* Levantan al “cura rebelde” * Sospechas sobre el alcalde Azamar * Embozados atacan la presidencia * El ingobernable Veracruz * Se va Pelegrín * Pírrica victoria de los alcaldes * ¿Y Flavino cuándo? * Migajas para Caballero
Otra turba, en el sur, se agita y protesta tras el plagio de un sacerdote. Se infiltran rufianes e incendian el palacio municipal de Catemaco, una patrulla, una motocicleta de policía, lo que encuentran a su paso, y saquean la casa del alcalde Jorge González Azamar. Es el Veracruz ya ingobernable.
Un levantón, el del padre José Luis Sánchez Ruiz, el viernes 11, sacude a Catemaco, y a Veracruz, desatando una oleada de reclamos, enardeciendo a la sociedad pues el cura alza la voz y denuncia la opresión, incómodo para Javier Duarte cuando era gobernador, para el edil al que fustiga a menudo, para los caciques de la región.
Mes y medio atrás, el 20 de septiembre, otro hecho de violencia golpea a la iglesia católica. Dos sacerdotes fueron plagiados en Poza Rica, golpeados por sus captores hasta saciarse, llevados a un trágico destino.
Sus cuerpos sin vida aparecieron un día después con huellas de tortura, en Papantla. Y la Fiscalía General, con Luis Ángel Bravo Contreras al frente, da palos de ciego, difunde versiones sin fuerza, que si los verdugos convivían con sus víctimas, que si “libaban” todos, que si fue un robo y terminó en un crimen.
Brinca y se alborota la curia católica. Avasallan a “Culín”, el fiscal de Veracruz. Le abollan el ego, obligado a recular, a decir que siempre bebían víctimas y victimarios.
Hoy, la violencia pega de nuevo en los católicos, sacudidos por el agravio, por el tufo a oficialismo en el ataque, por la certeza de que la serie de amenazas se transformaron en agresión. Esta vez, sin embargo, quizá por la presión social, la víctima volvió con bien.
Irrita al pueblo, a su feligresía, el plagio del ministro católico Sánchez Ruiz, el “cura rebelde”, de voz crítica, que lo mismo exhibe los agravios de Javier Duarte en sus días de gobernador de Veracruz, que el atropello a la ley de la clase política.
Su desaparición se establece a las 9 de la mañana del viernes 11. Gente cercana, colaboradores suyos, llegan a la casa parroquial. Hallan la puerta abierta y aprecian signos de violencia. Hay un desorden total entre sus cosas. Y del sacerdote nada.
Dice el despacho de la agencia UNO Noticias:
“Se procedió a llamarle por teléfono y no respondió, su vehículo se encuentra estacionado en su garaje y todas sus pertenencias se encuentran completas.
“Se presume que fue privado de su libertad, se han iniciado las averiguaciones previas por los peritos correspondientes, cabe señalar que en sus predicaciones dominicales ha hablado sobre la situación de inseguridad en Catemaco, y en meses anteriores ya había recibido amenazas”.
Trasciende el levantón. Suenan las campanas de la iglesia de los Doce Apóstoles. Se congrega la grey católica. Se estrujan y consternan. Inicia así una jornada de oración por su regreso con bien.
Pasan las horas y se inquieta el pueblo. No hay respuesta ni se percibe acción alguna para dar con el padre José Luis Sanchez Ruiz.
Tarde del viernes 11. Crece el reclamo al alcalde Jorge González Azamar. Lo responsabilizaban del levantón. Lo increpaban por las amenazas sobre el cura. Así cae la noche y los feligreses temen lo peor. Es un escenario de angustia e ira.
Un día después, el sábado 12 a mediodía, un grupo embozado, cubiertos sus rostros, presunta la gente de Wilfrido Reyes Martínez, líder de la Organización del Gobierno Autónomo Indígena, le prende fuego al palacio municipal.
Otra versión atribuye la quema de palacio al mismo alcalde, que en un afán de borrar evidencia de sus tropelías envió vándalos a violentar la protesta.
Ya antes, al ocurrir el plagio, los pobladores acusaban a González Azamar.
“Al no encontrar al alcalde, lo fueron a buscar a su casa, en donde no se le pudo localizar, los inconformes, culpan al alcalde, Jorge González Azamar, de ser el autor intelectual del plagio del sacerdote, quien en sus misas, se pronunciaba en contra de inseguridad en Catemaco”, refiere el periodista Juan Antonio Valencia.
A todas va el “cura rebelde”. Si hay quejas por el cobro excesivo de tarifas eléctricas, encabeza los reclamos. Si es por la violencia en el municipio de Catemaco, igual. Si son los abusos de clase gobernante, Javier Duarte antes de dejar el cargo, el alcalde González Azamar, los caciques de la región, iba al frente. Es su compromiso social.
De la personalidad del sacerdote cuenta Ignacio Carvajal, en Blog Expediente MX:
“ ‘No le gustaban las injusticias. Para luchar contra ellas vivía. Por eso no dudó en meterse a las protestas contra la CFE. Era una causa del pueblo y la feligresía exigía su liderazgo’, relató su colega Aarón Reyes.
“Cuando el padre no se encontraba dando misa —agrega—, su tiempo lo usaba en obras de acción social o a la prédica de la palabra de Dios.
“Y si no era así, se ponía a leer un libro. Su favorito, y lectura obligada por las mañanas, cuando iniciaba el día a las 6:00, la Liturgia de las Horas. En esos textos encontraba la sabiduría y fortaleza necesaria para no desfallecer en el Veracruz gobernado por Javier Duarte de Ochoa y el México de Enrique Peña Nieto.
“ ‘Cuando pasó lo de la electricidad, por ejemplo, el sermón de ese día lo dedicó a criticar al Presidente Enrique Peña Nieto pues él en campaña había prometido bajar el precio de la energía, y no fue así’, dice Aarón Reyes.
“A las pocas horas de darse la noticia del atentado, repicaron las campanas en la parroquia de los Doce Apóstoles para llamar al pueblo a una jornada de oración por su pronto regreso y con bien.
“Sin embargo, al paso de las horas, y al ver los feligreses que las autoridades no daban resultados, a alguien se le ocurrió tomar la carretera 180 Matamoros-Puerto Juárez, una de las principales vías de comunicación entre el norte y el sur del país.
“Con el bloqueo, expusieron, sí harían presión contra el Gobierno para que buscaran al sacerdote. A la protesta se sumaron grupos de Antorcha Campesina y Pueblos Indígenas Unidos, más otros liderazgos de la región inconformes con la brutalidad de la violencia en Los Tuxtlas. Al cumplirse 24 horas de su ausencia, los inconformes tomaron el palacio municipal de Catemaco para presionar al alcalde, Jorge González, quien ha tenido la virtud de gobernar en tres ocasiones su pueblo, pero nunca lo ha sacado del retraso ancestral.
“Como el Alcalde no les solucionó nada, se fueron en vilo sobre una de las patrullas, le echaron combustible y le prendieron fuego en medio de la plaza pública. De ahí, igual de molestos y coléricos, marcharon a la casa del presidente municipal, quien nada pudo hacer para evitar que la turba saqueara su casa y le causara daños.
“ ‘Lo del agua al agua’, ‘eso te pasa por ladrón y corrupto’, ‘regresa al pueblo un poco de lo robado’, decían anónimos responsables del saqueo en la residencia del edil y en una tienda departamental de la zona centro, donde igual casi todos los negocios cerraron ante la cólera regada en las calles de Catemaco”.
Proliferan las imágenes del palacio municipal ardiendo. Una patrulla es consumida por las llamas. Saquean la casa del alcalde. Y en plan estelar, varios hombres, el rostro cubierto con paliacates, sentados en un escalón del corredor de la presidencia municipal.
Otros se pasean y posan para la lente de los fotógrafos. A uno se le capta vistiendo una camiseta del Partido Nueva Alianza, rémora del PRI.
Sánchez Ruiz apareció por sí mismo, golpeado, en estado de shock, el domingo 13 por la madrugada.
No lo halló la Fiscalía. No lo encontró la Secretaría de Seguridad Pública. Se enteró “Culín” que había salvado la vida por un comunicado de la Diócesis de San Andrés Tuxtla, a la que pertenece Catemaco.
Para bien de todos, el “cura rebelde” la libró.
Sin timón ni vela, el piloto de pelada, el falso piloto inepto superlativo, Veracruz es la mayor acepción del caos, socavadas las instituciones, en la quiebra y en manos de los violentos.
Primero Javier Duarte que dimite. Luego que huye, enterado que sobre él pesa una orden de aprehensión, acusado de lavado de dinero, defraudación fiscal, incumplimiento de un deber legal, peculado, enriquecimiento ilícito.
Flavino Ríos es impuesto por la mafia duartista en el Congreso estatal —siete diputados rémora de 10 que integran la Comisión Permanente— violando la Constitución pues al haber ausencia definitiva de Javier Duarte, los 47 días que le restaban a su administración, sólo el pleno de la Legislatura podía designar a un gobernador sustituto, no interino. O sea que Veracruz en realidad no tiene gobernador.
Luego la toma del palacio de gobierno en Xalapa. Más tarde la toma de Casa Veracruz, en ambas por alcaldes del PAN y PRD que reclaman por el desvío de partidas federales que retuvo la Secretaría de Finanzas y Planeación del Gobierno de Veracruz, obvio el desvío pues el titular, Antonio Gómez Pelegrín, a su lado el gobernador interino, Flavino Ríos Alvarado, reconoció que usó el dinero para financiar el gasto corriente del gobierno estatal.
Ahora es el levantón de un sacerdote que denuncia la injusticia.
Ahora es la quema del palacio municipal de Catemaco.
Ahora es el saqueo de la casa del alcalde.
Es la ingobernabilidad total.
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Archivo muerto
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Pírrica victoria de Miguel Ángel Yunes Márquez y sus 50 alcaldes rebeldes. Se va el secretario de Finanzas, Antonio Gómez Pelegrín, y comienzan a darse por satisfechas sus demandas para liberar el palacio de Gobierno de Veracruz. Pírrica victoria porque ver rodar la cabeza del confeso delincuente —admitió que desvió las partidas federales de los municipios— es nada comparado con la quiebra financiera de la que no tienen cómo salir el gobierno de Veracruz y los ayuntamientos. Se va Gómez Pelegrín y se queda Flavino Ríos, el falso gobernador, copartícipe en el desvío de partidas federales, quien consintiera que con el dinero de los municipios se financiara el gasto corriente del gobierno estatal, quien facilitara con un helicóptero oficial la huida de Javier Duarte, el ex gobernador hoy prófugo de la justicia; Flavino, a quien en el duartismo ya comienzan a verlo como un traidor. Llega Clementina Guerrero, yunista azul que desde ya comienza a ejercer el control de los dineros, las partidas federales y la información que Javier Duarte no pudo encubrir. Dos semanas apoderados del palacio de gobierno, una semana en sus manos Casa Veracruz, y hay jolgorio porque un peón menor de este ajedrez es sacrificado. Mucho ruido para tan pocas nueces… Migajas le dan a Joaquín Caballero y vuelve a quedar igual. Con 15 millones de pesos que le traslada el gobierno de Veracruz sólo podrá cubrirse la nómina del personal sindicalizado y operativo para no dejar de realizar el servicio de Limpia Pública en Coatzacoalcos. Es el 8 por ciento de las participaciones federales correspondientes a octubre, que en total suman 183 millones de pesos. Con ese depósito disminuyó la deuda a 168 millones, pero el jueves 10 debieron recibirse otros 7 millones del Fondo de Fortalecimiento a la Seguridad (Fortaseg), y no ocurrió así, lo que dispara la deuda a 175 millones de pesos. Para el viernes 11 se esperaba el traslado de las participaciones federales correspondientes a noviembre, 32 millones, pero no se reflejaron en las cuentas bancarias del ayuntamiento. Así la deuda crece a 207 millones de pesos. Los 7 millones de pesos del Fortaseg los recibió el gobierno de Veracruz el 2 de noviembre pero no los trasladó en los cinco días hábiles que establece la Ley de Coordinación Fiscal, lo que implica desvío de recursos públicos. Y a eso se agrega que el perredismo rojo, el PRD oficialista, el que todo le aplaudió a Marcelo Montiel y a Marco César Theurel Cotero —“Te rompo tu puta madre”—, o sea el clan Raúl Vértiz-Mayra Gutiérrez y rémoras y anexas, exigen que el Congreso de Veracruz intervenga la Tesorería del ayuntamiento de Coatzacoalcos porque nadie ve donde están los mil 200 millones que ejerce —o dice que ejerce— el alcalde Joaquín Caballero Rosiñol y que no se han traducido en obras. Ya viene la embestida yunista azul sobre el edil de Coatzacoalcos…
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Foto: La Capital