EL procurador y el secuestrador torturado

* “El Charro” anda prófugo, dice Bravo  * Lo mataron, dice Notiinfomex  * La procunovela llegó tarde  * Duarte y los millones para la graduación  * 15 de Septiembre: el grito por los despidos  * Keren: toda la parentela en la agencia municipal  * Caso Inés Valladares: dos peritos se contraponen por la falsificación de la firma

Lo difícil no fue explicar que Karime Alejandra Cruz Reyes murió; afirmar que su tía es para la Procuraduría la autora intelectual del secuestro, y admitir que la violencia es inevitable. Lo crucial es cómo ocultar que “El Charro”, uno de los plagiarios, haya sido torturado y, presumiblemente, se les quedó en las manos.

Tardía, torpe, titubeante y atropelladamente, Luis Ángel Bravo Contreras era una auténtica gelatina cuando encaró —sábado 6— a los medios de comunicación, negado para convencer con una versión tan sobada, tan traída, tan mascada, que para entonces ya era historia vieja.

Trastabillaba, dudaba el estiradito y atildado procurador de Veracruz, un metrosexual empedernido que ese día no daba pie con bola, pues lo que contó del secuestro de Karime Alejandra Cruz Reyes, una niña de 5 años, y su tía Mónica Teodora Reyes Baruch, era la confirmación de que el gobierno había manipulado el desenlace.

Luis Ángel Bravo no es Ernesto Alonso, pero también es el Señor Telenovela. Le encantan los montajes, la faramalla, historias tejidas a fuerza de un guión con visos de thriller, pero sobre todo, salir a contarlas.

Esa vez, sin embargo, “Culín” Bravo, como se le conoce desde sus días de estudiante, no sorprendió a nadie. Su teleshow ya era sabido pues circulaba en las redes sociales, en Facebook y Twitter, vulnerando sus derechos de autor, frustrado el factor sorpresa y dejándolo como un actor aburrido.

Nueve días antes, el semanario La Red reseñó el desenlace fatal del secuestro de la niña Karime Alejandra y su tía Mónica.

Decía La Red el jueves 28 de agosto:

El secuestro de la niña de 5 años, Karime Alejandra, habría sido planeado por Miguel Alberto Lemarroy Gutiérrez, “El charro”, y Jorge Salinas, “El panadero”, y la tía, Mónica Teodora Reyes Baruch.

“El charro” y Mónica eran novios.

Y ella fue la de la idea ante las deudas que tenía en casas de empeño.

Ella propuso el “tiro” a su novio y se buscó de socio al panadero.

Se da el secuestro y la menor reconoció al novio de la tía; fue cuando tomaron la decisión de asesinarla.

La tía de opuso, además, no consiguieron el dinero del rescate, por eso la tía se echó para atrás, lo cual el Charro lo vio como traición y por eso también le dieron muerte.

Las dos estarían enterradas en la casa de El Charro, en la colonia Luis Echeverría, calle Alfredo Bonfil, detrás de la escuela conocida como la ETI.
Después de la marcha (viernes 22), la policía, no se sabe de qué dependencia, detuvo a “El charro”, lo calentaron, y murió, o se les pasó la mano o lo chingaron a propósito, no se sabe.

El cadáver de este fulano apareció encostalado el lunes pasado, en Minatitlán, y lo tienen en SEMEFO a punto de ser enviado a Fosa Común… no lo reclama nadie.

Antes de que muriera en manos de la policía, el charro contó todo el móvil e involucró a la tía.

La policía busca a el otro cómplice, “El panadero”; pero no se sabe nada.

Fue un bombazo. Literalmente le estalló la nota en las manos al procurador de Veracruz y algo peor: lo dejó sin telenovela qué contar.

Atado de manos, Luis Ángel “Culín” Bravo tampoco tuvo qué decir ese jueves 28, pues si bien el caso estaba resuelto, tuvo que amarrarse la lengua para no echar a perder la imagen de la reunión plenaria de senadores del PRI y Partido Verde Ecologista de México, en Boca del Río. O sea, por una razón política, Javier Duarte empecinado en mentir, dejó correr el tiempo y jugar con la esperanza de los padres. Sabía que había muerto y no lo reconocía.

Nueve días después, Proculín reveló el “notición”: Karime Alejandra estaba muerta, su tía también; Mónica Reyes Baruch era la autora intelectual del plagio; su cómplice era Miguel Alberto Lemarroy Gutiérrez, alias “El Charro”, también llamado Miguel Alberto José Hernández o Miguel Ángel Lemarroy Gutiérrez; apenas el viernes 5 un juez había concedido una orden de cateo y así pudieron acceder al inmueble, una casa de lámina en la calle Alfredo V. Bonfil, colonia Luis Echeverría, que servía de vivienda y en ella se desenterró los cuerpos; Miguel Alberto estaba prófugo, su socio José Armando Salinas Linares está detenido, y el otro cómplice, Felipe Sosa Ascanio, alias “El Panadero”, también anda a salto de mata.

Era la versión de La Red, apenas modificada.

Decía Luis Ángel Bravo Contreras que las versiones circuladas en redes sociales tenían “signos de verdad” o “un poco de verdad”. No. Tenían la verdad de los hechos, pero conocidos semana y media antes de que el procurador, ya sin la presencia de los senadores priístas, la diera a conocer de manera oficial, 60 días después del plagio.

¿Cómo pudo La Red conocer con precisión el desenlace fatal de Karime Alejandra y su tía Mónica?

Sus fuentes le relataron la historia final de un secuestro que Javier Duarte y su Proculín ocultaron para no empañar el encuentro con los senadores tricolores y verdes, plena la mezquindad del gobernador, proclives al juego de la muerte.

Fatal, el desenlace mermó aún más la patética imagen del gordobés y de su pajecito judicial. Pero hay una historia aún no abordada oficialmente y que es como tener una brasa ardiendo en las manos.

La Red refirió que “El Charro” fue detenido, interrogado, torturado, obligado a hablar y finalmente se les quedó en las manos. Molido a golpes, su cuerpo fue llevado a Minatitlán. Ahí lo encostalaron y luego apareció en la vía pública. Nadie lo reconoció. Fue programado para ser confinado a la fosa común.

Luis Ángel “Culín” Bravo dice que no. “El Charro” vive, asegura el procurador. Sólo que no está visible. Convenientemente se fugó. Claro, para un engreído como el procu, hay que ir por él. ¿Qué juez le concederá una orden de cateo para ingresar al más allá y volver con el secuestrador?

La Red dice que el que contó los detalles del secuestro de la niña Karime fue “El Charro”. Cantó a punta de golpes y luego falleció. Un caso de tortura muy a la veracruzana, como en el episodio de los electricistas acusados del crimen del pastor Claudio Martínez Morales; como en el de Jorge Antonio Hernández Silva, “El Silva”, condenado a 38 años de prisión por el asesinato de la periodista Regina Martínez Pérez, liberado por el magistrado Cara de Muela, Edel Álvarez Peña, por las golpizas propinadas para que se implicara.

Puede decir el procurador Bravo Contreras que “El Charro” se peló, pero hay otra versión aún más escabrosa. Se lee en el portal Notiinfomex. Dice ahí que, según un usuario de Facebook de nombre José García, la policía ministerial no pudo sacarle la información. Llamó entonces a un especialista del grupo antisecuestros, experto en hacer cantar a los detenidos. Con él si habló. Y luego dejó de existir.

Ronda el crimen al procurador Luis Ángel Bravo. Es esa la naturaleza del cargo. Pero una cosa es desentrañar un secuestro y asesinato nueve días después que su historia la contara el semanario La Red, y otra que para encubrir el crimen por tortura de “El Charro”, se constriña a decir que éste anda a salto de mata.

Dilema mayor para Proculín. Si “El Charro” aparece, disipará dudas. Si no, cargará con la sospecha de que Miguel Alberto Lemarroy Gutiérrez fue torturado y muerto a manos de la policía estatal. Y eso lo pondrá del lado del crimen.

Proculín es show. Su único mérito es untarse gel, limarse la uñas y contar thrillers de baja calidad. Su torpeza es inaudita. Arma historias, las narra, exhibe a los victimarios pues son su trofeo, y que venga el siguiente crimen. No hay certeza de que el criminal pague su deuda social o lo más seguro es que recobre su libertad.

Es la justicia duartiana, contada con nueve días de retraso.

Archivo muerto

Azorados, los empleados de la Secretaría de Finanzas y Planeación del gobierno de Veracruz aún se preguntan de dónde sacó Javier Duarte unos cuantos millones de pesos que urgían para sufragar los gastos de la visita presidencial, el 14 de agosto para la graduación de cadetes de la Escuela Naval. Secas las arcas, cerrado el crédito, no había cómo enfrentar el compromiso. Saben que hizo una petición y así, como por arte de magia, fluyó la millonada, participaciones federales —¿dinero de los municipios?— de la que aseguran no toda fue para agasajar a Peña Nieto. Una parte se fue al cochinito, que a estas alturas ya es cochinazo… 15 de septiembre. No sólo es fecha patria. Es día crucial. Van a la calle cientos de trabajadores municipales, el recorte anunciado y, obviamente, el fin de los acuerdos. Decidió el alcalde Joaquín Caballero cancelar pactos, pues las finanzas del ayuntamiento de Coatzacoalcos están a punto del colapso. Con ello se anticipa el ajetreo, sacudidas de corrientes y grupos que pierden espacio. Suenan tambores de guerra y huele ya a viento de tormenta… No metió al perico a la agencia municipal porque habría un exceso, pero Keren Prot Vázquez insertó a toda su parentela e hizo de esa instancia de gobierno un club familiar. Primas y primos, sobrinas y sobrinos, tíos y tías y hasta el marido conforman el equipo cercano, íntimo, que le cuesta una lana al pueblo de Coatzacoalcos. Fanática del nepotismo, transgresora de la ley, Keren Prot baila un rock sobre el apartado de los servidores públicos que contiene la Ley Orgánica del Municipio Libre que prohíbe favorecer a familiares hasta el cuatro grado de consanguinidad. ¿Y así aspira a ser regidora?… Se sigue enredando la Procuraduría de Veracruz en el caso de las tres maestras del Instituto Educativo Margarita Olivo Lara, acusadas de falsificación de firma en agravio de Inés del Carmen Valladares Lavín. Dos peritos de la PGJ con dos criterios distintos y dos determinaciones que se contraponen. Catarino Vera Vidal sostiene que la firma que aparece en la supuesta renuncia voluntaria, no fue suscrita por Inés Valladares; Ricardo Pérez Castro, en una nueva diligencia, dice que sí lo es. En cambio, el perito independiente, Jorge Yépez Núñez, con amplia experiencia, dedicado a la investigación privada, ex jefe policíaco, le da la razón a la maestra Inés Valladares: la firma estampada en el documento no es de su autoría. Por supuesto, el asunto se va al área de quejas. Hay evidencia de parcialidad a favor de María Amparo Elena Arens Medina (Helen Arens), Alicia Guadalupe Menabrito Trejo y Margarita Josefina Gómez Ortiz, propietarias del IEMOL, pues el MP a regañadientes y luego de que así lo ordenara el Tribunal Superior de Justicia de Veracruz, rectificó y determinó el ejercicio de la acción penal. Se demostró que la firma fue falsificada para simular una renuncia voluntaria. Pero el MP no establece quiénes son los responsables de la falsificación. Se giraron órdenes de aprehensión, dejando intocadas a Helen Arens y Margarita Ortiz, y no se ejecuta la de Alicia Menabrito por tiene una suspensión de amparo. Así de mal anda la justicia en Veracruz…

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Cartón: Beti de Siracusa

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