* Los 11 ejecutados * Por enésima, la violencia fuera de control * El gobernador, rebasado * Julen Rementería y las denuncias por el túnel * Borrón y cuenta nueva * Jesús Moreno incurre en futurismo * El 16 del equipo * Héctor Yunes perseguirá a Javier Duarte * Y el gordobés lo hizo candidato oficial
Son 11. Mueren en el campo, en la ciudad, cerca de Veracruz, en Yanga, en la zona cercana a Xalapa, mutilados y decapitados, con las huellas de una violencia que parece interminable, sello del desgobierno de Javier Duarte, devorado por el crimen organizado.
Fin de semana brutal, Veracruz volvió a ser la arena de los odios y del desprecio a la vida, la vida arrancada con saña y el espectáculo de la sangre que ha marcado a un gobierno, a un gobernador, a un sistema cuya insensibilidad al tema de la seguridad terminó por robar la tranquilidad a los veracruzanos.
Morir en el Golfo no es sólo la novela de Aguilar Camín. Es el retrato de una realidad que espanta. Mueren en el Golfo los jóvenes, mujeres y varones, adultos y ancianos, a veces niños. Mueren los sicarios y los traficantes de droga. Mueren los polleros, dedicados a llevar migrantes a Estados Unidos. Mueren porque no pagan cuota o porque le roban el negocio a las mafias establecidas.
Con Miguel Alemán y Fidel Herrera, Veracruz andaba mal, enfilado a un desfiladero de violencia, propiciada en gran medida por la complicidad de la familia política que pactaba espacios, impunidad, protección, y que rentaba el territorio a cambio de miles, cientos de miles y millones de origen sucio y delictivo.
Con Javier Duarte todo es peor. Rebasa el crimen organizado a las instituciones, al gobierno, al operativo que sea, el Veracruz Seguro, el Mando Único, a la Fuerza Civil.
Duarte dejó que Veracruz se tiñera de rojo, libres las manos de lo sicarios para ir por sus presas, para tomar a sus víctimas, someterlas, torturarlas, mutilarlas en vida, arrojarlas en la vía pública, a la vista de todos, dejando constancia que el enemigo es mayor que cualquier otro reto enfrentado.
A Javier Duarte le dejaron 35 cuerpos al pie del monumento a Los Voladores de Papantla, en Boca del Río, frente a Plaza Américas, cimbrando a los boquenses, a los duartistas, a los veracruzanos en general.
35 muertos ahí, en un carril transitado, en hora pico, sin que lo registrara ni una cámara de vigilancia, sin poder captar los rostros y las identidades de los matarifes, detonó el carnaval en que se convirtió el gobierno duartista.
35 muertos un día antes que iniciara la Cumbre de Procuradores y Presidentes de Tribunales Superiores de Justicia del México, dejaba un claro mensaje: Veracruz no es gobernado por las instituciones sino por los criminales, a sus pies la pandilla de Javier Duarte, sometidos o cómplices, avasallados o implicados.
Mueren en el Golfo centenares y hasta miles de personas. Unas por estar involucrados en actividades ilícitas; otros siendo víctimas inocentes, tomadas al azar sólo para calentar la plaza, para generar violencia, para llamar la atención del sistema de seguridad, para el envío de tropa militar y navales, lo que acaba con el negocio de la droga.
Hoy la violencia vuelve a reinar. Hacía unos meses Veracruz se había vuelto a teñir de rojo, rojo sangre. Asesinaban ganaderos en el sur, jóvenes y adultos en balnearios, en los límites con Tabasco. Se disparó el secuestro de personas, los ataques a migrantes, la extorsión.
Decenas de personas fueron levantadas, acusando todos a la Fuerza Civil, el cuerpo de élite del gobierno de Javier Duarte, el desgobernador que tiene el cinismo de decir que en materia de seguridad Veracruz comienza a dar muestra de mejoría, de disminución del delito, indignado el tipo cuando se balconea a Veracruz como una de las entidades donde prolifera el secuestro.
Pero la realidad es la realidad.
Hoy el Veracruz duartista se sacude de nuevo. En 36 horas ocurren 11 ejecuciones brutales. La reseñan los medios. Revelan los detalles. Es la mano del crimen organizado que opera impune, que levanta gente, que regresa los cuerpos mutilados, que los exhibe para demostrar de qué es capaz.
Dice una sentencia que quien infunde más miedo genera más poder. Así es. Así opera la industria de la muerte, las bandas a las que no se podía nombrar en los medios de comunicación por órdenes de Fidel Herrera. Allá los medios que acataron, que se hicieron cómplices, que callaron.
Sintetiza la nueva jornada sangrienta el reportero Noé Zavaleta. Dice en Proceso:
“El fin de semana se tiñó de sangre en Veracruz luego de registrarse 11 ejecuciones en distintos municipios de la entidad en las últimas 36 horas.
“Cinco personas del sexo masculino, de entre 22 y 30 años, fueron halladas con mutilaciones en la congregación de Las Bajadas, en el Puerto de Veracruz, muy cerca de la ciudad industrial Bruno Pagliali y de la empresa multinacional Tenaris Tamsa.
“El hallazgo fue realizado por elementos de la Policía Naval y el Servicio Médico Forense (Semefo). Dos de las víctimas fueron decapitadas mientras que a uno le cortaron las manos.
“En otro caso, la noche del sábado en el municipio de Yanga, sujetos armados interceptaron un taxi donde venían tres sujetos que presuntamente se dedicaban al tráfico de personas.
“Los sicarios únicamente respetaron la vida del conductor a quien le pidieron que se bajara para después rafaguear la unidad 66 de dicho municipio. Abrieron fuego contra los tres pasajeros no sin antes pedirle al conductor que se bajara del vehículo.
“El mismo sábado, los municipios vecinos a la capital del estado (Jilotepec, Almolonga, Tlacolulan y Emiliano Zapata) presenciaron el levantamiento de cuatro personas, tres de ellas jóvenes y un adulto mayor.
“Éstos fueron localizados sin vida en el municipio de Emiliano Zapata con señales de tortura, uno de ellos con unas esposas puestas”.
No se ha ido la violencia. Ahí está. Es el sello del régimen duartista que permitió ya sea por indolencia, por complicidad, por sumisión o por perversión, que las bandas operaran a todo vapor.
Javier Duarte se lavó las manos. Puso el conflicto en manos del gobierno federal, militares, navales, Policía Federal al frente de todo. Les dejó la operación, la estrategia, sus programas para enfrentar la embestida de los malosos.
A la postre, la muerte está ahí.
Hoy son 11 muertos, ejecutados y mutilados, rafagueados, tirados en parajes campiranos, en la calle. Es el signo de la violencia incontrolable.
Es la realidad sangrienta que ha marcado al desgobierno de Javier Duarte.
Archivo muerto
Pide Julen Rementería del Puerto que Tomás Ruiz aclare qué denuncias van, a quiénes se acusa, qué delito les imputan. Y no le falta razón al diputado del PAN. Los “bribones” de los que hablaba Gerardo Buganza Salmerón cuando era secretario de Infraestructura y Obras Públicas defraudaron al erario de Veracruz con 2 mil millones de pesos. Los “bribones” era los constructores y sus cómplices, un grupo de funcionarios de gobierno que les permitieron cobrar por trabajos del túnel sumergido de Coatzacoalcos que no realizaron. Eso decía Buganza. Y los denunció. Llegó Carlos Slim, se convirtió en socio mayoritario de FCC, la empresa española que encabeza el consorcio de constructoras, ofreció mil millones de pesos para concluir la obra y se acordó que se dejarían sin efecto las denuncias que existieran de ambas partes. ¿Y los “bribones”? Ahora son los “impunes”. Tomás Ruiz dice que no es un borrón y cuenta nueva. ¿Entonces? ¿Prosiguen las denuncias pero el acuerdo establece que las dejarán sin efecto y más adelante reitera el titular de SIOP que continuará el proceso legal? Es un galimatías político. Por eso el diputado Julen Rementería dice que alguien tiene que explicar y demostrar que no dejarán en la impunidad a los protagonistas de fraude de 2 mil millones. A ver si es cierto… ¿Quién mueve a Jesús Moreno, le hace soñar con la diputación local de 2016 y lo lleva a resbalarse con alardes futuristas? Posa la foto. Es el 16 en el equipo de la ilusión. Sobre la playera el número del año electoral. También el apellido del director del DIF de Coatzacoalcos, el alfil del alcalde Joaquín Caballero Rosiñol. Es futurismo cuando resta un año para la elección. Moreno enfrenta aún el escándalo de las pseudopsicólogas Yahana Arizveidy Lozada Parra y Patricia Salcedo Gómez, quienes carecen de título y cédula profesional, y así atienden pacientes, dictaminan y valoran, por lo cual fueron encausadas penalmente, a partir de la denuncia que interpuso la maestra Lilia Gema Santiago Ríos. Una de ellas tiene el manto protector —y encubridor, por supuesto— del ex director jurídico del ayuntamiento de Coatzacoalcos en tiempos de Marcos Theurel Cotero, Benito Argüelles Calzada. Mientras, Jesús Moreno Delgado muestra su playera, el número 16 y hay quien, como Pepe Montalvo, lo quiere ver en la contienda pero por la alcaldía, en 2017… Una vez en la gubernatura, si es que le da la cuerda para llegar, Héctor Yunes Landa desconocerá pactos y acuerdos. Llevará el senador sus fobias al terreno legal. Verá correr al duartismo, quizá al mismo Javier Duarte. Dice hoy que es institucional y hasta ofrece Héctor Yunes complicidad a su antecesor. En los hechos no será así. Irá por peces gordos y fauna menor. Cobrará así una factura que viene de 2010, cuando lo dejaron fuera de la candidatura al gobierno de Veracruz. Qué iluso es Javier Duarte. Hasta lo hizo el candidato oficial y si Héctor Yunes llega al gobierno estatal, por lo menos en dos años no habrá tregua para él…
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