pared, el entonces alcalde de Coatzacoalcos sentía en su pecho los manotazos de la zacatecana que ya se veía en el poder. “Tú no eres nada sin nosotros”, oyeron también los morenistas que atestiguaron el episodio. “Eres un pendejo”, le soltó Pepe Peña, marido de Nahle. Y algunos optaron por retirarse. Otros quedaban atónitos, perplejos ante la muestra de soberbia de la candidata de Morena al Senado de la República. Los manotazos en el pecho de Carranza prendían alertas. Su hombre en la alcaldía de Coatzacoalcos era sobajado, denigrado, y no tenía respuesta. Callaba y se dejaba maltratar. Cuentan hoy los morenistas que Nahle, con poder, será peor. Más alevosa. Más violenta. Más altanera. Más histriónica, victimizándose de una guerra sucia que no existió, entre quejidos y pujidos por el acoso con drones en la mansión de 50 millones de pesos en El Dorado, en su isla en Boca del Río. O llamándose difamada por las revelaciones del empresario Arturo Castagné Couturier de su riqueza descomunal; difamación que no existió desde el momento en que la zacatecana exhibió las escrituras de las propiedades y confirmó que de millonaria pasó a ser supermillonaria en un santiamén. No es que el poder transforme; sólo saca la podredumbre que se lleva dentro…

 

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Fotos: Especial