Coatzacoalcos no estaba descompuesto, pero Javier Duarte lo echó a perder. Lo llenó de piedras. Forzó una candidatura que nunca llegó. Generó un conflicto al interior del PRI. Y hoy, el distrito más seguro de Veracruz va a caer en manos de la oposición. O mejor dicho, de un infiltrado en la oposición.
Entre el marcelismo hay estupor. No asimilan cómo una candidatura que se concibió con tiempo, que obedeció a pactos y amarres, que provino de un acuerdo con el gobernador de Veracruz y más allá de él, se frustró en cuestión de minutos, en la víspera del registro en la sede estatal del PRI.
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