juanelo y Joaquín Caballero Rosiñol

Joaquín Caballero y Juanelo: traición al amanecer

* Los insultos y el agravio  * Lo vetó para ser diputado federal  * Keren Prot: el inhumano trato a su gente  * Alianza por Coatzacoalcos buscará ser asociación política  * A De la Guardia no le dijeron qué tan jodido está el PRD  * PANAL: candidato y coyote  * La foto del recuerdo  * Cuando el político y se drogaba

Es infinita la capacidad de traición de Joaquín Caballero. Lo hace con sus amigos, y con sus mecenas, y con sus aliados. No sabe de lealtades, pacta y olvida, cumple a medias o no cumple. Y cuando puede, que es siempre, ejerce el poder para sojuzgar, aplastar y congelar a los miembros de círculo estrecho, su círculo rojo.

Su nueva víctima es Juan Manuel Rodríguez Caamaño. Lo ninguneó, lo maltrató, lo insultó, lo despedazó en una reunión clave, vital en las horas electorales por venir, sombrías las jornadas que vive el PRI en el distrito de Coatzacoalcos, disperso el rebaño, a flote los odios y el ajuste de cuentas, como sicarios políticos en medio de una vendetta.

Ocurre en la víspera del registro de candidatos, álgido el momento, tenso el jaloneo de los grupos priístas por incrustar sus propuestas para la diputación federal. Ocurre en Xalapa, Javier Duarte, el gobernador de Veracruz, como protagonista central. Ocurre en un escenario de solución que derivó en una arena de traición.

Señala el relato que al cónclave acudió Duarte; su esposa Karime Macías, la gobernadora; Marcelo Montiel Montiel, delegado de la Sedesol federal en Veracruz, el cacique de cartón; el frustrado precandidato, Víctor Rodríguez Gallegos, alias “El Chochol” o “El Petróleo”; Joaquín Caballero Rosiñol, el ex marcelista alcalde de Coatzacoalcos, y Erick Lagos Hernández, la otra cara de Fidel Herrera, aspirante a la diputado federal por Acayucan.

Sacó la espada Javier Duarte y le voló la cabeza a Víctor Rodríguez. Decía el gordobés que no garantizaba el triunfo, que las encuestas lo masacraban, que yacía en el sótano de las preferencias electorales, ignorado por la mayoría, superado por todos, incluido por Marcelo Montiel y la diputada de la Succión, Lady Tinacos, Mónica Robles Barajas, la tirana de sus empleados en Diario del Istmo.

Marcelo Montiel aceptó y entregó la plaza. Fue usado, engañado, burlado como a un principiante, humillado y despojado de una candidatura que tejió y confeccionó para su operador principal. Víctor Rodríguez, el constructor encubierto, no sería ya, y quizá nunca más, diputado federal.

Propuso Javier Duarte un nombre: Carlos Vasconcelos Guevara, líder de la CTM, dispensador de contratos, turnos de trabajo, comedores industriales en Etileno XXI, el Señor de las Despensas, que recorre cada fin de semana las colonias de Coatzacoalcos, las oferta al mejor precio, a veces las regala, y que solo se da cuerda para increpar a los políticos que ayudan únicamente cuando hay una candidatura en juego.

Lo desecharon de un plumazo. Lanzó una siguiente propuesta: Juan Manuel Rodríguez Caamaño, secretario de ayuntamiento, rector de la Universidad Istmoamericana, presidente de la Fundación Colosio del PRI de Coatzacoalcos, ex aspirante a diputado local. Marcelo Montiel asintió, dijo que era joven, imagen fresca y tendría aceptación.

Se engalló Joaquín Caballero. Lo descalificó. Lo llenó de improperios, azorados quienes escuchaban.

“Es flojo —resumió Caballero—, irresponsable y huevón”.

Dejó perplejos a todos. Marcelo Montiel había operado en 2013 para que Juan Manuel Rodríguez, “Juanelo”, desistiera de aspirar a la candidatura a diputado local. Invocó la cercanía con su familia, el aprecio a su mamá, Rosita Caamaño, suplente de Marcelo en la alcaldía de Coatzacoalcos entre 2001 y 2004, un activo del marcelismo. Lo convenció y le allanó así el camino a Mónica Robles de Hillman, la hija predilecta del Clan de la Succión, en un pacto con el que Joaquín Caballero se enfiló hacia la presidencia municipal.

Provocó ese exabrupto de Joaquín Caballero desconcierto en Javier Duarte y Karime Macías, quienes más allá de la política, mantienen una fuerte amistad con Juanelo Rodríguez Caamaño.

Propuso entonces Erick Lagos la candidatura de Rafael García Bringas. Era el as, la jugada del fidelismo, un golpe mortal al marcelismo y, sobre todo, la fractura del proyecto del delegado de Sedesol para recuperar la alcaldía luego que Joaquín Caballero de deslindó de Marcelo Montiel, maniobró para negarle la diputación federal y se alió con sus enemigos.

Por la puerta trasera entró Rafael García Bringas a la candidatura del PRI, sacado del basurero político, recordado como el panista que derrotó al PRI en 2009, ayudado por Marcelo Montiel para sepultar políticamente a Iván Hillman Chapoy, quien suplicó toda su campaña a Fidel Herrera que obligara al marcelismo a apoyarlo, consciente que tras su desastroso paso por la alcaldía donde desapareció 2 mil millones de pesos, construyendo sólo banquetas y guarniciones, sin calle, nadie votaría por él.

Descomunal, la ingratitud de Joaquín Caballero es digna de un estudio psicológico. Caballero agravia a Juanelo Rodríguez, su ex coordinador de campaña, su hombre leal que no repara en expresar públicamente su respaldo. “Mi único líder es el alcalde Joaquín Caballero”, dice a la prensa. Lo cuestionan sobre sus ligas con Marcelo Montiel, por quien llegó a la Secretaría del ayuntamiento, pero su discurso no varía. Su líder es —era— Joaquín Caballero.

En la campaña a la alcaldía, Juanelo Rodríguez no tenía otra visión que el triunfo de Joaquín Caballero. Atrajo el voto de su círculo social, el jet-set de Coatzacoalcos. Logró insertarlo en un ámbito en el que los Caballero, pese al origen de su apellido, su cercanía con el ex cacique de los 60’s, Amadeo González Caballero, venían siendo repudiados.

Joaquín Caballero Rosiñol vivió en la estrechez. Habitó en una casa de Pensiones del Estado. Trabajó mientras realizaba sus estudios en la Universidad Veracruzana, porque para él, a diferencia de sus amigos pudientes, no hubo cómo realizarlos fuera de Coatzacoalcos.

Muy joven se vio ligado al poder. Lo vinculó su hermana Ana Luisa, quien mantenía una estrecha, pero verdaderamente estrecha relación de amistad con el poderoso priísta, entonces tesorero municipal, después alcalde, Edel Álvarez Peña. Ana Luisa apareció súbitamente como novia de Marcelo Montiel, un noviazgo que dio de qué hablar.

Ni eso le permitió a Joaquín Caballero ingresar al círculo social más estrecho de Coatzacoalcos. Lo intenta a través de la alcaldía. Lo intentó, vía Juanelo Rodríguez, hasta que éste descubrió el engaño y la traición.

Juanelo Rodríguez es secretario del ayuntamiento, pero es como si no existiera. O quizá sí. Pero sólo para ser ninguneado, ignorado, maltratado, sojuzgado por el alcalde y los operadores marcelistas. Las sesiones de cabildo son la evidencia de cómo se agravia a un “amigo”, a la vista de los ediles.

Su equipo de trabajo no pudo ser incorporado a la Secretaría del ayuntamiento. Fue cercado con los operadores del tesorero municipal, Alfonso Morales Bustamante. El oficial mayor, Humberto Díaz Bautista, percibe mejor salario que todos; sus allegados tienen secuestrada la Secretaría. El ambiente es pesado y la desigualdad manifiesta. Le aplican la aburridora.

Nada le dejan a Juanelo, ni el vehículo asignado a esa dependencia, secuestrado ahora por Humberto Díaz, que no es empleado para tareas de la oficina sino que se le ve en tiendas de autoservicio como Chedraui, en los cines de Coatzacoalcos o rolando en el malecón.

Decía Joaquín Caballero que Juanelo era un gran amigo, que cedió en sus aspiraciones para que Mónica Robles fuera candidata a diputada local y él alcalde. Y que irían juntos, siempre, en el camino. Era palabrería. Era show.

Pudo abrirle la posibilidad de ser candidato a diputado federal. No quiso. Lo vetó. Pudo hacerlo cortésmente. No quiso. Lo descalificó y lo insultó.

Así es Joaquín Caballero. Promete y no cumple, o cumple a medias, o ignora a sus aliados, o los patea, o los grilla, o los intriga. Sonríe y apuñala.

Pudo ser sutil para agraviar a Juanelo, pero prefirió la rudeza innecesaria.

Fue un acto de alta traición.

Una traición al amanecer.

 

Archivo muerto

 

Injusta, inhumana, insensible, Keren Prot tiene un nulo sentido del valor de las personas. Las desprecia y las ignora, las usa y las desecha. Montada en el trabajo electoral de su gente, pudo llegar a la agencia municipal de Villa Allende, la congregación más importante de Coatzacoalcos. Sólo así pudo llegar. No por simpatía, porque no la tiene; no por afectos porque sólo genera repudio. De ínfulas y soberbia, Keren Prot ahora olvida a quienes se partieron el alma para verla convertida en agente municipal, el botín a su alcance. Y a ellos, sólo para constatar qué tan negra tiene el alma, los refundió en un basurero; los olvidó en la desgracia, los ignoró en la enfermedad, y ya ni se diga que les hubiera otorgado seguridad social. Ni siquiera los volteó a ver. Ni siquiera tomó el teléfono y les llamó. Keren Prot no está ahí para darle desarrollo a Villa Allende. Está para hacer negocios. No se podía esperar menos de quien proviene de una familia en la que el hermano se hace llamar el “Comandante Noriel”, cuyo hogar recibe una ráfaga de metralleta y lo hacen correr, donde la autoridad protege al crimen organizado, donde el periodista Gregorio Jiménez de la Cruz fue levantado hace un año ya y luego recibió un mensaje de un tal Prot en el celular que quedó en el hogar. Lo inhumano, lo injusto, lo insensible es lo que distingue a Keren Prot… Alianza por Coatzacoalcos va por su registro como asociación política estatal. Cambiará su denominación. Extiende su radio de acción. Se regionaliza y en breve fundará comités en las principales ciudades de Veracruz. La agrupación política que encabezan Juan Manuel Rodríguez Caamaño, actual secretario del ayuntamiento; Víctor Márquez Hernández y José Manuel Villegas Pérez, cuenta ya con un padrón superior a los 10 mil integrantes tan sólo en Coatzacoalcos y cuadros electorales en esta cabecera, Nanchital, Agua Dulce y Minatitlán. Es seguro que para 2017 impulsarán, dentro o fuera del PRI, la candidatura de Juan Manuel Rodríguez a la diputación local, asqueado éste del joaquinismo que le dio la espalda, lo ninguneó, lo maltrató y lo congeló… ¿Alguien le ha dicho a Rodolfo de la Guardia que es candidato de un partido que en los hechos no existe? Menguado, abandonado por quienes se identifican con la izquierda, ávidas sus tribus de arañar una regiduría en cada elección municipal, comparsa del PRI, el Partido de la Revolución Democrática de nada le sirve a su candidato. Rodolfo de la Guardia contiende por un partido patito, la mascota del PRI, agencia de colocaciones que no crece ya, que se halla estancado, que sirve a sus líderes para inscribir a su gente en la nómina del ayuntamiento y para operar electoralmente a favor de quien el alcalde en turno, priísta, por supuesto, decida. ¿Pues qué pensó Rodolfo de la Guardia? ¿Que le habían dado la candidatura con todo y partido, y para ganar?… Coyotea asignaciones de tierra Adán Escobedo Morales, cuasi candidato a diputado federal por el Partido Nueva Alianza en Coatzacoalcos. Y le saca jugo al negocio. Abogado de profesión, tramita juicios de asignación por prescripción en los tribunales, logra fallos favorables y obtiene abundantes emolumentos. Hasta demasía de terrenos, metros cuadrados extra le conceden los jueces y, por supuesto, el voraz Adán Escobedo incrementa sus honorarios. ¿Cuánto de esos recursos van para la campaña a la diputación? ¿Cuántos, sin exceder el tope de financiamiento privado que permite la ley? O sea, candidato y coyote… ¿De quien es esa foto que registra el preciso momento en que dos jóvenes estudiantes aspiran su respectiva dosis de coca, una de tantas de las que solían consumir en aquellos tiempos de desenfreno y reventón? Tres pistas: uno de ellos es hoy un connotado político, el otro es personaje que militó en la izquierda y ambos fueron captados en la escuela privada donde cursaban el bachillerato. La foto habla por sí sola…

 

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