* Traficante de la pobreza * Los programas sociales a cambio de votos * Reventar y pactar con los adversarios * David Porras y el crimen de La Mayra * La Potra y el muerto * A dividir el cabildo de Minatitlán * Marcelo y los electricistas del pastor * El nieto canadiense * Gustavo Linares, violador de derechos humanos
Por donde ha ido, sea una alcaldía, sea el Congreso de Veracruz, sea el gobierno estatal, sea el PRI, Marcelo Montiel Montiel va dando cuenta de su infinita capacidad para corromper, robar elecciones, reventar adversarios, ocultar muertos, maquillar crímenes y pactar, si es posible, hasta con el diablo.
Trepado en el carruaje del poder, hoy es delegado de la codiciada Secretaría de Desarrollo Social federal en Veracruz, aunque el chip de su memoria RAM aloje una cadena de datos de alta explosividad: la contracampaña marcelista al candidato presidencial priísta, Enrique Peña Nieto, en el distrito de Coatzacoalcos, en 2012, donde El Peje López Obrador lo barrió.
Aquella anécdota fue documentada por el alcalde Marco César Theurel Cotero —“Te rompo tu puta madre”— en una serie de videos que difundió primero en portales de noticias afines —imagendelgolfo.com, de la succionadora familia Robles, José Pablo, Mónica y Roselia, mitad rojos, mitad amarillos— y luego en la prensa local y estatal, multiplicados los testimonios de que Marcelo quería todo, menos que ganara el hoy Presidente de México.
Sabrá en qué andarían pensando Rosario Robles Berlanga, ex de Ahumada, secretaria de Desarrollo Social, y quienes califican los nombramientos en el equipo peñista, cuando avalaron a Marcelo Montiel, pero el tema sin duda no pasó por el filtro de la honestidad y mucho menos por el de la lealtad.
Marcelo Montiel, alias “La Esmeralda”, no es un lobo estepario que sepa sobrevivir lejos de la manada. En sus días en fuga, a salto de mata porque Agustín Acosta Lagunes emprendió una cruzada para aniquilar al hernandezochoísmo, saboreó el exilió en el Estado de México y en el Distrito Federal.
Apadrinado por Carlos Brito Gómez, su inventor, se vinculó a corrientes mexiquenses y defeñas, a Mario Ruiz de Chávez, a Roberto Madrazo Pintado, y a quienes hace treinta años no imaginaban que algún días llegarían a Los Pinos, el equipo de Alfredo del Mazo, de Arturo Montiel y del mismo Peña Nieto.
Se le sabe priísta, se le sabe cuadrado en la mecánica del PRI —con el candidato que diga el partido aunque sea enemigo— y se le sabe consciente de que la traición es una factura que se paga con sobreprecio, pero en la campaña presidencial Marcelo Montiel sólo operó para su candidato a la diputación federal por Coatzacoalcos, Joaquín Caballero Rosiñol, y no para Peña Nieto. La votación entre uno y otro fue abismal. Y la derrota de Peña Nieto ante el izquierdista López Obrador fue para recordar.
Un año más tarde, desde la Secretaría de Desarrollo Social estatal, impuso a su candidato, Caballero Rosiñol, en la alcaldía de Coatzacoalcos, lo que lo hace dueño del segundo presupuesto municipal más alto de Veracruz. Y luego llegó el choque con el gobernador Javier Duarte de Ochoa, cuya ingenuidad lo hizo pensar que Marcelo Montiel aceptaría irse al PRI por dos años, congelado.
Llegar a la delegación de la Sedesol federal en Veracruz es robarle un pedazo del “pinche poder” a Fidel Herrera Beltrán y mandar por un tubo al Javier Duarte. Sedesol es la cereza del pastel y un cúmulo de recursos, el control de los programas sociales, de Oportunidades, de 65 y Más —“oro molido”, diría el mapache Salvador Manzur—, el abasto de leche, las despensas de Diconsa, el cemento, las láminas, la varilla y toda ayuda que aterriza en las promotoras del PRI.
Según la mafia fidelista, entre ellos el gordobés Duarte, Sedesol federal era suya, pero el escándalo de los mapaches de Boca del Río, el robo de los programas sociales, los videos y audios que exhibieron los Yunes azules, despeñaron a Ranulfo Márquez Hernández, “Cabeza de Lata”, y Peña Nieto aprovechó para colocar a Marcelo Montiel como cuña y quitarle a Fidel Herrera los recursos millonarios de la dependencia y su uso electoral.
Poco sabe Marcelo “La Esmeralda” Montiel del pudor y mucho, en cambio, del descaro. Sus dotes de mapache ya los tenía, pero quedó evidenciado en la elección municipal, este 2013. Le fue descubierto un cargamento de cemento, adquirido por la Sedesol estatal con recursos federales, del programa Piso Firme, cuyos destinatarios serían los promotores priístas en todo Veracruz.
Marcelo Montiel y su círculo cercano suscribieron 34 contratos con los proveedores de CEMEX. Pagaron 194 millones 550 mil 23.26 millones de pesos. Las licitaciones fueron a todas luces simuladas. La entrega se realizó en plena veda electoral, cuando el gobierno estaba impedido de aterrizar sus programas.
Fieles cómplices de esa y muchas otras tretas, Víctor Rodríguez Gallegos, jefe de la unidad Administrativa de Sedesol estatal; Carlos de la Rosa López, director Jurídico, y Segundo Grajales Lagunes, secretario técnico, estamparon sus firmas en los documentos incriminatorios.
Ocultar muertos tampoco le es ajeno; maquillar criminales, menos. Una anécdota de sangre fue el asesinato de Miguel López García, La Mayra, un mesero homosexual de la zona de tolerancia, acribillado por el entonces director de Ingresos del Ayuntamiento de Coatzacoalcos, David Porras Pacheco, protegido de Marcelo Montiel, la madrugada del 24 de noviembre de 1993.
Ebrio, prepotente, David Porras se indignó cuando a su hermano le cobraron los litros de alcohol que se bebió en el bar Capri, un tugurio donde se ejercía la prostitución a placer. Llegó al lugar, sacó la pistola y comenzó el show. El mesero se escondía tras la barra del cantinero; lo cazó, disparó una y otra vez, y finalmente lo mató. Fue un crimen con premeditación, alevosía y ventaja.
Marcelo Montiel logró esconder a su protegido. De un rancho cercano lo sacó y hasta el día de hoy es prófugo de la justicia. No hay policía que lo encuentre aunque David Porras Pacheco es un activo internauta de Minatitlán que publica a menudo sus procaces comentarios en Facebook.
Aquel episodio de sangre marcó para siempre a Marcelo Montiel. Fustigado, a golpe de tinta y papel, fue responsabilizado de la conducta delincuencial de David Porras y de su fuga.
Luego pactaría con esa prensa. En su segunda incursión en la alcaldía de Coatzacoalcos, denunció a Diario del Istmo y a su dueño, José Pablo Robles Martínez, por daño moral. A diario se leían en el periódico de la succión comentarios sobre las preferencias sexuales del hombre verde, ataques a su vida privada, a su familia.
Ganó el litigio pero no cobró la indemnización unos 50 millones de pesos. A cambio, acordó con el Clan de la Succión respeto a su vida y sus preferencias.
Reventar a sus adversarios y pactar con ellos, le es igual. A Iván Hillman le hizo creer que le operaría votos para que fuera diputado federal, en 2009; al final lo masacró. A Roberto Chagra lo atrajo y le cobró que lo hubiera traicionado con Fidel Herrera; lo desterró del circulo duartista y le impidió ser diputado federal, menos local. A Gonzalo Guízar, ex candidato panista a la alcaldía, lo aplastó en dos ocasiones en la elección municipal.
Su masoquismo, sin embargo, es patético. En la elección local de 2013, cedió espacios en la planilla priísta para sus enemigos. Roberto Chagra colocó a su hermano, José Antonio; Iván Hillman tendrá posiciones en áreas de confianza; Gonzalo Guízar, dispondrá de obras y cargos de control interno, y a la familia Robles, los succionadores, les concedió la diputación para Mónica Robles Barajas, esposa de Iván Hillman.
Mapache al fin, así ve la política Marcelo Montiel. Nada es absoluto, todo es relativo, todo es negociable, los amigos de hoy son los enemigos de mañana, y a los acérrimos adversarios se les da el beneficio de la complicidad. Vaya cinismo.
Sólo le faltó pactar con el diablo. ¿O ya lo hizo?
Archivo muerto
Con un muerto en la conciencia —su marido, Javier Gómez Gutiérrez, “El Potro”—, vuelve Isabel Morales Aguirre por lo que dejó en el Ayuntamiento de Minatitlán. Tormentosa, mandona, abusiva, infinitamente insoportable, La Potra será regidora perredista a partir de enero de 2014. Ya se verá la de tretas que se sabe la señora, toda una manipuladora, insaciable con el poder, que en nada duda si se trata de romper la armonía en el cabildo. Siendo síndica, entre 2005 y 2007, traía al alcalde Raúl Morales Cadena a los tumbos, chantajeado y sometido, hasta que un pleito de alcoba terminó con un baño de sangre y en medio de él, su marido, el célebre “Potro”, prestanombres acaudalado del que sólo quedó el recuerdo. Lo que aún no se sabe es si con “La Potra” hará su regreso triunfal Dhamara Gómez Morales —¿o López Morales, como reza el apellido de su verdadero padre?—, su hija, a quien un reporte policíaco ubica como el personaje de cuyas manos salieron los disparos que acabaron con la vida del padre adoptivo. Ambas huyeron con el beneplácito de Fidel Herrera Beltrán, entonces gobernador, que así se las quitó de encima. La ley torcida por la otra ley, la del que gozaba de la plenitud del “pinche poder”. ¿O será que el de Nopaltepec las trae de regreso, pues hay favores que nunca se terminan de pagar?… Coincidencias de los tiempos: Marcelo Montiel Montiel, investido como nuevo delegado de la Secretaría de Desarrollo Social federal en Veracruz, y el anuncio de que los electricistas acusados del crimen del pastor Claudio Martínez Morales, líder de la Comunidad de Dios, podrían obtener su amparo —o en su caso serles negado— el 8 de noviembre. Un caso y el otro, aunque parezca que no, tienen relación… Ni por error, ni por accidente, pasó por la mente del famoso abuelo que tendría un nieto canadiense. Allá, en la tierra de la hoja de maple, vive la hija, la chica jet-set político, exiliada un año para evitar el escándalo social. Desde allá, llegan los informes y se agolpan las preguntas. Ella ve pasar los días a son de una melodía: Experiencia Religiosa, la de Enrique Iglesias… No por méritos, que no los tiene, apunta Gustavo Linares Yépez a treparse en la nave municipal que comandará el próximo alcalde de Coatzacoalcos, Joaquín Caballero Rosiñol. Debe su promoción a Iván Hillman Chapoy, su amo y patrón, líder del Grupo Integra y actual gerente de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) en el organismo Golfo-Centro. Con esos harapos se tapa Iván luego de sus sucesivos descalabros políticos hasta terminar convertido en un burócrata de palacio, cerca del gobernador Javier Duarte, pero sin que nadie lo pelara. Gustavo Linares, el de la barbacoa de perro que degustó en un no muy lejano cumpleaños, tiene encima una recomendación de la Comisión Estatal de Derechos Humanos por la golpiza que le dio la policía municipal a un grupo de habitantes de villa Allende, en 2007, que protestaban por la afectación de un terreno para la construcción del hospital de aquel lugar. Linares era secretario de Gobierno y fue el instigador de la agresión policíaca, que provocó un escándalo y la condena social. De ahí su estatus de violador de derechos humanos. Vaya con semejante carta de presentación. Puras finísimas personas en el próximo ayuntamiento…
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