Salinas ya cogobierna con Peña Nieto

 

PENA NIETO SALINAS

 


Vicente Escalante y los “jarochangos”  * Winnie Pooh, en el escándalo de la playmate de Marcos  * Otras fotos: Theurel, Karla y Miriam  * Víctor Rodríguez, con cinturita de Thalía  * Dos mercenarios de Iván Hillman para el PRD

 

Carlos Salinas de Gortari, villanazo y depositario de todas las maledicencias por el México de ficción que fabricó, tardó 18 años en regresar al poder y finalmente, vía Enrique Peña Nieto, lo logró.

 

Su gabinete, el equipo de gobierno que coordina EPN desde Los Pinos, está conformado por alumnos, amigos, socios, parientes y achichincles, formados política y financieramente en el salinismo, y hasta por antiguos rivales y detractores, atraídos con dádivas y promesas de poder.

Salinas es, pues, un encantador de serpientes, tejedor de acuerdos con mano sutil, que fue hilvanando su regreso a la Presidencia, de la cual emergió como un símbolo de la corrupción, en 1994, solapador y cómplice de los trastupijes de su hermano Raúl, su hermano incómodo, la máscara del gran negocio llamado México, que concentró la riqueza unas cuantas manos y diseminó la pobreza en millones de mexicanos

Engañador profesional, Salinas está hoy de regreso. La designación de Enrique Peña Nieto como candidato presidencial, mediante un gran acuerdo entre mafias priístas –el Nuevo PRI, nutrido y formado por el Viejo PRI—, fue el primer indicio de un retorno largamente acariciado. Luego vino la composición del equipo de campaña, con afines y conversos. Más tarde la imposición peñista en las urnas, con un voto a modo, comprado con despensas y recursos de programas sociales que operaron gobernadores y alcaldes, cuyo antecedente por lo menos en Veracruz fue el operativo G-5, la gran trastada electoral de 2010.

Cínico después de la elección, Salinas de Gortari tuvo una expresión tajante cuando le preguntaron su opinión sobre el triunfo de Peña Nieto el 1 de julio: Necesitaré ir con el cirujano plástico para que me borre la sonrisa que tengo en el rostro, dijo con descaro.

No se sabe si esa bufonada fue por la victoria de su pupilo o por la cara que les debe haber quedado a sus enemigos y a quienes lo ven como el adalid de la corrupción y, sobre todo, impulsor del neoliberalismo que ha generado una brecha cada vez mayor entre ricos y pobres; la solidez de la macroeconomía y la pobreza de los de abajo; la paradoja del hombre más rico del mundo, el mexicano Carlos Slim, y los 60 millones en la miseria.

Lo cierto es que Salinas de Gortari regresó de la mano de Peña Nieto en un proyecto que para el PRI significa por lo menos tres sexenios más en el poder. El gobierno peñista no es tan peñista, sino producto de una negociación donde el ex presidente de México se llevó la mejor tajada, como ha documentado el semanario Proceso.

Salinas será el verdadero secretario de Hacienda, con el rostro de Luis Videgaray Caso, el más cercano a Peña Nieto. Formado en los cuadros financieros, Videgaray es alumno y socio de ex titular de Hacienda en el sexenio salinista, Pedro Aspe Armella, propietario de la consultora Protego, diseñadora de bursatilizaciones y asesor de gobernadores con proclividad al endeudamiento.

Vidagaray huele a salinismo, lo mismo que su incondicional, Aurelio Nuño, quien ocupa la Jefatura de la Oficina de la Presidencia, para quien el ex presidente de México tuvo una precisa y esmerada recomendación a su favor.

Un tercer ejemplar es Ildefonso Guajardo, quien formara parte del equipo de negociadores del Tratado de Libre Comercio, durante el sexenio salinista. Guajardo es el nuevo secretario de Economía.

Claudia Ruiz Massieu Salinas, hija del extinto José Francisco Ruiz Massieu y Adriana Salinas de Gortari, o sea su sobrina, es la nueva secretaria de Turismo. Su concuño, José Antonio González Anaya, oriundo de Coatzacoalcos, es el nuevo director del Instituto Mexicano del Seguro Social. González Anaya está casado con Gabriela Gerard Rivero, hermana de Ana Paula, la esposa del ex presidente Salinas.

Otros dos salinistas son el nuevo director de la Comisión Federal de Electricidad, Francisco Rojas Gutiérrez, y el titular de Petróleos Mexicanos, Emilio Lozoya Austin. Rojas proviene del delamadridismo, donde Salinas de Gortari era el rey; luego lo hizo director de Pemex en el gobierno salinista. Lozoya Austin es hijo de Emilio Lozoya Thalmann, director del ISSSTE y secretario de Energía en el gobierno salinista, amigo de la juventud de Carlos Salinas, con quien armó el grupo político que impulsó su proyecto a la presidencia.

Emilio Chuayffet, el nuevo secretario de Educación, fue procurador Federal del Consumidor y presidente del IFE en el régimen salinista. En 1993, Salinas lo llevó al gobierno del Estado de México, cargo en el que el que duró sólo dos años, pues Ernesto Zedillo lo contrató como secretario de Gobernación.

Otros ilustres miembros del gabinetazo peñista le profieren devoción a Carlos Salinas de Gortari. Uno de ellos, Jesús Murillo Karam, ha sido propuesto para procurador General de la República.

De sus principales detractoras, una de las más aventajadas fue Rosario Robles Berlanga, ex jefa de gobierno del Distrito Federal, perredista y cuauhtemista, lideresa nacional del PRD, cuyos enredos de cama con el empresario Carlos Ahumada Kurtz evidenciaron finalmente su inclinación al salinismo. Más que la pasión y otras calenturas, la movió la ambición.

Nueva secretaria de Desarrollo Social, poderosísima por los alcances electorales de su cargo y el sometimiento político a sus enemigos, Rosario Robles fue pieza clave para destroncar la campaña del ex perredista Andrés Manuel López Obrador, en 2006, al difundirse los videos en que el principal operador obradorista, René Bejarano, recibía fajos de billetes de Ahumada para campañas y otros negocios. Detrás del escándalo aparecieron Salinas y el panista Diego Fernández de Cevallos, cuyo impacto causó un daño letal a López Obrador con la consecuente pérdida de intención de voto, exhibido como un político sórdido, tramposo y proclive al manejo de dinero sucio. El Peje igual a todos.

Salinas, pues, ya regresó a la Presidencia de México, en su mano el gabinete peñista, colocados sus principales alfiles en Hacienda, Economía, Educación, Turismo, PGR, IMSS, PEMEX Y CFE, mientras en las calles, sus acérrimos enemigos, encabezados por Andrés Manuel López Obrador y la izquierda, ni supieron ni pudieron desactivar el fraude. Sirvieron para gritar y patalear pero no para cambiar el curso de la eleccción.

A un sector del electorado, los que se hartaron del Partido Acción Nacional y de la guerra contra el crimen organizado, a cuyas 80 mil muertes no es ajena la mano de gobernadores priístas que pactaron con el narco, los que creyeron en el candidato de Televisa como salvador de México, los antisalinistas pero que se tragaron el embuste del PRI, le debe Carlos Salinas de Gortari su regreso triunfal.

De la mano de Peña Nieto, 18 años después, el presidente incómodo ha vuelto.

 

Archivo muerto

 

Se hacen cruces en Agua Dulce nomás de saber que Vicente Escalante Macario amenaza con regresar a la alcaldía y obviamente, ir por lo que le faltó. De pésimos recuerdos, el hoy director de Desarrollo Turístico en los Municipios de Veracruz dejó su administración en un caos financiero, incluida la desaparición de los documentos sobre la bursatilización del impuesto de tenencia vehicular, por los que el alcalde panista Alejandro Torruco no tiene idea de a cuánto asciende la deuda y cuánto debe pagarse mensualmente. Lo peor es que con Escalante regresaría el ex director de la Casa de Cultura, Guillermo Navarro, su fiel escudero de la primera gestión, quien suele expresarse de los veracruzanos como “jarochangos”. Quizá él ha de ser sueco… Así de grotesco es el escándalo de la playmate de Marcos, que hasta Winnie Pooh protagonizó una de las fotografías. Tendida, abandonada en su éxtasis, los cabellos sobre el rostro, la asesora se observa sobre una cama, relajado el cuerpo en un edredón azul y más allá la pequeña almohada amarilla de bordes rojos en cuyo anverso se lee Pooh, nombre del inocente osito del pote de miel. O sea, la playmate de Marcos sobre una cama de niño. Guau. Fantasiosa y perversa… Difusores de fotos incómodas, Marcelo Montiel y Víctor Rodríguez, titular y financiero de la Sedesol estatal, tienen ya otra galería de escándalo. Viene la segunda remesa, explosiva, de la playmate de Marcos, y unas más del alcalde Theurel con Karla, la secretaria de Tesorería, la del salario de 228 mil anuales, en días de campaña; otras con Miriam, la de 100 mil 179.55 pesos anuales, en el quinto piso del área financiera, ahí donde no tenía acceso Lu-pilla Félix, porque su huella y su clave a propósito no estaban registradas; unas más Theurel con sus ex alumnos en episodios de farra y de manitas calientes. Otros grupos, los ivanistas, los chagristas, los gonzalistas, las reciben y las circulan. Así es la guerra de lodo… También Víctor Rodríguez, director administrativo de la SEDESOL estatal, se da sus lujos y se cumple sus extravagancias. Pasó por el quirófano, por la cirugía estética, se quitó dos costillas, construyéndose cinturita de Thalía, para verse con cuerpo de triángulo, un Johnny Bravo región 4, y se hizo otros arreglos más, toda una diva. Sus amigos de hospital cuentan que gastó 250 mil pesos, producto de negocios nada claros con la licenciada Freya, del Ayuntamiento de Veracruz… Misión imposible para Iván Hillman Chapoy, jefe de la oficina del gobernador Javier Duarte: infiltrar al Partido de la Revolución Democrática en Coatzacoalcos. Para ello, reclutó a dos conocidos mercenarios, que conformaron una planilla —sangre nueva, mañas viejas— para contender por la presidencia del PRD local, e intentaron sorprender a todos. Hasta la querida de un operador ivanista, vestida con piel de oveja, protagoniza la farsa. Iván Hillman tiene mil defectos, uno de los peores dejar huellas de su batidillo por todas partes. Luego les cuento a detalle…

 

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