Hay de todo en el PRI, menos unidad. El desayuno de los priístas es, pues, una farsa. Acudió Alfredo Ferrari Saavedra, líder estatal del PRI; Corintia Cruz Oregon, secretaria general, la favorita del duartismo, y de los dos no se hace uno. Simulaban unidad las corrientes priístas que se odian, se atacan, se bloquean y se agreden, hecho campo de batalla Coatzacoalcos, al aire su candidato a diputado federal, Rafael García Bringas. No acudió el líder priísta local, Luis Rafael Anaya Mortera, al ágape del domingo 17, pero desde el DF reía a morir; Marcelo Montiel Montiel, dueño de los marcelistas, cuyo grupo será responsable de la derrota en la elección del 7 de junio pues el gallo montielista, Víctor Rodríguez Gallegos, fue desplumado antes de iniciar la contienda, negándole Javier Duarte la candidatura; desairó a Ferrari Saavedra el gerente de CONAGUA en Veracruz, Iván Hillman Chapoy, líder de Grupo Integra, de minúsculo poder, sobrevaluado por ser el yerno a modo en el Clan de la Succión, los Robles y su pandilla, pero cuya gestión como alcalde de Coatzacoalcos se significó por administrar 2 mi millones de pesos y no hacer nada. Entre los priístas no hay unidad. Van, comparten el plato, sorben del mismo popote, pero se odian a morir. Unidad pregona Ferrari Saavedra cuando sobre el líder moral de los priistas pesa la imputación la malversación de recursos del Fideicomiso del 2 por Ciento a la Nómina, que le tocó encabezar. Todo un ejemplar… Algo así como 300 millones de pesos dejó de pagar Marco César Theurel Cotero —“Te rompo tu puta madre”— en sus días de alcalde de Coatzacoalcos a proveedores, prestadores de servicios y constructores, herencia para su sucesor, Joaquín Caballero Rosiñol. Año y medio después, la deuda apenas disminuye, pues el joaquinismo encontró vicios y transas en la asignación de contratos. Si quieren cobrar, que interpongan las denuncias correspondientes, que le finquen responsabilidades a quienes suscribieron los contratos, que llamen a cuentas a mismo Theurel. Son 300 millones, muy aparte de los 500 millones contratados con Banobras, los que se generaron por la bursatilización del impuesto por tenencia vehicular y otros créditos bancarios que andan bailando. Y cree Marcos Theurel que su regreso es espectacular… Se llama Marcos Samuel Hernández Villanueva y es el candidato a diputado federal del Partido del Trabajo por el distrito de Acayucan. Denuncia dos atentados: uno, el que sufrió uno de sus ayudantes, Juan Espinosa Tenorio, cuando un individuo se abalanzó sobre él, machete en mano, y pretendió matarlo, y el mensaje en que le dicen que “le bajas de tono a tu campaña o van a amanecer embolsado”. Ocurre en el distrito donde gobiernan las hermanitas Vázquez Saut, donde el candidato priísta es Erick Lagos Hernández, el hijo político de Fidel Herrera Beltrán. Ocurre donde Morena y su candidata, Janix Liliana Castro Muñoz, llevan la delantera. Ocurre en Acayucan, cuya aduana, si no la salva El Terrible Erick, no habrá sueño de ser gobernador en 2016, así sea la de dos años. Por lo pronto, Acayucan vuelve a ser noticia violenta… Siente que lo hostigan, que se la cobran, que quieren sacar agua de las piedras. Juan Carlos Charleston Salinas, candidato del Partido Humanista en Coatzacoalcos, será auditado, fiscalizados sus gastos de campaña, el uso de los recursos que tiene en su mano para ser diputado federal. Lo insólito del caso es que Charleston no ha recibido un peso del Partido Humanista. Lo dejaron solo. No le asignaron el presupuesto que por ley le debió dar su partido. Únicamente le enviaron algo de propaganda. Su cuartel de campaña es una casa de lámina que le fue prestada. Charleston es el candidato que ha increpado al vocal presidente de la Junta Distrital del INE, Enrique René Gamboa Márquez, por no promover el voto, por no presionar a los partidos políticos para que aterricen los recursos que deben ejercer los candidatos. Charleston lo llamó autista, porque, dice, no ve ni oye, y hoy resultó ganador en el sorteo para ser fiscalizado. Vaya casualidad…