Carmen Aristegui

Caso Aristegui: la mano fascista de Peña Nieto

Incómoda, beligerante, sobre todo libre, Carmen Aristegui irritó al presidente por la Casa Blanca de La Gaviota, la mansión de Luis Videgaray, los contratos de Higa, los 43 de Ayotzinapa, el desastre de gobierno y la explosión social. Lo llevó al borde. Lo desquició. Y le hizo mostrar que el puño de Enrique Peña Nieto es el puño de un fascista.
MexicoLeaks, como dice la empresa Multivisión, no es el problema. No lo es, tampoco, el uso de la marca indebidamente, como atribuye a dos reporteros, Daniel Lizárraga e Irving Huerta, al dar a conocer que el espacio Noticias MVS formarían parte de la nueva plataforma de información altamente documentada.

Samuel Muñoz de la Rocha

El fraude de San Samuel Muñoz

Manuel Bringas Burelo tiene un problema. Se llama Samuel Muñoz de la Rosa. De la mano de su “abogado” engaña y engatusa, ofrece el paraíso y lo vende en cómodos paguitos, urdido el negocio de la tierra a punta de invasión. ¿Su secreto? Una escritura pública que hace tres años dejó de tener validez. A eso se le llama fraude.
Manuel Bringas se vende como un ingenuo y Samuel se renta como un santo. Pero ni uno ni otro son así. Encantan a los necesitados, ofertan predios que no son suyos, fraccionan terrenos al margen de la ley y acumulan denuncias como sólo un vendelotes de alta escuela podrían enfrentar.

Luis Ángel Bravo Contreras

El fiscal y las “acusaciones de oídas”

Histriónico, Luis Ángel Bravo Contreras llegó al Congreso de Veracruz. Buscaba reflectores. Llevaba su egolatría, la metrosexualidad. Y nada más. Olvidó que en un juicio de desafuero, como en una instancia legal, cuentan las pruebas, y los hechos, y sobre todo, la verdad.
Nada nuevo llevó al Congreso donde se desahoga el juicio de desafuero contra el alcalde de Medellín de Bravo, Omar Cruz Reyes, sobre quien pesa la imputación de ser el autor intelectual del crimen del periodista Moisés Sánchez Cerezo, levantado y asesinado el 2 enero en El Tejar.

Gonzalo Guizar

El factor Gonzalo Guízar

Tatuado en la piel, lleva Gonzalo Guízar Valladares el sello del PRI, el viejo y el nuevo, el del fraude y la violencia electoral. Sirvió a ese partido, dio y recibió. Hizo trabajo sucio y cobró por su oficio: regidurías, diputaciones, cargos públicos, la dirigencia tricolor. Sabe de las formas, conoce sus entrañas, lo ayudó a vivir y vivió de él.
Su esencia es priísta, formado en la mecánica del poder, en la cercanía de los poderosos, en la institucionalidad que sin pudor lo lleva ahora a exhibirse como presidente del Partido Encuentro Social en Veracruz mientras se trenza en un abrazo con el gobernador Javier Duarte de Ochoa. ¿Enemigos? Ni pensarlo.

Pepe Yunes

Pepe Yunes se sacude a Héctor Yunes

Héctor Yunes quisiera que Pepe Yunes no hablara, no pensara y no actuara. Lo quiere dócil y manejable. Lo ve a su lado, pero qué mejor, sometido. Quiere pastorearlo. Que endurezca el discurso y luego lo suavice. Que enfrente al gobernador Javier Duarte, lo desaire y luego se reconcilie.
Así venía sucediendo hasta que José Francisco Yunes Zorrilla, senador por Veracruz, oriundo de Perote, cortó las ataduras y mandó al diablo la tutela de su perverso tío, sus truculencias y maquinaciones, la trampa y el engaño.

Javier Duarte de Ochoa, gobernador de Veracruz

Saqueo e impunidad: el desgobierno de Javier Duarte

Por el desgobierno de Javier Duarte han pasado pillos y ratas, atracadores profesionales y traficantes de dinero. Usan el erario para comprar y someter. Ostentan insultantes fortunas. Se corrompen y corrompen. Y para ellos, los bufones del reino, dispone su guía moral de un kilo de impunidad. Con eso les basta.
Ha llevado Javier Duarte a Veracruz a un estado de insolvencia, desvío de recursos, ocultamiento de información, simulación financiera, saqueo descarado, trampas para evadir la ley, y siempre, siempre, la burla a la Auditoría Superior de la Federación.

Espectácular de Luis Guillermo Lagunes Díaz

Javier Duarte, el espectacular, la recompensa

Isabel Miranda de Wallace lo hizo. Publicó un espectacular. Tenía la imagen de un secuestrador, responsable de la desaparición y muerte de su hijo. Pedía informes sobre su paradero y ofrecía una recompensa. Así cimbró las estructuras del poder y después ya nada fue igual.
Luis Guillermo Lagunes Díaz aparece en uno igual. Hay, sin embargo, una diferencia. Luis Guillermo es la víctima, desaparecido hace año y medio, como si la tierra se lo hubiera tragado.

Renato Tronco Gómez

La vena cómica de Renato Tronco

Adolecía la política de un bufón y ya lo tiene. Es Renato Tronco. Fue alcalde, es diputado, es un hablador compulsivo, pesa sobre él la imputación formal de ser autor intelectual de un crimen y quiere ser gobernador de Veracruz.
Renato Tronco tiene ya un lugar en la picaresca política y además de su conducta netamente delictiva —golpeador de manifestantes, agitador que bloquea carreteras, protector de giros negros—, goza con el chantaje verbal y el ataque a sus enemigos pero también, y cuando puede, a sus amigos.

Nuvia Mayorga y los ladrones de elecciones

Nuvia Mayorga: los “ladrones de elecciones”, cosa del presente

Nuvia Mayorga sufre un déficit de credibilidad. Miente mal y quien miente mal, no engaña. Dice que el episodio de los “ladrones de elecciones” es cosa del pasado, que “ya quedó atrás” y que los programas sociales no se usarán para intimidar al votante. No se le puede creer. Nuvia falta a la verdad.
Nuvia Magdalena Mayorga Delgado vive un sueño, pernocta en los cuernos de la luna y cree que esa luna es de queso.

Maryjose Gamboa, libre.

Maryjose Gamboa: que encarcelen siete meses a Javier Duarte

Le hace falta un escarmiento. Siete meses en prisión son muchos y no tanto. Muchos para el inocente; no tanto para el delincuente. Debiera sufrirlos Javier Duarte, sentir el abandono, el aislamiento, la impotencia, vivir el encierro, dejar que permee el miedo en la piel. Y así quedar. ¿Por cuánto? Siete meses y algo más.
Javier Duarte de Ochoa se merece eso y más, ser vapuleado, denostado por la sociedad, condenado moralmente por su infinita capacidad para el abuso, pues envió a prisión a la periodista María Josefina Gamboa Torales, siendo inocente, víctima de quienes aplican la ley.