Para Columba Campillo hubo una marcha, un reclamo social, la condena de todos, acción judicial veloz, inmediata, y la voz de un gobernador, Javier Duarte, que pregona su indignación porque Veracruz, lo diga o no, se le ha llenado de muertos y vive un baño de sangre brutal. Para Hugo Carvajal Blanco no.
Por Columba Campillo hay dolor, pues a sus 16 años apenas comenzaba a vivir, su vida limpia, sus sueños que iban forjando una ilusión, alegre, socialmente plena. Por Hugo no.
Autor: Mussio Cárdenas Arellano
Arturo Bermúdez: su policía secuestra
Ilusos los veracruzanos que suponen que el problema es el delincuente. Qué error. El enemigo real está en casa, en las fuerzas de seguridad, en la policía acreditable, en los mariscales y en su tropa, que asaltan, roban, torturan y hasta se dan tiempo para secuestrar.
Es la policía del general Bermúdez, Arturo Bermúdez Zurita, condecorado de West Point, vicegobernador de Veracruz, todopoderoso e impune pues para el entrañable amigo de Javier Duarte, el intocable Bermúdez, además de poder, hay disimulo y complicidad.
Columba Campillo: el fiscal embarcó a Javier Duarte
Javier Duarte sigue en la cresta del escándalo y merece más. Se lo debe a su fiscal. Luis Ángel Bravo Contreras lo trepó en el caso Columba Campillo, le vendió la pista de Ileana Mortera, lo ubicó en un escenario de insensatez y lo llevó a enfrentar una crisis de credibilidad descomunal.
Pasan las horas y el gobernador de Veracruz continúa ahí, acusado de todo, vilipendiado por miles de usuarios de las redes, por la gente en las calles, por los colonos de abajo, los abandonados que viven de la migaja, del programa social, de la dádiva partidista.
Columba Campillo: algo no le cuadra a Javier Duarte
Es inmensa la ola de sangre que revuelca a Javier Duarte. Lo azota y lo destroza. Y él, diezmado por la muerte de miles, por las ejecuciones y ahora por el secuestro y crimen de Columba Campillo, habla en abstracto, sin reconstruirse, sin infundir tranquilidad, sin convencer que Veracruz se salvará.
Apabullado por la ira popular, por el reclamo de 8 millones de veracruzanos que ven el regreso de la violencia, la disputa del territorio, el tutelaje de los criminales sobre las instituciones, el gobernador vuelve al lugar común, al discurso sobado, a la demagogia de siempre: Veracruz está funcionando.
Columba Campillo e Ileana Mortera: las truculencias del fiscal
Columba Campillo despertaba a la vida. Un día se fue. Sufrió un secuestro, laceraron su cuerpo, le inyectaron una sustancia y sofocaron su respiración. Dejó de existir, agraviada por el odio, atrapada en la violencia, víctima de una mente criminal y de la impunidad que atiza el delito.
Corría por el malecón de Veracruz, la mañana del miércoles 6. De ahí no se volvería a saber. Se alertó su familia. Movió a amigos. Generó un reacción social, una vez que trascendiera su plagio, se conociera su identidad, se advirtiera que sí, que a sus 16 años, apenas despertaba a la vida.
Javier Duarte: la pandilla y la cárcel
Algo pasó. En seis meses la PGR fue omisa, calló, no actuó. Dormía la denuncia que la Auditoría Superior de la Federación interpuso para actuar contra la pandilla de Fidel Herrera Beltrán y Javier Duarte, acusados de malversar por lo menos 2 mil 100 millones del erario federal. Y de pronto, el Congreso de la Unión apretó.
Día negro para la fidelidad y su extensión política, el duartismo. Sube a tribuna en la Comisión Permanente, el miércoles 6, el senador panista Fernando Yunes Márquez. Propone el punto de acuerdo con el que se exhorta a la Procuraduría General de la República a actuar. Y todos le dicen que sí.
Veracruz: otro baño de sangre
Por la mente de Javier Duarte no pasa nada. Todo está en blanco. Veracruz, en cambio, se tiñe de rojo por la sangre que brota en cada rincón, los ejecutados por la delincuencia, los cuerpos cercenados que aparecen aquí y allá, el miedo que se transpira, el terror en su más brutal expresión.
Dice el gobernador que no pasa nada. Veracruz es un paraíso. Y sí. No pasa nada cuando se vive rodeado de escoltas, a costo millonario para el erario, a su alcance helicópteros, aviones y vehículos blindados, la burbuja del poder.
Armando Saldaña: 12 periodistas veracruzanos asesinados
Le guste al duartismo o no, lo desvirtúe o lo tenga que asumir, Armando Saldaña Morales representa hoy más que un nombre: es el doceavo periodista asesinado en los días del reinado de Javier Duarte en Veracruz.
Su muerte ocurre a tres años de la partida de Regina Martínez Pérez, ultimada el 28 de abril, y de Gabriel Huge, Guillermo Luna Varela y Esteban Rodríguez, victimados brutalmente, el 3 de mayo siguiente. Todos de 2012.
Los otros periodistas ejecutados
Regina Martínez fue el parteaguas de la crisis, el detonante, metástasis del cáncer duartista. Su muerte puso los ojos de todos sobre Veracruz, evidente el peligro, el riesgo, el clima de hostigamiento hacia la prensa crítica, ruin el ambiente, el desprecio de un tipo que por accidente político, por el capricho de Fidel Herrera, llegó a ser gobernador.
Regina murió en su hogar, la tarde del 28 de abril de 2012. La hallaron sin vida, sobre su piel las huellas del odio, estrangulada, agraviada, silenciada por lo que sabía, por la información que atesoraba y por lo que llegó a escribir.
Marcelo Montiel: videos que incriminan
“Cruzada por el fraude”, les dicen con sorna. Vulgarizan así la “Cruzada contra el Hambre” del maltrecho gobierno peñista, que usa por segunda vez en Veracruz desde que el PRI regresó a Los Pinos los programas sociales para ganar elecciones, que dispone de cientos, casi mil millones de pesos, porque de otra forma no sabría cómo permanecer en el poder.
“Cruzada por el fraude” replica en las redes sociales, suyo el escarnio de los internautas, e impacta en el gobierno federal, tocada la Secretaría de Desarrollo Social, su titular Rosario Robles Berlanga, y el delegado estatal, Marcelo Montiel Montiel, al que le escarban y, como siempre, le encuentran pecados en su paso por las instituciones.