* Golpe al capo * Su riqueza, lo menos grave * Tortura, crímenes, represión, desapariciones * Mensaje a Fidel * Se trenzan periodistas y el fiscal * Oculta información, le reclaman * No ceder a presiones: Fiscalía * Morena y la mafia en el poder hacen el amor * Los apátridas suscriben acuerdo con el Peje
Con sangre en las manos, tortura y represión, su policía ligada a lo peor, al secuestro, al crimen, Arturo Bermúdez Zurita fue un zar, un capo, el verdadero poder en el gobierno de Javier Duarte. Hoy está preso.
Cayó el ex secretario de Seguridad Pública como los truhanes en una celada, ajeno a la sospecha, cuando comparecía a una audiencia por otros delitos, el abuso de autoridad y el tráfico de influencias, en el penal de Pacho Viejo, su nuevo hogar.
A eso de las 10:45, la mañana del viernes 3, Bermúdez Zurita era notificado de la orden de aprehensión por una denuncia de enriquecimiento ilícito. Cruzado de brazos, desorbitados los ojos, serio, fue escuchando el contenido del texto. Lo leyeron sus abogados.
Sutilmente se vio rodeado de policías, la tropa que un día no lejano, en agosto de 2016, aún tenía a sus pies. Sintió la treta, la inquina del gobernador Yunes, el golpe al capo, al que tuvo en sus manos a Veracruz, su paz quebrada y la violencia sin control.
Llevado al interior de Pacho Viejo, penal situado en el municipio de Coatepec, a 11 kilómetros de Xalapa, el falso general llegó al área de juicios orales.
Ese día, en el trajín judicial mostraba la soberbia, la altivez que le caracterizó en los días en que cogobernaba con dos: Javier Duarte y el crimen organizado.
Decía el general de cero estrellas, sin formación policíaca o militar, que no requería de ampliación del plazo de las 72 horas para aportar pruebas en descargo, que era inocente, que la fortuna que ostenta proviene de herencias familiares, de su padre, propiedades que luego hipotecó y con lo obtenido compró cinco viviendas en Woodlands, suburbio de Houston, Texas.
Pues ese día entendió que el yunismo odia en serio, que la inquina tiene rasgos de venganza, que los capos del duartismo, los que se hablaban de tú con los cárteles de la droga y otros delitos, no tendrán respiro ni libertad.
Un juez de de control le decretó que se queda ocho meses en prisión preventiva mientras su caso se documenta, se exhiben las pruebas y se acredita si pudo o no adquirir lo que tiene con la hipoteca de sus bienes.
Entendido como es, sabe Bermúdez Zurita que lo peor no es ese delito sino los que han de venir: la tortura de los inocentes, la represión de los que protestan, su policía levantando jóvenes, como ocurrió en Tierra Blanca, donde cinco de ellos fueron llevados ante una célula del crimen organizado, presuntamente muertos, cocinados, lográndose la identificación de solo uno.
O los policías de Úrsulo Galván, de los que no se volvió a saber. Y en ambos episodios la mano de su super policía, Marcos Conde, un criminal del que todos sabían su crudeza, su obsesión por la sangre, su frustración por el hijo asesinado.
Otro caso fue el del cantante Gibrán Martiz, joven promesa que participó en La Voz México y que por cortejar a la ex novia del hijo de Bermúdez un día fue sacado de su departamento con dos amigos, llevados a la casa del ex secretario de Seguridad, conducidos a la Academia El Lencero y ahí molidos a golpes hasta dejar su vida. luego se armó un montaje, un supuesto enfrentamiento entre bandas de delincuentes y el cuerpo de Gibrán apareció en la cajuela de uno de los autos.
Decenas, quizá miles, perdieron la vida en los días que Arturo Bermúdez, el falso policía, reinaba desde las sombras. Con él creció la violencia. Con él inició el siniestro negocio de la seguridad privada, vía sus empresas. Dejaba crecer el delito, los secuestros, las ejecuciones, la extorsión, la trata de personas, el tráfico de migrantes, y con su negocio subsanaba lo que mañosamente como secretario de Seguridad era incapaz de lograr.
Así llevó Bermúdez Zurita a Veracruz a niveles demenciales de violencia, a los primeros lugares en secuestro, asesinatos, entre ellos los 19 periodistas ultimados en el duartismo, cuatro desaparecidos, otros amenazados, unos más en el exilio.
Reprimió con saña. Que lo digan, que lo cuenten los maestros que ocupaban plaza Lerdo, en Xalapa, y que el 14 de septiembre de 2013 fueron avasallados por la policía tan táctica como criminal, que usó bastones eléctricos y escudos, golpes de macana, toletes, patadas, para echarlos. Y con ellos a los activistas y los periodistas, a los cuales les robaron sus equipos fotográficos, o se los destruyeron, o los obligaron a borrar las imágenes. Había que limpiar el área, dejar libre la plaza. Al otro día Javier Duarte daría el Grito de Independencia.
Un año después, el instinto criminal de la policía bermudista volvió por sangre. Fue la de Karlo Reyes, reportero gráfico. Captaba imágenes de acarreados, bajando de autobuses, cerca de Plaza Lerdo, la noche del Grito, el 15 de septiembre de 2015, cuando varios policías vestidos de civil se le fueron encima. Lo golpearon a mansalva, le destruyeron sus cámaras, le robaron equipo.
Identificados los agresores, nada ocurrió. Sus rostros en fotografías, los videos de Karlo Reyes caminando entre policías de uniforme, ensangrentado su rostro, también se ve a un oreja de Seguridad Pública, hombre de edad, que lo hostiga, lo provoca, captándolo con su teléfono celular hasta que el joven agredido le da su merecido.
Desatada la violencia, Arturo Bermúdez Zurita exhibía la sorna, el sarcasmo, la mala entraña, como sólo un capo lo podría hacer.
“Pinches medios”, se le escuchó decir, creyendo que el micrófono estaría cerrado. Comparecía ante el Congreso de Veracruz, en 2014, y ante el reclamo de los periodistas por la actitud represiva de la policía estatal. Portaban cartulinas con leyendas críticas y lo único que se le ocurrió “pinchear” al gremio.
Al año siguiente, en la comparecencia de 2015 otra. Dijo entonces que “los periódicos ocasionan el sensacionalismo, pues tienden al amarillismo y les gusta vender sangre. No lo digo yo, lo dicen los directores de los medios de comunicación que son mis amigos”.
En esos días, oficialmente, Veracruz registraba 900 casos de desaparición forzada. Y la excusa del generalito dejó perplejos a todos:
“Yo no quiero culpar a quien ya no está (Fidel Herrera Beltrán), pero en el 2010 desaparecieron cientos de personas… Desaparecieron, quemaron a muchísima gente. Las enterraron”.
Una más: el 29 de agosto de 2014, recomendó a los veracruzanos que ante la violencia “invertir en un candado, en una alarma que ahora son muy baratas, tener hasta un perro que pueda acreditar la seguridad en la casa”.
“Capitán Tormenta”, como era su nombre clave en la SSP, hoy es sacudido por el huracán del escándalo. Posee 21 empresas, investigadas por presunto lavado de dinero de Javier Duarte, quizá vinculado a la delincuencia organizada.
Su policía alcanzó fama —mala fama— cuando se detectó que el 40 por ciento del personal no aprobó los exámenes de control y confianza, no aptos, proclives a la corrupción o a operarle a la delincuencia.
Bermúdez cae cuando la violencia regresa a Veracruz, cuando el baño de sangre trae a la memoria que si algo distinguió al duartismo fue la impunidad con que operaban los cárteles y que en el yunismo sacuden de nuevo a los veracruzanos.
Fueron ocho en Nogales, madrinas de la Policía Federal, veracruzanos cinco de ellos, cuatro de Acayucan, reconocidos e identificados ya. Los hallaron en una camioneta, la madrugada del jueves 2.
Antes fue el levantón de cuatro policías municipales de Las Choapas, uno de los cuales se defendió y salvó la vida. Los otros tres aparecieron en el municipio de Huimanguillo, Tabasco, decapitados, el sábado 28 de enero.
Días después, el 31 de enero, tres marinos fueron levantados en el puerto de Veracruz. Son elementos del área de inteligencia, que operan de civil, que se infiltran entre los cárteles y la delincuencia. Nada se sabe de ellos pero sí se difunden sus rostros. ¿Acaso violando las normas del nuevo Sistema penal Acusatorio?
Regresó, pues, la violencia y Arturo Bermúdez paró en la cárcel, obvio el mensaje para los cárteles, para los mecenas del falso general, para el ex gobernador Fidel Herrera Beltrán, denunciado por la clonación de medicamentos, por la aplicación de placebos en vez de quimioterapia. Renunció al consulado que ocupaba en Barcelona y también a su inmunidad y ahora está al aire, a expensas de que le caigan denuncia tras denuncia.
Cayó Bermúdez y los colectivos que demandan acciones para hallar, vivos o muertos, a sus familiares exigen se le finquen cargos por desaparición forzada.
Lucy Díaz de Genao, de colectivo Solecito asegura:
“El cargo más importante es donde hay vidas humanas inmiscuidas, es importante la detención del servidor público para que vean qué hay justicia, pero lo demás es mucho más importante.”
Si son coherentes y se hace un verdadero trabajo exhaustivo en este caso, añade, la detención de Bermúdez Zurita es un primer paso para que se haga justicia.
A la distancia, otro miembro del clan duartista se sacude: Tony Macías, el suegro incómodo de Javier Duarte, su propiedad cateada en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, hallando en ella 54 mil dólares en efectivo, equipo de cómputo y de radiocomunicación.
Acá, en Veracruz, al suegro incómodo le hallan otros pecados, los “aviadores” en la Comisión Municipal de Agua y Saneamiento de Coatzacoalcos y el fraude con los predios de la reserva territorial, donde están encadenados Fidel Duarte, Javier Duarte y Tony Macías.
Se ampara y obtiene suspensiones. Puede evadir la cárcel. Sí, pero cuando le imputen delitos graves no habrá amparo federal que lo libre de la aprehensión.
Lo de Bermúdez es mensaje. Así diga Yunes azul que no hay móvil político en la aprehensión, ese es el fondo. Si el capo de la seguridad, o mejor dicho de la inseguridad, el capo de la violencia institucional fue apañado y pernocta en un penal, también lo estará Fidel Herrera, el es gobernador. Con amparo o sin amparo, Fidel estará en prisión. Y si sabe leer entre líneas, que entienda.
Bermúdez es hoy un reo más, internado en el penal de Pacho Viejo, esperando cargos más demoledores, la desaparición forzada, los presuntos vínculos con los cárteles.
Apenas reinició el baño de sangre, el capo paró en prisión.
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Archivo muerto
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Abollado quedan el yunismo y su fiscal. Estalla el conflicto con casi 90 periodistas de Veracruz que reclaman acceso a la información, transparencia, no más ocultamiento de datos y sobre todo, una postura oficial ante los cada vez más hechos de violencia en la entidad. Difunden una carta bajo el título “Alto al cerco informativo de la FGE: periodistas de Veracruz”, y en ella cuestionan la cerrazón del fiscal Jorge Winckler Ortiz. “El sistema de justicia penal acusatorio no está reñido con la transparencia, la rendición de cuentas y la publicidad de los actos de gobierno, tanto en la fase de investigación de los hechos como la impartición de justicia, sino que las refuerza al ser un sistema garantista de derechos tanto de los imputados, las víctimas y la sociedad ofendida, precisamente, para evitar y combatir la discrecionalidad de las autoridades y los posibles abusos”, señala el grupo de periodistas. “Ni en los peores momentos del ‘duartismo’ —agregan—, ni tampoco en el ocaso del sexenio del no menos polémico Fidel Herrera Beltrán, se había vivido tanta ausencia de información por parte de la FGE, como en estos 60 días”. Enumeran diversos hechos de violencia, acciones del crimen organizado, detenciones y acciones judiciales, y en la mayor parte hay opacidad y cero información, ni siquiera un comunicado oficial. De ahí el reclamo: “Escudarse en que el nuevo Sistema de Justicia Penal obliga a reservar información, es una falacia y un engaño. Mientras a la mayoría de los medios de comunicación se les niega, a otros, los consentidos del nuevo régimen, se les filtra. Eso es violatorio de la ley que se dice cumplir”. Cuestionan que la falta de información oficial orille a los periodistas a acudir a información extraoficial, lo que provoca especulación y en cierta medida desinformación. Y reclaman: “Demandamos un compromiso serio y abierto de aportación de toda información de interés público, dentro de los límites que el nuevo sistema penal establece, y que dejen de favorecer a medios que sirven de voceros oficiosos. Que no se privilegie a sus medios a modo porque eso, en su esencia, es una forma de manipulación”. Respondió la Fiscalía: “La FGE no difunde información que pone en riesgo la vida, seguridad o salud de persona alguna”. Luego planteó que las nuevas disposiciones en materia de difusión y presunción de inocencia obligan a mantener reserva absoluta sobre la información y que no respondería “ni a presiones sociales o señalamientos públicos” que sugieran la comisión de actos ilegales que den lugar a otorgar beneficios no deseados a probables delincuentes y que dejen en estado de vulnerabilidad y culpabilidad a la procuración de justicia”. Se ampara Winckler en que la Guía de Actuación para al Comunicación Social en el Sistema de justicia Penal Acusatorio, establece que la autoridad no puede aportar datos personales, ni revelar identidad de víctimas o de presuntos inocentes —antes probables delincuentes— o documentos relaciones sobre casos específicos hasta que éstos no hayan causado estado, o sea hasta que el juez respectivo haya determinado culpabilidad o inocencia. Claro y conciso: la prensa no demanda que se violen las reservas ni que se transgredan ordenamientos de ley, sino que la Fiscalía aporte la información de los hechos que están convulsionando a Veracruz de nuevo, como en los días del duartismo y la fidelidad, o peor, o camino a ser peor. Nada de afectar la presunción de inocencia. Nada que afecte los procesos legales. Simplemente la información que la sociedad debe conocer. Y de entrada, la Comisión Estatal para la Atención y Protección de los Periodistas (CEAPP) analiza y revisa ya la mentada Guía de Actuación por su naturaleza restrictiva, violatoria del 7o. constitucional, un instrumento de censura. Qué necesidad de que Jorge Winckler se metiera en semejante broncón: le pedían información y respondía con caritas sonrientes. Y luego los videos vía Periscope. Y el show de sus calcetines. Poco quieren los duartistas, sus textoservidores y una buena parte de los desencantados yunistas para expresar el clásico “se los dije”, como para que todavía les den si bidón de gasolina que habrán de arrojar al fuego… Hacen el amor Morena y la mafia en el poder. Vitorean, aplauden los priistas indeseables, los panistas vendepatrias, los duartistas corruptos, los hectoristas ladrones, todos en torno al Peje López Obrador, su nuevo Zeus. De regreso a Xalapa, frente a palacio de gobierno, Andrés Manuel, el líder de Morena y futuro presidente de México, a menos que le ocurra otro bejaranazo, aludió apenas a su tema predilecto: Miguel Ángel Yunes Linares. Dice, y tiene razón, que todavía espera que Miyuli cimbre a México como prometió que haría el 1 de diciembre cuando asumió el gobierno de Veracruz. Y luego el Peje se fue. Habló en su mitin de temas comunes: el gasolinazo, la defensa de los migrantes, abatir la desigualdad, acabar con la corrupción para con esos recursos generar empleo. Suscribió el Acuerdo Político de Unidad por la Prosperidad del Pueblo y el Renacimiento de México y con él el ex perredista Juan Vergel Pacheco; el saboteador del PAN en Jáltipan, Domingo Bahena Corbalá, que a la postre resultó duartista, y el ex diputado Rafael Acosta Croda, a quien tácitamente Yunes Linares lo eché del PAN. Diversas personalidades se sumaron a la firma del acuerdo, una de ellas Xóchitl Arbezú Lago, amarrada ya como candidata de Morena a la alcaldía de Minatitlán, les guste o no a los morenistas, dejando en el camino al ex líder azufrero, Nicolás Reyes Álvarez, aquel que retó a los hijos del cacique cetemista Fidel Velázquez Sánchez y les halló negocios y corruptelas en Azufrera Panamericana, y que por ello, por ser honesto e íntegro, paró en la cárcel. Le llovieron abucheos a Alberto Mijangos Martínez, duartista, peón del ex alcalde de Coatzacoalcos, Iván Hillman Chapoy, que apenas el jueves 2 renunciara a ese PRI que le dio cargos públicos, fortuna y hasta amor. De mano sudada Morena y la mafia en el poder, posando la foto Manuel Huerta Ladrón de Guevara —“miénteme más”— con Adriana Grappa Guzmán, hermana del ex secretario de Turismo del gobierno ladrón-duartista, Harry Grappa; Yolanda Gutiérrez Carlín, comadre del fallido candidato priista al gobierno de Veracruz, Héctor Yunes Landa, duartistas ambos, ella impuesta como secretaria de Protección Civil tras una negociación en Casa Veracruz entre “hetorín” y el ex gober prófugo, Javier Duarte. Pacta pues, se enamora el Pejelargarto de la mafia en el poder, los saqueadores y corruptos, los apátridas y entreguistas, a quienes destrozaba con la lengua y los cacha con descaro. Del duartismo se nutre hoy Morena, confirmando los dichos y los gritos de Héctor Yunes y Miguel Ángel Yunes, los primos irreconciliables, que en campaña no cesaban de pregonar el pacto en las sombras; Héctor diciendo que Cuitláhuac García, ex candidato morenista al gobierno veracruzano fue financiado en Casa Veracruz, y Yunes azul aludiendo a aquel audio en que Gabriel Deantes y Javier Duarte hablan del apoyo a Morena. Hoy, Morena se acuesta con la mafia en el poder. En nueve meses la picuda los visita. Tendrán mafiositos morenos…
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Foto: De Interés Público