A esas horas cualquiera anda en su juicio. Javier Duarte quién sabe. Convive con la prensa, comparte la mesa, come, bebe y ríe, y de buenas a primeras amenaza y amedrenta. “Pórtense bien”, dice. “Todos sabemos quiénes tienen vínculos y quiénes están metidos con el hampa”. ¿Todos?
Impredecible, ha vuelto a las andadas el gobernador de Veracruz en su cruzada contra periodistas a los que tilda de cómplices del crimen organizado, metidos donde no debieran y en la mira de la justicia.
