Un féretro para el gobernador


* 120 millones para campañas del PRI al Senado  * Camionetas y autos en el proyecto Pepe Yunes  * La desmemoria de Gonzalo  * Los paquetes de Gustavo Beltrán  * La USBI no auspiciará el debate de candidatos en Coatza  * El antidoping no es para Pulgoso Lagunes  * A 28 años del crimen del periodista Javier Juárez

 

No es usual plantar un féretro frente al palacio de gobierno, exigir justicia, mentar madres, demandar seguridad, retar a un gobernador —Javier Duarte de Ochoa— y conminarlo a renunciar.

Esa protesta ocurrió el martes 29, en Xalapa. Un centenar de jóvenes universitarios, sus maestros también, periodistas, gente del pueblo, increpaban al gobierno de Veracruz. Lideraba la marcha-plantón el cuerpo sin vida de José Luis Blanco Rosas, antrolópogo, catedrático e investigador de la Universidad Veracruzana, especialista en temas de ecología y sustentabilidad, asesinado dos días atrás, en su domiclio.

Llena de simbolismos, la protesta llevaba ahí a José Luis Blanco, en su féretro, en su carroza fúnebre, a su última batalla, su último grito por la injusticia que domina a Veracruz. Ondeaban las banderas negras, unas quince, y el reclamo a un gobierno cuya incapacidad para garantizar la seguridad y aplicar la justicia es manifiesta.

“Ni un muerto más”, demandaban los alumnos, los académicos, los amigos que se iban uniendo al cortejo ejemplar, digno de un luchador social, distinguido por no abandonar las causas ajenas, que alzaba la voz par exigir justicia y que esta vez la exigen por él.

“¿Y cómo estamos?”, arengaba el orador.

“Hasta la madre”, respondían a coro. “Hasta la madre”.

Protestaban por José Luis Blanco Rosas y también por la periodista Regina Martínez Pérez, corresponsal de la revista Proceso, asesinada un mes antes, el 28 de abril, en su domicilio de Xalapa, impune desde entonces su victimario, el autor material y cérebro criminal.

Ahí permanecieron unos minutos. Recordaban su vida, trayectoria, compromiso social. Reclamaban seguridad, resultados, eficiencia del gobernador Javier Duarte y su séquito inútil.

Angeles González, maestra en Pedagogía en la UV, fue más allá. En el relato de Proceso, es la impunidad la que hace proliferar el crimen. En su óptica, no son asesinatos casuales, son víctimas selectivas, gente pensante, gente crítica.

Es lapidaria con una frase: “si los aparatos de seguridad, de procuración de justicia y el propio mandatario no han podido con el paquete de la violencia, la inseguridad y los asesinatos, es momento de hacerse a un lado y renunciar”.

Flotaba en el ambiente otro crimen, el de José Luis Aguilar Martínez, tambien catedrático, también de la UV, torturado y calcinado en junio de 2011, en el puerto de Veracruz.

Cimbrado por el espantoso martirio, brutal desenlace, José Luis Blanco escribió en el portal Código Crítico, del que era jefe de información, palabras contudentes, incriminatorias para el gobierno de Veracruz:

“Lo que queda claro es que Veracruz sigue siendo ´una plaza´ dominada por los comandos del crimen organizado. Lo que no sabemos es hasta qué punto mantienen nexos y apoyos con algunos funcionarios del Dr. (Javier) Duarte. ¿Quiénes tienen o mantienen la ´plaza´ del centro de Veracruz? ¿Qué grupo del crimen organizado la tiene? ¿Cuál o cuáles buscan infiltrarse? ¿Quiénes los apoyan desde adentro? ¿Tendremos un Coronel Relumbrón entre los veracruzanos?”.

Sus palabras han sido citadas hoy en Proceso, reeditadas por otros miembros de la comunidad universitaria, entre ellos José Julián González Osorno, en un texto titulado “¿Qué horror carcome el alma de Veracruz?”. Ahí dice:

“Tu muerte, José Luis, no podrán echarla al olvido, aunque lo intenten. Cuando estábamos colectando firmas para el comunicado de maestros que enviaríamos a la prensa, un periodista chayotero, de esos que abundan en Xalapa, al servicio del gobierno, me dijo: ‘no sean imprudentes, no interrumpan la investigación’. Respondí con dos cuestionamientos: ‘¿eres del gobierno? ¿Somos imprudentes al querer que se esclarezca el asesinato?’ Está claro: parte de la prensa en Xalapa quiere tapar la noticia, ocultar la información, impedir que las personas sepan los móviles de este salvaje crimen. Pero no lo lograrán. Hemos sido imprudentes, sí, por no reaccionar a tiempo, por no denunciar antes lo que ocurre en el estado de Veracruz; por permitir que el poder de los políticos y de los narcotraficantes se enquistara profundamente en el seno de la sociedad. Pero tú denunciaste a tiempo. Y hablaste claro y alto”.

Remató así:

“¿Por qué te mataron tan salvajemente?, ¿quién ordenó tan cobarde acción?, ¿por qué?”.

Un féretro, una carroza fúnebre, apostados frente al palacio de gobierno; el “estamos hasta la madre” de muchos; banderas negras; la demanda de justicia; el reclamo social; las víctimas selectivas, gente pensante, gente crítica; la voz de José Luis Blanco advirtiendo que al crimen organizado “lo apoyan desde adentro”, y aquellos que demandan que los ineficientes, aún el mismo gobernador, deben renunciar, son mensajes que perfilan el hoyo en que se halla metido el gobierno de Veracruz, avasallado por la inseguridad y la violencia.

¿Habrá entendido de qué se trata, don Javier?

 

Archivo muerto

 

¿Quién dice que no hay dinero en Veracruz? Se dispone, por ejemplo, de 20 millones de pesos quincenales para las campañas del PRI al Senado. O sea, 120 millones para los tres meses de actividad proselitista. Quien autoriza es un tal Javier Duarte. Para la oposición, obvio es que no hay nada. Bueno, sí. para los candidatos panistas y de la izquierda que le hacen el juego al PRI, los rivales a modo, los rivales débiles, existe una buena cuota… Dueño de su destino, el sueño de ser gobernador, José Francisco Yunes Zorrilla le invierte en grande a la campaña al senado por Veracruz. Adquirió el candidato priísta 50 camionetas 350, con valor de 400 mil pesos cada una, distribuidas en los 21 distritos electorales, así como otros 50 autos para que sus operadores faciliten sus tareas proselitistas. En suma, 30 millones en equipo vehicular. Sabe el soberbio Pepe Yunes —se jacta de ser honesto, se jacta de ser limpio, se jacta de ser humilde— que llegar al Senado equivale a su última plataforma para aspirar a la gubernatura de Veracruz en 2016. Sin eso, nunca será gobernador. ¿Y Héctor Yunes? También recibe recursos, pero no se ve en qué los aplica… Juega con fuego Gonzalo Guízar Valladares. Arremetió contra el ex gobernador Fidel Herrera Beltrán, imputándole que entregó el territorio veracruzano al crimen organizado. Que lo digan otros, sus críticos,  es lo de menos, pero el ex candidato del PAN a la alcaldía de Coatzacoalcos ha de olvidar pecados pasados. Uno, cuando a su primo, Gustavo Beltrán Guízar, entonces director del penal de Coatzacoalcos, le hallaron paquetes sospechosos en el escritorio y casi le cuesta su libertad, años en prisión, a no ser por una llamada que le salvó el pellejo. Tiempo después, Tavo Beltrán falleció por un gravísimo problema de salud. Gonzalo padece desmemoria… Dice no, la Universidad Veracruzana a que en la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información (USBI) del campus Coatzacoalcos, se realice el debate de candidatos a la diputación federal. Carlos Avila Bello, vicerrector, esgrimió que mientras no se pongan de acuerdo los partidos políticos, la USBI no pondrá ser la sede de ese debate, escenario que le habría caído como anillo al dedo a la candidata de las izquierdas y pseudoizquierdas, Rocío Nahle García, cuyo gurú político, Amado Cruz Malpica, tiene sus enclaves entre el estudiantado y catedráticos. Con porra universitaria, Rocío Nahle habría ganado el aplausómetro y el posdebate. Obvio, la UV aprovechó el desacuerdo entre candidatos y reventó el debate… Días sin dormir, la zozobra en el alma, por fin Pulgoso Lagunes puede estar tranquilo. Alcalde, síndico y regidores del Ayuntamiento de Coatzacoalcos no se someterán a la prueba antidoping. No hay marco legal aunque ya el presidente municipal, Marco César Theurel Cotero, determinó que los funcionarios de confianza sí tendrán que poner su pipí a disposición del laboratorio que realizará el examen que determinará si le entran a alguna droga. Discriminatoria, la medida exime a quienes integran el cabildo, máximo órgano de autoridad municipal. Pulgoso, entre otros, tiene fama de vicioso, cruzado a menudo, a diario, por la ingesta de alcohol —Jonnhy Walker, etiqueta azul—, mezcla explosiva que lo hace tomar un arma y amagar a cualquiera en la vía pública, solapado por la policía, encubierto por Iván Hillman Chapoy, en sus días de alcalde, y hoy por Marcos Theurel y por el gobernador Javier Duarte. Libra el antidoping Pulgoso Lagunes, pero su fama de drogadicto la trae tatuada en la piel. Vaya regidor del PRI… Hoy, hace 28 años, fue asesinado el periodista Javier Juárez Vázquez, director del semanario Primera Plana. Plagiado la noche del 30 de mayo de 1984, en el centro de Coatzacoalcos, se le vio por última vez con cuatro individuos, presumiblemente policías sin uniforme. Al amanecer del 31 de mayo, su cuerpo fue hallado en un paraje solitario de la congregación de Mapachapa, en el municipio de Minatitlán. Presentaba cuatro balazos, en el rostro y las manos. Mostraba huellas de tortura, lacerada su piel por quemaduras de cigarro, atado de manos con un alambre. Javier Juárez ejerció el periodismo en Coatzacoalcos y fue un crítico contumaz del entonces alcalde Juan Hillman Jiménez, cuya carrera política quedó marcada y manchada por la sospecha, alentada con una feroz campaña desde Diario del Istmo, por quien a la postre sería su consuegro, José Pablo Robles Martínez (los Montesco y los Capuleto, de Romeo y Julieta, región 4). Entre las líneas de investigación figuraba el ex gobernador de Veracruz, Agustín Acosta Lagunes, cuyo director de Seguridad Pública, Mario Arturo Acosta Chaparro Escapite, solía presumir de su mano pesada, represor de guerrilleros en la década de los años 70, furibundo enemigo de la prensa. Acosta Chaparro, el narconegociador de Felipe Calderón, general condecorado, fue asesinado hace un mes luego de enfrentar denuncias y encarcelamiento por supuestos vínculos con el crimen organizado. En el gobierno chirinista, un ex jefe policíaco, Hilario Beltrán Ruiz, alias “El Chaneque”, fue responsabilizado, aprehendido, consignado, juzgado y condenado por el crimen del periodista. Sin embargo, un amparo federal lo libró de la cárcel. Hoy, 28 años después, el asesinato de Javier Juárez Vázquez sigue impune…

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