Hay purga en la cúpula criminal policíaca mientras a ras de piso los capos ríen. Fue cesado Hugo Gutiérrez, cayó su vocero y arribó el almirante Herrera, pero El 80, líder el Cártel Jalisco en el sur de Veracruz, sigue libre, intocable, gozando de impunidad.
“Hugo cumplió”, dice Cuitláhuac García, la vedette de Macuiltépetl, y en todo Veracruz la estructura delictiva le aplaude a rabiar.
“Hablan sus resultados”, cuenta el gobernador. “Cumplió la tarea”, justifica el minigober, imaginando que reprimir protestas, agredir inocentes, aplicar tortura, arrancarle la vida a los detenidos y encubrir asesinatos, es cumplirle a Veracruz.
Y los jefes de plaza, oyendo tal insensatez, hacen fiesta. Se fue Hugo Gutiérrez Maldonado y ellos siguen ahí.
Cuando Hugo llegó a Veracruz, los capos ya existían. Y traficaban. Y asesinaban. Y secuestraban. Y cobraban derecho de piso y al que no pagaba, le balaceaban la casa o el negocio, o le prendían fuego al local, o le llamaban para decirle que a la próxima se iba a morir.
Y a Hugo lo fueron —porque no se fue— sin haberle quitado ni una pluma al gallo de la criminalidad.
Hugo Gutiérrez Maldonado se tuvo que ir por la puerta de atrás. El 20 de octubre ocurrió el cese fulminante. Aquella noche, Cuitláhuac apareció en una fotografía con dos mandos, Cuauhtémoc Zúñiga Bonilla, subsecretario de Operaciones de la SSP, y Rafael Ángel González Uscanga, director de la Fuerza Civil. Dos navales de pésimo historial.
Zúñiga asciende a secretario de Seguridad y González Uscanga a subsecretario de Operaciones. La cadena de mando intacta, con los mismos que debieron saber, y actuar, cuando los favoritos de Hugo Gutiérrez perpetraron el levantón del director de la Policía Vial, Juan Alan Cuetero Meza, alias El Archi.
No fue un relevo pactado. No fue una renuncia anunciada. Fue intempestiva. FUL-MI-NAN-TE. Y Hugo no volvió a aparecer. Aparecerá cuando la ley lo pueda alcanzar.
Todo quedaría igual, esbozó el gobernador. Los mismos mandos. Aquellos a los que el levantón de Cuetero Meza salpica porque los presuntos autores son policías de rango y tropa del círculo más cercano al ex secretario de Seguridad.
Todo quedaría igual, creyó la vedette, pero no fue así.
Y entonces inició la purga. No terminaba de hablar el secretario de Gobierno, Eric Cisneros Burgos, asegurando que no había nada que cambiar, cuando arrancó la depuración.
Se fue el vocero de la SSP, Javier Contreras, cuya táctica no radicaba en diseñar una imagen sólida del secretario sino en untar la mano a periodistas, rentar plumas, comprar elogios, atizar el silencio frente a la brutalidad de la policía criminal.
Y cayó el director de la Academia de Policía de El Lencero —Centro de Estudios e Investigación en Seguridad—, Evaristo Cruz Cabañas, que lo hizo tan bien, según el gobernador, que lo relevó.
Diría Cuitláhuac García, el jueves 3, que Evaristo Cruz fue el motor de la Academia, el que la levantó” con cursos especializados de derechos humanos y perspectiva de género.
“Puso en ritmo —apuntó— la demanda que traíamos de contratación de personal capacitado con el mínimo de preparatoria. Le tocó esta parte en la que le ofrecimos a los policías que no habían tenido la preparatoria que pudieran asistir a cursos y exámenes para acreditar su preparatoria”.
No se fue por mal elemento sino porque lo hizo requetebién.
No, que no joda el gobernador. Se fue por las versiones que apuntan a que El Archi, fue llevado de Veracruz a la Academia de Policía, en el municipio Emiliano Zapata, y luego desapareció.
Sólo se halló su automóvil y uno de sus dos teléfonos celulares; uno lo usaba para asuntos de la Policía y el otro para lo familiar.
El relevo en la Academia de Policía es otro elemento de la Secretaría de Marina, el vicealmirante en retiro, Jaime Herrera Romo. Y Cuitláhuac, cuyo problema neuronal es grave, se cuadra ante la militarización.
Tres renuncias en 14 días es purga interna. Aunque diga que no.
Y en las sombras, y en los pantanos, y en los callejones de mala muerte, los capos ríen.
Se fue el secretario de Seguridad y a ellos, a los malosos, no los quieren tocar.
Se fue Hugo y El 80 —José Roberto Sánchez Cortés—, líder del Cártel Jalisco Nueva Generación, hace la cuenta de los jefes policíacos y fiscales que ha visto partir.
Sobrevivió a Arturo Bermúdez Zurita, secretario de Seguridad Pública, y a Luis Ángel Bravo Contreras, alias Fisculín, fiscal general en el gobierno priista de Javier Duarte.
Fue inalcanzable para Jaime Téllez Marié, titular de la SSP, y burló a Jorge Winckler Ortiz, fiscal del panista Miguel Ángel Yunes Linares.
Vio caer a Hugo Gutiérrez Maldonado, secretario de Seguridad en el gobierno morenista de Cuitláhuac García, y ha burlado a la fiscal espuria, Verónica Hernández Giadáns.
El 80 es el capo del Cártel Jalisco Nueva Generación en el sur de Veracruz, cuya fama se plasma en los informes policíacos, en los relatos de las víctimas y en las crónicas periodísticas. Es, cuentan los insiders, cercanísimo a Nemesio Oseguera Cervantes, El Mendo máximo líder del CJNG.
Hará 10 años, El 80 se hallaba del lado de la ley. O simulaba respetar la ley. Era empleado de la Fiscalía de Veracruz. Y nadie pudo imaginar lo que habría de suceder.
Brincaba de fiscalía en fiscalía, unas veces en Coatzacoalcos, otras en Acayucan, unas más en la San Juan Evangelista, Oluta, permeando el terreno, sabiendo los secretos, el modus operandi, el nivel de complicidad de los cárteles y sus jefes de plaza con las estructuras de poder en todo el sur.
Tuvo entonces una madrina de oro, Samyra Khoury Colorado, ya fallecida, fiscal regional en el duartismo, en Coatzacoalcos. José Roberto Sánchez fue sus ojos y oídos, el enviado que detectaba intrigas, negocios, enredos, la trama en que se movía el personal de la Fiscalía de Veracruz.
Y de ahí saltó a la delincuencia.
Javier Duarte lo dejó actuar mientras crecía el poder del Cártel Jalisco Nueva Generación que halló en el duartismo lo que Los Zetas encontraron en el régimen de Fidel Herrera Beltrán.
Con Miguel Ángel Yunes Linares poco cambió. Tras la aprehensión de Hernán Martínez Zavaleta, alias Comandante H o El H o El Apá, acusado y sentenciado por el crimen de una familia, niños incluidos, el predominio de Los Zetas concluyó. Se atomizó en el sur de Veracruz.
Y si Yunes se le fue encima, obedeció a aquella fotografía en que Fernando Yunes Márquez, hijo del ex gobernador, ex alcalde de Veracruz puerto, aparece en la misma mesa del H, en un evento panista en el distrito de Cosoleacaque. Chiquinando fue a agradecer el voto y la operación electoral al panismo por el triunfo en la elección de 2016, y lo sentaron casi en las piernas del líder zeta. Y luego esparcieron las fotografías entre la prensa de Xalapa. El jefe del Clan Yunes no se la perdonó.
El 80 fue su siguiente objetivo. Yunes lo categorizó como generador de violencia, difundió la imagen de José Roberto Sánchez García en anuncios espectaculares y ofreció una recompensa de un millón de pesos por datos que sirvieran para dar con él. Nunca lo halló.
El 80 ha sobrevivido a tres gobiernos. Ha burlado el cerco de Cuitláhuac y cuando ha querido desata oleadas de terror, quema de vehículos para transportar mercancía, toma de carreteras, disparando contra las fachadas de comercios, tiroteando sedes policíacas. Y mata como respira.
Ha sido inmune a la ley e impune en el actuar.
Hugo Gutiérrez se fue y no lo pudo atrapar. Y así otros capos y sus sicarios y sus halcones y sus operadores financieros y los empresarios y comerciantes y emprendedores que les lavan el dinero ilegal.
Sus alardes de ataque a los criminales, el encarcelamiento de algunas decenas de delincuentes, la vinculación a proceso, ha servido para diversión de los capos. Los peces menores están en las cárceles; a los operadores del Mencho no los pudo tocar.
El combate a la delincuencia ha sido una simulación. En el fondo, hay un narcopacto, los malosos con Morena viviendo en la plenitud de la Cuarta Degradación.
Y mientras la purga en la Secretaría de Seguridad sigue, los capos no dejan de reír.
Archivo muerto
Arturo Delgadillo tiene, ya, un pie en la Fiscalía Anticorrupción. Le imputan “ofertar obras a cambio de dinero”, estar implicado en una red de sobornos, encubrir la corrupción en la Dirección de Obras Públicas en el ayuntamiento de Coatzacoalcos y no mover un dedo pese a tener datos y señales de lo que su subalterno, Onésimo Mendoza Flores, viene perpetrando. Un oficio, signado por el delegado en la zona sur de Veracruz de la Sociedad Mexicana de Industriales Transformadores de la Construcción, Gabriel Rivera Cerdán, describe las trastadas que a diario se cometen en la Dirección General de Obras Públicas, los contratos chuecos y amañados, licitaciones arregladas y hasta la exigencia del token bancario a constructores para controlarles el pago del diezmo por parte del “ingeniero” Onésimo Mendoza —ingeniero sin título y sin cédula profesional—. La queja fue dirigida al contralor municipal, Mario Humberto Pintos Guillén, quien obviamente dejará pasar las tropelías, y se trasladó copia al alcalde, Amado Cruz Malpica. En los próximas horas se interpondrá la denuncia formal en la Fiscalía Anticorrupción, en Xalapa. En ella se evidencian depósitos bancarios por cientos de miles de pesos, el nombre del titular de la cuenta, la fecha en que se realizó y un diálogo en red social donde se advierte que el dinero se le entregó al director general de Obras Públicas Municipales, “ingeniero” Arturo Delgadillo Medina —en realidad es abogado—, y específicamente en qué lugar dentro del inmueble municipal de la avenida Hilario Rodríguez Malpica ocurrió. Un auténtico lodazal. (Ver: http://bitly.ws/wdJ4)… Arde el Departamento de Jubilados de la Sección 11 de Nanchital, no sólo por la próxima elección de dirigentes sino por la cantidad de millones desviados y de los que nadie da cuenta. Simeón Rosaldo Cordero, alias Moto, su antiguo dirigente, ya fallecido, cuatro veces líder de la organización, dejó una bomba de tiempo. Su sucesor, Armando Flores Martínez, el autonombrado presidente interino, cargo obtenido mediante una treta notarial, se presta a los manejos fraudulentos de Rafael Rosaldo, alias El Motito, hijo de Simeón, mediante un esquema de engaño que va desde la operación de una cooperativa de cuestionada personalidad jurídica, haber regresado de manera ilegal a la condición de Departamento de Jubilados, el uso de logos y emblemas oficiales usurpando personalidad, la no rendición de cuentas, la burla a casi un millar de viudas a las que no se les ha entregado el beneficio post mortem y otras prestaciones que les fueron descontadas a los fallecidos, compra de varias propiedades con dinero de origen oscuro si no es que ilícito, como la Unidad de Inteligencia Financiera de Hacienda habrá de determinar, y la constitución de una caja de préstamos que resultó un negocio monumental. La inminente emisión de la convocatoria para renovar la directiva, cuya responsabilidad recae en el grupo jefaturado por Rafael Simeón, que no no es jubilado pero es el poder tras el trono, es observado desde la Secretaría del Trabajo y Previsión Social. Si la asamblea no es democrática, si se mantienen los vicios de siempre, habrá investigación y el multimillonario fraude quedará al descubierto. Armando Flores encabeza una planilla; el doctor Dagoberto Martínez, otra. En el fondo hay acuerdo para que Dagoberto valide a Flores y el que saldrá con la suya será Rafael Rosaldo, El Motito. La tercera vía es José Mendo Mendoza, quien junto con Fernando Olguín Hernández y Gilberto René Valdez Martínez, han venido alzando la voz en torno a este escándalo de corrupción, enriquecimiento, violación a la ley y engaño a las viudas de los jubilados fallecidos. Una cifra: 1.5 millones de pesos mensuales aportados por los jubilados. Sí, y las mil viudas, cuyos esposos fallecieron durante la pandemia, siguen sin cobrar un sólo centavo. Millones de pesos con los que al Moto, al Motito y sus cómplices les cambió la vida. Una bomba de tiempo que le habrá de estallar a Ricardo Aldana, líder nacional del sindicato petrolero, cuyo pacto político con Rocío Nahle, secretaria de Energía, se va a quebrar. En el sur de Veracruz, en las secciones petroleras, encuentra división y encono con miras a la elección de gobernador en 2024. La historia da para más… Que ambas damas se amen es muy su asunto, pero no cuando hay de por medio recursos públicos, usados para beneficio propio. Ahí ya es corrupción. Amorío de escándalo en el edificio de Tesorería entre funcionarias, enredadas —por acción u omisión— en pingües negocios con el ayuntamiento de Coatzacoalcos. Metieron las manos, recomendaron, decidieron las asignaciones de contratos, una millonada, dirigiéndola a las reinitas de su corazón que para mayor abundamiento son proveedoras. Su idilio es cosa aparte, muy respetable; sus corruptelas, no…
Fotos: XEU, La Silla Rota, Proceso