Rafael García Bringas

PAN: sólo gana con ayuda de los priístas

* Una diputación federal y nada más  * Convención del PRI, la farsa de siempre  * Peculado electoral del ayuntamiento  * Desairan maestros a García Bringas  * “No tengan miedo”, decía Moisés  * Ejemplar de homenaje de “La Unión”, en Xalapa  * Trapos sucios en la APEC  * Líder magisterial billeteado por Marcelo

Azul pálido es el del PAN. Políticamente así es. No gana una elección por arrastre, ni por motivación, ni por identificación del votante con su oferta y ni remotamente por candidatos surgidos de sus filas. Gana cuando el priísmo está de su lado.

Por lo menos en Coatzacoalcos esa es su historia, labrada a punta de coyunturas y alianzas circunstanciales que le han favorecido para obtener la ínfima cosecha de una diputación federal y nada más.

Nunca ha ganado una alcaldía. Tampoco una diputación local. Su carnet de identidad registra regidurías producto de derrotas sucesivas, regidurías de partido, siempre en la minoría del cabildo, a la zaga del PRI y en una ocasión detrás del Partido de la Revolución Democrática.

No brilla con luz propia porque no la tiene, reducidos sus cuadros, apenas visible su militancia que no pasa de 700 en número, contados quienes destacan por prestigio, por imagen o por trayectoria. Eso sí, gente de bien.

Tuvo un momento vibrante en 1976, siendo su candidato a diputado federal, Juan Ávila Rebollo, médico de profesión, admirado en el Coatzacoalcos antiguo que se sacudía a punta de voluntad el intestado del amadeísmo, el cacicazgo que ejerció el control desde los 50.

Ávila Rebollo contendió contra Eduardo Thomae Domínguez, un advenedizo impuesto en la candidatura del PRI, acuerpado por el porrismo de aquellos días, importado por los enemigos de Coatzacoalcos que rechazaron postular un candidato con raíces locales.

Venía Coatzacoalcos de una gesta electoral. En 1973, un heredero de Amadeo González Caballero, Francisco King Hernández, fue ignorado por el PRI. Vio negada su aspiración de ser alcalde, tomó a los suyos, se rebeló, provocó un éxodo de más de 11 mil priístas y emigró hacia la victoria.

Lo postuló un partido local, el Partido Acción Cívica (PAC), en alianza con el Partido Popular Socialista. Contendió y venció a Jaime Quintanilla Garza, de su lado el pueblo que supuso que era mejor secundar al amadeísta que al PRI. Y al final se equivocó.

Ya en la presidencia municipal, Francisco King volvió al PRI. El hijo pródigo usó a una sociedad que aprendió el valor de su voto, expresión de hartazgo a un sistema de gobierno que mantenía a Coatzacoalcos en el atraso.

1976 era el momento del PAN. Nominó a Ávila Rebollo. Tocó las fibras de la sociedad de aquel tiempo, sus amigos, su familia, sus allegados en torno a una figura limpia y sin más compromiso que con Coatzacoalcos. Sería su primer diputado federal de oposición.

Víctima del fraude, Ávila Rebollo sucumbió ante Eduardo Thomae. Se perdió así el único momento en que el PAN tuvo un candidato propio, surgido de la sociedad, sin ligas con el priísmo. La derrota significó la virtual extinción del sentimiento panista.

Arañó regidurías en diversos ayuntamientos. Perdiendo algo rescataba, siempre a la sombra del PRI, y en 1998, en la administración encabezada por el PRD.

Un ex perredista, Armando Rotter Maldonado, fue postulado a la diputación federal en 2003, elección intermedia. Y Rotter puso a trabajar al PRI. Su candidato, Gonzalo Guízar Valladares trabó alianzas, convocó a corrientes, reactivó acuerdos y cobró la factura del trabajo sucio que solía hacer para que otros priístas alcanzaran cargos de elección popular.

Así ganó la elección, de por medio el acarreo, votos sucios en las urnas, y un hecho insólito: carecía Guízar de credencial de elector vigente, lo que en teoría lo invalidaba para ser candidato por no estar inscrito en el padrón electoral.

Lo llevó el PAN al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, contundente la prueba, reforzada por el informe que el IFE distrital había rendido. Era inelegible. Pero el TRIFE dijo que la ley se puede violar y Guízar se convirtió en diputado federal.

Cuatro años después, en 2007, el PAN importó a un priísta: Rafael García Bringas. Ninguneado, olvidado en el PRI, integró una agrupación propia, Alianza Porteña, la hizo su ariete y contendió por la alcaldía de Coatzacoalcos. Enfrentó a Marcelo Montiel, el hoy delegado de la Sedesol federal en Veracruz, el cacique de cartón. García Bringas lo exhibió, lo enlodó, le venteó las corruptelas con las obras públicas en su primera alcaldía, el uso de recursos para su beneficio, el pago a fantasmas, el desvío de impuestos cobrados a la industria petroquímica. Compendió todo en un volumen llamado “El Libro Negro de Marcelo”.

García Bringas no ganó. Lo venció el fraude, pero sentó las bases para su siguiente candidatura, fortalecido el PAN, creadas sus estructuras para enfrentar al PRI.

Obtuvo el PAN su primera y única diputación federal en 2009. Rafael García Bringas aplastó al ex alcalde Iván Hillman Chapoy, artífice de una desastrosa gestión, de la que no se recuerda una sola obra digna.

Ganó el PAN pero con la operación electoral del priísmo resentido. A trasmano operaba Marcelo Montiel, enemigo de García Bringas pero más enemigo de Iván Hillman. “Hay pájaros en el alambre”, fue la señal confiada a operadoras y éstas a los votantes.

2010 abrió una nueva expectativa de triunfo. Gonzalo Guízar Valladares, engañado por el ex gobernador Fidel Herrera Beltrán, construyó su candidatura a la alcaldía de Coatzacoalcos y al final el PRI no lo registró. Emigró al PAN, aliado con el tormentoso Miguel Ángel Yunes Linares, quien desechó a Rafael García Bringas e impuso a Gonzalo.

Brillaba el PAN porque los priístas del gonzalismo le daban cuerpo y sustancia. Exigían al máximo al marcelismo que respaldaba al candidato de Fidel, Marco César Theurel Cotero —“Te rompo tu puta madre”—. Al final, con fraude, el PRI venció por sólo 6 mil votos.

Tres años más tarde, en 2013, los priístas de Guízar Valladares enfrentaron a los priístas de Marcelo Montiel, cuyo candidato, Joaquín Caballero Rosiñol, ganaría la elección y a la postre se dedicaría a zancadillar al marcelismo.

Encara hoy el PAN una elección sin rastros de priísmo. Sus bases lo rechazan. Nada quieren con lo que provenga del PRI. Ha sido una experiencia amarga, la traición como saldo, las estructuras electorales en manos del candidato y no del partido.

Son lecciones de la historia. Su única oportunidad de triunfo con candidato panista data de hace 39 años. En 2003, creció por un perredista. En 2009, ganó su única diputación federal gracias a un ex priísta. En 2010, arañó la alcaldía, habiendo postulado al un ex priísta. En 2013, lo masacró el marcelismo que en 2009 le operó la votación para ganar la elección.

Es azul pálido el PAN. Cromáticamente no, políticamente sí. Ha dependido del priísmo tránsfuga, del priísmo resentido, del priísmo colmilludo, del que no repara en cobrarse afrentas y derrotar al PRI, así sea su partido.

Tiene sólo una diputación federal en su haber, ninguna diputación local, ninguna alcaldía.

Gana el PAN cuando el PRI está a su lado.

 

Archivo muerto

 

Faramalla pura la del PRI. Convocó a sus delegados, aplaudieron al candidato impuesto, ungieron a un panista que hoy viste de rojo pero que los repudia por enanos y castrados, lo hicieron su candidato en una farsa fenomenal, el teatro de lo absurdo, diría Ionesco. Se cumple el ritual priísta en Coatzacoalcos, todos con la mano alzada validando la candidatura de Rafael García Bringas a la diputación federal, en un escenario que ya es lugar común, el salón del SUTERM, la tarde de este miércoles 18, en un evento que tardó más en organizarse y ejecutarse que en ver salir a los priístas con cara de fastidio y rencor. Ahí estaba García Bringas frente a sus enemigos cordiales, recordando su militancia de 30 años, excepto por el lapso de seis años en que fue baluarte del Partido Acción Nacional y le pegó una revolcada al PRI. Escuchaba voces de apoyo, el falso agasajo verbal, el abrazo de la hipocresía, la palmada sin afecto. Era ya el candidato formal, sin nadie que se comprometa a trabajarle un voto. Culminaba el cónclave de los farsantes. Salud… ¿Cómo se le llama a eso? Sí, peculado electoral. Incurrió el ayuntamiento de Coatzacoalcos en un delito, al destinar personal y recursos para acondicionar el escenario de la convención de delegados del PRI. Se les veía trabajar desde la tarde del martes 17 en el salón del SUTERM. Había personal de Acción Social. Lo descubrió, difundió y denunció la reportera Gabriela Rasgado, fotos en mano, la evidencia, los rostros. Horas después, la mañana del miércoles 18, recibió respuesta oficial: son trabajadores del ayuntamiento pero pidieron permiso sin goce de sueldo; remítase al director de Recursos Humanos y él lo podrá explicar. Falso el argumento. Aún con permiso de trabajo, no dejan de ser servidores públicos y a esa hora, en lo que es su jornada laboral, no pueden hacer proselitismo ni intervenir en asuntos de partidos políticos. Lo mismo argüía Javier Duarte cuando acudió a un evento de campaña de Enrique Peña Nieto. Y la Suprema Corte determinó que el entonces IFE lo debía sancionar con multa económica porque el permiso de trabajo no le quita su condición de servidor público. Así o más claro. Atrapa el delito al alcalde Joaquín Caballero Rosiñol, que justifica el hecho, que no tiene clara la actualización de la ley electoral. Acudió el personal del ayuntamiento no por gusto sino enviados, obviamente recursos públicos para favorecer al PRI. Es peculado electoral y merece castigo. Sólo falta que algún partido de oposición, si es que realmente lo son, inicie el procedimiento. A ver… Le armaron reunión con maestros del SNTE a Rafael García Bringas. Fue selectiva, sólo los más confiables, los que pudieran comprometerse con el candidato del PRI, los que se aplicarán en la campaña. Se usó el filtro y de toda la masa de operadores sólo se cursó invitación a un reducido grupo. Ocurrió el jueves 12. El plan marchaba, mal calculado el resultado. A la cita acudieron sólo unos cuantos. O sea, impopular García Bringas y sin gente que le trabaje el voto… En el Medellín de Moisés Sánchez Cerezo hay miedo. Lo dice su hijo Jorge Sánchez Ordóñez, al presentar en Xalapa el ejemplar de homenaje al periodista levantado y asesinado , el undécimo durante el gobierno duartista. Refiere Jorge Sánchez que su padre le decía que si tienen miedo no harán nada, y por eso su lucha para denunciar el mal gobierno en Medellín de Bravo, las tropelías del alcalde Omar Cruz Reyes y su familia, los abusos contra la ciudadanía. Ofreció conferencia de prensa Jorge Sánchez, ayer miércoles 18, y luego salió a las calles a repartir ejemplares de “La Unión”, el semanario que ahora dirigirá él para continuar con la línea informativa de su padre. Sí, hay miedo en Medellín, porque no tienen el valor que sí tuvo Moisés Sánchez para alzar la voz por los demás… Álgido el ambiente, la intriga en cualquier rincón de redacción, por el todavía remoto relevo en la Asociación de Periodistas de Coatzacoalcos. Hablan y prometen, como siempre. Perfilan a sus candidatos, o sus candidatos se autoperfilan. De poco le sirve la APEC al gremio pero sí a quienes la encabezan: trato directo con el gobierno de Veracruz, canonjías, sumisión a cambio de dádivas de las que poco enteran a sus afiliados. De origen, todo lo que hace la APEC es ilegal, un compendio de violaciones a sus estatutos, desconocidas sus reglas internas por la mayoría. Hoy, la búsqueda de los apoyos, el compromiso de un voto, va de la mano de la intriga, un espectáculo en que se exhiben trapos sucios, vida privada, fortuna sospechosa, conductas livianas. Y el gremio, en lo más divertido que podría estar… ¿Quién es ese líder magisterial que recibía y recibe jugosas dádivas de un tal Marcelo Montiel para achatar candidatos, jugar al rival más débil, bloquear aspiraciones genuinas y mantener en el sótano a un partido de oposición en Coatzacoalcos?…

 

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