* Peña Nieto no lo quiso cerca * Insulto a domicilio * El último mensaje * Se agita el PAN de Coatza * Phinder, Sosa y Juanelo quieren la alcaldía * Resbalón de La Rémora Callejas * Sin el total de las actas peleará Morena * Cosoleacaque en el aire * Murió el periodista Jorge Escobosa
De lejos apesta menos. Ignorado, Javier Duarte siente el frío del poder perdido y le cala el peor agravio que un presidente le pudo dar, relegado a un rincón, distante de él Peña Nieto en su última visita a Veracruz. Fue insulto a domicilio.
Quizá sea el peor día del sexenio, saliendo a la luz que ni es Javier Duarte el único amigo del presidente en Veracruz, ni es cercanísima su relación, ni es real el “respaldo” a su gobierno.
Apenas si cruzan unas palabras, el gesto adusto de Enrique Peña Nieto, el trato seco y la lejanía que construye la logística presidencial, los designios del Estado Mayor, confinado el gobernador a tres lugares, tres grados de distancia, como lo describen las crónicas y las notas, reportajes y relatos.
Día fatal para Javier Duarte. Jueves 11. Llega Peña Nieto a la ceremonia de graduación de cadetes de la Heroica Escuela Naval, en Antón Lizardo, al abanderamiento de una patrulla costera y la inauguración de una biblioteca virtual, y el agravio es mayor.
No lo recibe al pie del avión. No lo acompaña en el vuelo en helicóptero desde la base aérea del Sector Naval. No lo sienta a su lado en el presídium como corresponde al anfitrión. No le habla de tú, ni de usted. Simplemente no le habla.
Pasó revista a las tropas Peña Nieto y Javier Duarte no estuvo ahí. Si acaso lo mencionó por su investidura pero no lo llamó por su nombre.
Flanquean al presidente el secretario de Marina, Vidal Francisco Soberón Sanz, y el titular de la Sedena, Salvador Cienfuegos Zepeda. Entre Duarte y Peña ubican al comisionado nacional de Seguridad, Renato Sales, y a la presidenta del instituto Nacional de las Mujeres, Lorena Cruz Sánchez.
Duarte no sonríe. Aprieta los labios, tensa el nervio. Aplaude el discurso del presidente, el del secretario de Hacienda, Luis Videgaray Caso, el del titular de la Marina.
No hay espacio para que el gobernador de Veracruz hable, que se despida de Peña Nieto, su última intervención oficial antes de dejar el poder. No hay para Javier Duarte esa deferencia.
Hay frialdad y la mirada esquiva de Peña Nieto. Quiere acercarse y no puede. Se lo impide el protocolo, y más, los miembros del Estado Mayor Presidencial.
De las 112 fotografías que difundió el portal de la Presidencia de México, en ninguna aparece Javier Duarte.
De las 38 fotografías de Peña Nieto en Facebook, en ninguna se observa al gobernador de Veracruz.
Decía a Ciro Gómez Leyva, en Radio Fórmula, que cuenta con el respaldo del presidente Peña Nieto. Dijo a El Universal que la relación está en su mejor nivel y que no se va a ir de México.
Quizá por ello la frialdad, la indiferencia, ni un gesto, ni una palabra, ni siquiera citarlo por su nombre, sin hablarle, sin discurso de despedida, convidado de piedra en el evento naval.
Minutos después, Javier Duarte es el rey de los memes. Lo destrozan en las redes sociales. La fotografía del presidium es letal, a tres espacios del presidente, en un extremo de la gráfica, no a su lado como correspondería al anfitrión.
Le dan título a la imagen: “Cuando dices que el presidente te respalda, pero te manda hasta el rincón”.
Luego circula la que encierra en un círculo rojo la cabeza del presidente con su nombre y otro con el de Javier Duarte. Sólo para que conste que lo plantaron lejos.
Después otras, subido el tono: “Como burro castigado te mandaron hasta el rincón” y “¿Alguien encuentre a Duarte en la fotografía?”.
Fluyen los insultos en Facebook y Twitter. Hacen trizas al gobernador de Veracruz. Le recuerdan sus alardes, la soberbia, las habladas y la presunción. Según Javier Duarte, es el único amigo que Peña Nieto tiene en Veracruz, a él encomendada la candidatura priista, la sucesión, su relevo, otros dos años para el PRI en el poder y de ahí a la eternidad. Ajá.
Algo peor que la derrota fue usar el nombre de Peña Nieto, simular amistad, desdeñar a Manlio Fabio Beltrones, a Gamboa Patrón, a la cúpula del PRI, al círculo peñista, los Videgaray, los Meade, los Osorio Chong que pugnaban por su salida del gobierno de Veracruz para restarle presión al candidato priista.
Mitómano unánime, Javier Duarte fue a decirle a Ciro Gómez Leyva que la relación con Peña Nieto está en el mejor nivel, que el respaldo de su gobierno es absoluto, que el pulcro y honesto es él, que lo calumnian sus adversarios, que el que debiera ir a la cárcel es el “presunto” gobernador electo, Miguel Ángel Yunes Linares.
Le receta lo mismo a El Universal. Y del presidente Peña Nieto, alucina. Dice que su relación es “extraordinaria”, la mejor. Y de la sucesión presidencial, exhibe la sapiencia de un iluminado. Si así fuera, no hubiera arrastrado al PRI a la derrota en Veracruz.
“Más que en ganar elecciones —dice don Javier—, el Presidente está pensando en las próximas generaciones. Es un hombre de Estado, hay que reconocer su valentía porque aunque sabía que las reformas nos iban a costar políticamente muchos ataques, él ha venido impulsando estos cambios que a la larga van a cambiar el rostro de este país”.
Y sentencia:
“Como amigo y aliado que soy del Presidente, lo aplaudo, lo apoyo y lo respaldo”.
Horas después regresó a La Tierra.
Refiere la crónica de Noé Zavaleta en Proceso:
“Los reporteros que cubrieron la gira presidencial en las instalaciones de la escuela naval de la Secretaría de la Armada de México notaron a Peña Nieto distante y frío con el mandatario veracruzano.
“Esta es la primera gira del presidente de la República a Veracruz, después de que por primera vez en casi 90 años el PRI perdió las elecciones en la entidad”.
Hay otra reflexión, la de Aurelio Contreras Moreno, en su Rúbrica:
“Al todavía gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, se le revierten en muy poco tiempo las falsedades que se ha dedicado a colocar en los medios de la capital del país durante la ‘gira del adiós’ con la que pretende limpiar su imagen antes de entregar el poder.
“Sólo pasaron dos días para que el ‘respaldo’ y la ‘extraordinaria relación’ que dijo tener con el presidente Enrique Peña Nieto quedaran exhibidas en su justa dimensión: la de la frialdad y el rechazo.
“Como era de esperarse, durante la visita de Peña Nieto este jueves a Veracruz para encabezar la ceremonia de graduación de los cadetes de la Heroica Escuela Naval, Duarte apenas si pudo acercarse al presidente. No fue el encargado de recibirlo ni de despedirlo en el aeropuerto, como protocolaria y políticamente sería lo conducente, y apenas si le permitieron seguirlo cuando arribó a las instalaciones de la Armada de México.
“La molestia de Peña Nieto con Duarte es manifiesta e inocultable y se la hace sentir en público, a sabiendas de que con eso desarma la estrategia de defensa mediática que ha emprendido el mandatario veracruzano, al que le quedan 110 días para dejar la gubernatura. Días que parecen una eternidad”.
Javier está perdido. Lo ahoga la crisis financiera, la violencia, la corrupción, el repudio social, la ira de los veracruzanos, abandonado por el PRI, ninguneado por Peña Nieto.
Lo embiste de nuevo la Auditoría Superior de la Federación, que presenta denuncias penales contra 14 entidades federativas por simular que reintegran recursos de origen federal no justificados y retenerlos con argucias, correspondientes a la cuenta pública 2014.
Javier Duarte y su pandilla son líderes en ese rubro. El atraco es lo suyo. La ASF denuncia ante la PGR que desviaron 4 mil 770.2 millones de pesos. De los 8 mil 25.6 millones retenidos en total, el 59.4 por ciento corresponde a Veracruz.
Es el último mensaje de Peña Nieto. Es el mensaje de la ruptura, abandonado por el poder, en la orfandad total.
Gélido, el mensaje político de Antón Lizardo sella la suerte de Javier Duarte, distanciado del poder.
Dirá, sin embargo, que no hay tal, que el presidente respalda a su gobierno, solapa su derrota, la entrega de Veracruz al PAN, a su adversario enconado, Yunes azul, la segunda reserva electoral del PRI.
Fue insulto a domicilio. Así diga Javier Duarte que la relación con Peña Nieto se mantiene en el cielo, el episodio de Antón Lizardo, es único e irrepetible. Se graduaron los cadetes y degradaron al gobernador.
Lo ve todo Veracruz. Lo entiende la clase política. Lo invitan a ceder y facilitar la transición. Como no entiende con palabras, le hablan con signos. Pero la criptografía política no se le da.
Lo de su “amigo veracruzano” es falso. Lo del respaldo a su gobierno es paja. Lo del aliado que apoya, aplaude y respalda, es fantasía verbal.
Allá, distante a Peña Nieto, habrá sabido que la lepra aleja, que la infección alerta, que un tumor se debe extirpar.
De lejos, por si Javier Duarte lo quiere entender, apesta menos.
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Archivo muerto
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Dos, tres panistas van por la alcaldía de Coatzacoalcos, y un priista que pronto dejará de serlo. Un ex regidor, Alfredo Phinder Villalón, quiere contender; otro, José Luis Sosa Franco, de la nueva generación, vinculado en un tiempo al ex regidor Edgar Brito Molina, dicen que ya no. Y Juan Manuel Rodríguez Caamaño, secretario del ayuntamiento, rector de la Universidad Istmoamericana, ex presidente de la Fundación Colosio del PRI, a quien el marcelismo no deja pasar. Quizá prematuramente comienza la contienda interna, posicionándose los que irán por la candidatura del PAN-PRD a la presidencia municipal. Juanelo Rodríguez es el más expuesto ante la opinión pública por su actividad en la educación universitaria, sus programas de becas, los ciclos de conferencias que año con año suele auspiciar. Sólo falta ver los términos de la convocatoria que expida el PAN, a la que se habrán de ajustar los aspirantes, quiénes se ajustan a su clausurado y quiénes no… Un caos lo que hay en la mente de La Rémora. Queriendo exhibir a Miguel Ángel Yunes Linares, el profesor Juan Nicolás Callejas Arroyo termina empinando a Javier Duarte. Dice que más que el gobernador, el que necesita un psiquiatra es el gobernador electo de Veracruz. O sea que, según el líder del Congreso estatal, Javier Duarte también. Eso de que hasta los aliados lo vean con la neurona fundida, y que en vez de rechazar que debe ir al psiquiatra, lo esbocen, da la medida del terrible momento que atraviesa el aún gobernador. Y La Rémora Callejas por ahí anda… Va por lo suyo Morena. Sin el total de las actas de escrutinio, que son clave, impugnará la sentencia del Tribunal Electoral de Veracruz que revocó su triunfo en la elección del 5 de junio y echó por tierra la diputación de María del Rocío Pérez Pérez. Acusa dolo en el Órgano Público Local Electoral, en el distrito 26, tretas para complicar el recuento de votos. Habla Rocío Pérez de los 51 paquetes electorales que quedaron bajo reserva cuando ya existía un resultado preliminar a favor del Movimiento de Regeneración Nacional. Y toca el punto medular: una parte de las actas quedaron dentro de los paquetes electorales. Sin eso, la impugnación se complica. Sin el total de actas difícilmente se puede tener la razón jurídica. Las actas son el instrumento para pelear y rebatir en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Paga Morena el precio de haberse replegado, mantenerse a distancia del escenario político, la estulticia de Rocío Nahle, necia la diputada federal en que PRI y PAN son lo mismo y el pejepartido no se embarra en esos lodos. No mostró Morena el músculo. No exhibió que sus votos son una fuerza electoral y política. Mientras Morena no sea protagonista del momento político, no irrumpa en conflicto por la crisis financiera y la violencia en Veracruz, no lidere la disputa por el desenfreno duartista en el Congreso y no concentre el sentir de cientos de miles de veracruzanos que le dieron su voto, tendrá muchos reveses más. Partido que no pesa, partido que es ignorado y, sobre todo, atropellado… Destacado periodista, mejor persona, Jorge Escobosa Licona murió el miércoles 10. Fue reportero deportivo en Excélsior, editor en jefe de la sección deportiva de El Universal, coordinador del diario Matutino, en Coatzacoalcos, jefe de prensa del Comité Olímpico Mexicano, en tiempos de Mario Vázquez Raña, y autor de la columna Escena Deportiva. Fue miembro del Salón del Periodista Deportivo, en reconocimiento a su amplia trayectoria, y su voz fue siempre escuchada por deportistas, federativos y público conocedor. Poseía un don natural para hacer amigos, afable, ingenioso, ocurrente, hábil para arrancar una sonrisa y convertir la tragedia en un momento de felicidad y reflexión. Vaya para Carmen Vargas, su esposa, y su hijo Jorge Luis, un abrazo fraterno en este difícil trance… INFORME ROJO dejará de publicarse por una semana. Reanudamos el lunes 22 de agosto…
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