Cuitláhuac y Andrés Manuel: elogio cómplice

* Torpe pero cuate  * Empinó al presidente y fue solapado  * 29 muertos y El Peje lo acuerpa  * Las burradas de Eric Patrocinio  * El enésimo informe de López Obrador  * Otras nueve fotos de Karen Rodríguez en la zona restringida  * La “becaria” y los muertos del Caballo Blanco  * Joaquín Caballero: el huracán que viene

Llora Veracruz su tragedia, sus masacres, su angustia y sus miedos, los levantados y desaparecidos, azorado por los tráileres incendiados, los cuarteles baleados, y Andrés Manuel llega a fundirse en un abrazo, alzando la mano a Cuitláhuac, el que debiera garantizar la paz. Torpe, inútil, ínfimo gobernador, pero cuate al fin.

Empina al presidente con “otros datos”, los datos falsos de que a La Loca, presunto autor de la masacre en el table dance Caballo Blanco de Coatzacoalcos, con saldo de 29 muertos, lo tuvo a disposición la Fiscalía de Veracruz y en realidad fue la Fiscalía General de la República y lo liberó, y López Obrador persiste en solapar al gobernador.

Cálido y alegre, lo ve y lo muestra. Lo acerca y lo abraza. Lo tiene a su lado alzándole el brazo como si el reto fuera hincarse ante el crimen organizado y llenar de terror a Veracruz. Y los aplausos de la corte no se hacen esperar.

“Es leal”, dice el presidente aunque su gobierno se desgrane, las protestas se multipliquen, los inmuebles sean tomados por profesores, trabajadores, padres de familia.

“Es honesto”, expresa Andrés Manuel, eludiendo la evidencia de corrupción, las asignaciones directas sin licitación, la compra de patrullas de policía con sobre precio, infestado el gobierno de Veracruz de vivales, parientes de Cuitláhuac García Jiménez, rémoras de su séquito, la diputada Rosalinda Galindo y siete familiares en nómina, sin perfil para los cargos, erosionado las finanzas. Nepotismo en toda su dimensión.

Llega Andrés Manuel con su investidura presidencial. Lo recibe el Veracruz sangriento, agobiado por la violencia, huyendo lo capitales, empresarios que prefieren cerrar actividades, otros que evaden el cobro de piso de los cárteles, unos más por haber pasado por el dolor del secuestro, la tortura, el homicidio. Y López Obrador solapando a Cuitláhuac.

“Todo nuestro apoyo a Cuitláhuac García, gobernador de Veracruz, en su empeño por garantizar la paz y la seguridad en el estado”, sentencia el presidente de México.

Y Veracruz ríe. En medio de su inmenso dolor, la ira y la incertidumbre, ríe.

Perdido en el tiempo, Andrés Manuel acude a las rancias formas de la resurrección de los impíos, el apalancamiento de los hombres de poder a los peones desvalidos.

“No te preocupes, Cuitláhuac”, le faltó agregar. O equipararlo con el “tengo confianza en Manuel”, tras saberse de las propiedades por 800 millones de pesos que el titular de la Comisión Federal de Electricidad, Manuel Bartlett Díaz, no manifestó en su declaración patrimonial.

AMLO alza la mano a Cuitláhuac y le llama “leal”, y eso tiene efecto inverso. No lo salva. No le cura la imagen. Son formas caducas que huelen trapo viejo. AMLO no eleva a Cuitláhuac; Cuitláhuac arrastra, hunde al presidente.

Antes, en el viejo régimen priista del que formó parte, el elogio era una señal; ahora no. No sirve.

Veracruz se incendia y los cárteles se muestran impunes, unos días persiguiendo patrullas de la Fuerza Civil y otros baleando inmuebles de la Secretaría de Seguridad Pública de Veracruz; unos más tomando carreteras, bloqueando carriles, incendiando tráileres sólo para exhibir poder.

Y si caen en prisión, sólo unos son procesados. El sistema penal les vino bien para burlar la ley.

Semanas atrás, fueron hallados los cuerpos en Maltrata y se inició una línea de investigación que habría de determinar si fueron policías quienes levantaron a dos hermanos y, cerca de las cumbres, a un padre y un hijo. Todos murieron bajo tortura.

Abril fue otro mes trágico. Una fiesta familiar, en Viernes Santo, terminó en tragedia. Murieron 13, entre ellos Santiago, un menor de un año de edad. Fueron rafagueados por un comando cuyo objetivo era un transgénero conocido como La Becky, propietario de dos estéticas en que presumiblemente se vendía droga. Cambió de cártel y fue ejecutado, según la hipótesis oficial.

Caballo Blanco reedita los niveles de violencia, el poder del narco, el accionar del tráfico de droga, el cobro de piso, la cuota de protección. Ahí, como en otros antros, un cártel dominaba la venta de estupefacientes. Al calor de las copas, obtenían información. Ahí se sabía de fortunas y opulencia, de negocios y relaciones con el poder económico. Ahí se ponía el dedo, fraguando el secuestro, la tortura y el rescate o la muerte.

Incendiado, la noche del 27 de agosto, Caballo Blanco dejó saldo de 29 muertos. Y escándalo internacional.

A Javier Duarte le arrojaron 35 cadáveres al pie del monumento a los Voladores de Papantla, en la zona comercial de Boca del Río, y otros 30 en una casa de seguridad, y así hasta sumar casi un centenar en octubre de 2011. Fue el mensaje de que debía pactar.

Con Caballo Blanco se incendia la plaza de Coatzacoalcos. Se provoca el caos. Arriban centenares de policías federales, la SEIDO, se refuerza la Guardia Nacional. Hay sobrevuelos en helicóptero, en unas el shérif Hugo Gutiérrez Maldonado, secretario de Seguridad de Veracruz. Otras veces se le muestra en retenes policíacos, como si fuera elemento de a pie.

Caliente la plaza, el negocio se trastoca. Ni para Zetas ni para el Cártel Jalisco Nueva Generación.

Al CJNG le imputa el gobierno de Cuitláhuac García la autoría material en investigación exprés que sólo le llevó unas horas. Acusó que Ricardo “N”, alias “La Loca”, dos veces detenido, una el 18 de julio y otra el 7 de agosto, había sido liberado por la Fiscalía de Veracruz, encabezada por el fiscal Jorge Winckler Ortiz, al que le aplican un golpe de estado para echarlo, pese a un amparo en curso.

A López Obrador, Cuitláhuac le aportó información falsa. Lo hizo repetir su historia anti Winckler desde la conferencia mañanera. Así politizaba el Caso Caballo Blanco. Y minutos después, diversos documentos demostraron que fue la Fiscalía General de la República —federal— la que tuvo a Ricardo “N”, alias “La Loca” a disposición y lo dejó ir.

Son aterradores los saldos de Cuitláhuac. Primerísimo lugar en homicidio, feminicidio y secuestro. Y la prevención del delito camina a paso lento.

Su secretario de Gobierno es tan locuaz como insensato. Equipara la masacre del Caballo Blanco a las epopeyas insurgentes de Miguel Hidalgo. Atribuye la autoría intelectual a un grupo político minoritario que se resiste al cambio.

Aún así, vilipendiado Andrés Manuel, exhibido en los medios y las redes por la falsa información que el gobernador le hizo llegar, viene a Veracruz y lo acuerpa.

“Todo nuestro apoyo a Cuitláhuac García, gobernador de Veracruz, en su empeño por garantizar la paz y la seguridad en el estado”, dijo Andrés.

Y de ahí el abrazo cómplice.

Archivo muerto

Enésimo informe de Andrés Manuel y su contenido, como la economía, estancado. Que los conservadores destruidos moralmente, que los adversarios le quieren hacer vudú, que ha cumplido una buena parte de sus compromisos, y así su cotidiana letanía, hueca y sobada, hablando de un México que sólo existe en su imaginación, el contrasentido del López Obrador que fustigaba a Fox, a Calderón, a Peña Nieto por el pobre crecimiento y él está peor. Prometía que de llegar a presidente, como ya lo es, el país alcanzaría un crecimiento anual de 6 por ciento y generaría un millón 200 mil empleos anuales, acabaría con la violencia y la inseguridad, garantizaría un México con servicios de salud tipo Suecia, acortaría la brecha entre ricos y pobres, pulverizaría la reforma energética, no habría corruptelas en la asignación de contratos, acabaría con el neoliberalismo y establecería la separación entre política y economía. Y nueve meses después, el fracaso lo envuelve. Postula una Cuarta Transformación, irreal. Hay cambios de forma y errores de fondo. Combate la corrupción del pasado, que ciertamente fue —es— insultante con sus Estafas Maestras y sus Casas Blancas, pero solapa la corrupción de sus entenados, a Bartlett y sus 800 millones en propiedades que no incluyó en su declaración patrimonial; al vendedor de medicamentos que a la vez era super delegado del gobierno federal en Jalisco; la asignación de contratos sin licitación en su gobierno y en los de sus mascotas en entidades como Veracruz donde lo mismo se adquieren patrullas de policía con sobreprecio que se compran medicamentos en lo oscurito; el recorte de presupuestos a estancias infantiles, a medicamentos para tratamientos de cáncer; el programa de los Jóvenes (Fantasma) Construyendo el Futuro; su ira contra intelectuales y científicos; su fobia contra la prensa crítica y la exigencia de que los periodistas se alineen hacia esa superchería de gobierno que tilda de liberal. Desoyó López Obrador las voces que alertaban sobre la cancelación del aeropuerto de Texcoco y hoy paga su necedad con la falta de inversión de la iniciativa privada, la calificación a la baja de las calificadoras crediticias, a las que no cesa de reprocharles que nunca hubieran alzado la voz contra la corrupción de los anteriores gobiernos, como si esa fuera su función; su encono a los medios extranjeros que describen su desbarajuste financiero, el estancamiento de la economía que del 6 por ciento prometido por él se quedó en 0.0 por ciento; la terquedad de construir una refinería en Dos Bocas, Tabasco, en terreno fangoso, afectando el entorno ecológico, iniciando los trabajos sin manifiesto de impacto ambiental, lanzando el demencial ofrecimiento de terminarla en tres años con un costo de 8 mil millones de dólares, que ninguna empresa especialista en el ramo se atrevió a garantizar. Y así las patrañas de Andrés Manuel. Oficialmente, su primer informe, en términos de la Constitución General. Formalmente, su Tercer Informe. El primero, según su lógica, a los 100 días de su arranque de gobierno; el segundo, el 1 de julio, conmemorando su triunfo en la elección de 2018. Y el del 1 de septiembre, un reprise de su letanía diaria, el pastor y sus focas aplaudidoras, el sermón de la montaña en la tediosa conferencia mañanera donde dice y repite el discurso de campaña, y el de sus días de activista, y el de las campañas anteriores, y la canción con el mismo sonsonete en las giras donde vuelve a recetar sus programas sociales, porque el presidente anda en campaña para someterse a la revocación de mandato, construyendo así el camino a la extensión del mandato. Contando las mañaneras, van más de 200 informes presidenciales. Sórdido don Andrés Manuel, a los narcos sí les cumple lo que ofrece: trato suave —“también son pueblo” y un Ejército no los puede reprimir—, el diálogo con los grupos armados bajo la mesa, y la amnistía a los que fueron obligados a sembrar droga; a los militares, lo peor y lo indigno, y a seguir aguantando vejaciones y agravios porque “si por mí fuera —le dice AMLO a La Jornada— desaparecería al Ejército”. Y la joya de la corona: Slim, la máscara de Carlos Salinas de Gortari, a su lado, un salvavidas del neoliberalismo al que decía que iba a extinguir, separando la política de la economía. La Cuarta Contradicción… ¿A qué hora laboran los becarios de David Esponda? Una de ellas, Karen Rodríguez, anduvo entre heridos, los fuegos que se extinguen, la zona del siniestro, el Caballo Blanco destruido por el narco, a eso de las 10 de la noche del 27 de agosto. A esa hora, la becaria de Protección Civil se movía en zona reservada al personal de auxilio, los peritos, la policía, los ministeriales, sin más atribución que ser parte del programa Jóvenes Construyendo el Futuro, del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. ¿A qué otros becarios envió David Esponda, director de Protección Civil del ayuntamiento de Coatzacoalcos? Acusada en redes sociales de ser quien captó las imágenes de los muertos en el table dance de Coatzacoalcos, Karen Rodríguez niega haber filtrado las fotografías. Su jefe y protector, David Esponda, admitió en un grupo de WhatsApp conversando con periodistas, que Karen estuvo en zona restringida luego del ataque. A las 16:54 horas, el 28 de agosto, a pregunta de la periodista Elizabeth Aviña —¿Y es correcto lo que hizo?—, expresó: “Con respecto al señalamiento de supuestamente haber filtrado fotos, desde el momento mismo en que ustedes lo señalaron, le solicité se retirara del lugar y está la memoria de su cámara en resguardo de la unidad, y en caso de comprobar ese hecho, solicitaré su baja del programa”. Y luego reculó. Armando Ramos, reportero de diario Presencia, escribió: “Sin embargo, puntualizó (Esponda) que no tenía pruebas para asegurar que Karen filtró las imágenes de los cadáveres sí aceptó que la joven no tenía autorización ni razones para cruzar la cinta de precaución colocada por las fuerzas del orden”. Luego apuntó: “Vía telefónica, el funcionario explicó que tan pronto supo que Karen estaba en el sitio le pidió que se retirara así como la memoria de su equipo fotográfico personal, ya que en ese momento no llevaba el que le fue proporcionado por la dependencia municipal”. Cuando ya tienen encima a la Fiscalía General de la República que está obligada a investigar quiénes y por qué se hallaban en la escena de un crimen, ni uno ni la otra explican el proceder de la “becaria”. Hay otras nueve fotografías en que se observa a Karen Rodríguez dentro del área restringida, captando fotografías y dialogando con elementos policíacos o militares. Menudo lío en que metió a David Esponda. O se deslinda o se termina de hundir… Pronóstico del tiempo político: en un mes habrán vientos huracanados de más de 260 kilómetros por hora sobre el ex alcalde de Coatzacoalcos, Joaquín Caballero Rosiñol. Algo así como huracán categoría 5…

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Foto: Cambio Digital

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