Clorados: que no se roben los cuerpos

* Familiares de los “caídos” enfrentan al Ejército  * Temen que borren evidencia  * La inútil visita de Peña Nieto  * La nueva mentira oficial: 24 muertos  * Quieren linchar a líderes petroleros  * Los Yunes Landa, lucrando con la tragedia  * Víctor Rodríguez desecha a promotoras  * La sorpresa de Theurel

Son madres y hermanas. Son esposas, algunas esperando bebé. Son varones, viejos y jóvenes. Se irritan y reclaman, enfrentan al Ejército, lo repliegan, resisten y se oponen a que se roben los cuerpos, a que borren la evidencia de los muertos en Clorados 3.

Indigna la escena en las redes sociales, difundida en portales de internet, al mediodía del jueves 21, formando vallas humanas en torno a las camionetas blancas en cuyo interior viajan funcionarios sindicales petroleros.

No pasan y no pasan. Les manotean y los conminan a regresar. Una de ellas se resiste y les cae una lluvia de piedras. Discuten con el propietario, obligado a descender del auto, observando cómo se intensifica la pedriza que perfora los cristales.

Se agrava el conflicto cuando un convoy militar pretende ingresar al complejo petroquímico y llegar a lo que fue la planta Clorados 3. El vehículo militar es el número 4306384. Se torna férrea la resistencia, cuerpo a cuerpo, hablando los civiles, arengando los militares, renuentes los familiares de los obreros desaparecidos a permitir que los soldados dispongan de los cuerpos.

“Se rumora que ayer sacaron dos camiones llenos de muertos” —expresa Román García, delegado sindical—. Hay una orden federal que no quieren que se sepa realmente cuántos muertos ha habido. Se rumora que hay más de 100 muertos”.

“No va a ingresar ningún camión y menos volteos. Los desaparecen. El gobierno quiere que se sepa cuántos muertos en realidad fueron”, expresa.

Otro hombre, mayor, llamado Julio Arvizu Cordero, increpa. “En este momento lo que importa son los difuntos. Cómo es posible que les importen los fierros en este momento. Nosotros lo que queremos es nuestra familia.”

Agrega: “Nosotros lo que queremos es que nos den a nuestros familiares, que no nos los vayan a botar”. Y especula: ¿Sabe por qué? Porque vaya a llegar su momento que van a decir que no vino a trabajar. Si no hubiese venido, no estaríamos nosotros aquí”.

Una mujer joven reclama airada: “De los familiares no se dice nada. Desde la mañana están las madres de familia. Qué fierros ni qué su chingada suerte si para eso hay semanas de reparaciones. Lo que quieren es sacarlos en bolsas”.

Otro familiar dice:

“Se quieren llevar la evidencia, no reconocer que nuestros familiares murieron en la explosión, dejarlos en calidad de desaparecidos”.

Apenas y hablan los militares. Y si es con la prensa, menos. ¿Cuántos muertos? No dicen. ¿Cuánto tiempo permanecerán los familiares? No dicen. ¿Han sacado un último conteo? No dicen. ¿Cuántas personas fallecieron? Sólo menea la cabeza el militar a cargo. Refieren que sólo iban por restos de la planta hecha añicos por el efecto de la explosión, ocurrida a las 3:17 de la tarde del miércoles 21, cimbrando a todo el sur, percibida la onda expansiva en Coatzacoalcos, Minatitlán y Cosoleacaque hasta Agua Dulce y Las Choapas.

“Se quieren robar los cuerpos”, siguen diciendo los familiares de los caídos. Entre ellos hay mujeres de edad, bravas, aferradas, reacias a dejar que los militares den un paso adelante. Finalmente los obligan al retiro.

Otra mujer, Micaela Villalobos Rincón, tía de uno de los desaparecidos, dice que su familiar, quien trabaja para Construcciones Metálicas, está adentro de la planta. “Todavía hay gente quemada. Tienen mucha quemadura de tercer y cuarto grado. Están vivos”. ¿Y qué esperan para entrar?, le pregunta la prensa. “Terminar con lo que queda ahí. Nosotros queremos a nuestros familiares, aunque sea muertos. No importa, los queremos”.

Su sobrino es Luis Alfonso Ruiz Villalobos, de 25 años. Su esposa está embarazada. Dice Micaela que hay obreros vivos en el interior de Clorados 3, que les cayó algo encima y no los quieren evacuar.

Cita la Agencia France Press, en nota de su corresponsal en Coatzacoalcos, Ignacio Carvajal:

“ ‘Queremos que nos los entreguen, que no lo hagan perdedizo. Si no nos dejan pasar nos vamos a pasar por la mala’, dijo a la AFP entre indignada y resignada a la fatalidad Guadalupe Torres, que busca a su hermano Fernando, de 21 años y que cumplía su última semana de un trabajo temporal”.

Más adelante puntualiza:

“Un obrero sobreviviente a la explosión y que prefirió guardar el anonimato por temor a represalias, relató a periodistas que había unos 300 trabajadores al momento de la deflagración y que la fuga comenzó por la mañana, unas cinco horas antes del estallido fatal.

“ ‘Estaba en la parte de atrás cuando se vino la primera explosión. Vimos cómo los vidrios se colapsaban, los fierros cómo se doblaban porque es un material viejísimo. Con la segunda explosión vi cómo volaban los cuerpos desde los andamios’, añade antes de irrumpir en llanto pues compañeros suyos murieron”.

Horas después comienza admitir el director de Pemex, José Antonio González Anaya, que la explosión se produjo por una fuga.

“ ‘La causa fue una fuga. La pregunta es por qué se escaparon esos gases de los contenedores. Todo indica que fue un accidente’, dijo a Radio Fórmula el director general de Pemex, José Antonio González Anaya.

Mujeres embarazadas hacen guardia a las puertas del complejo petroquímico Pajaritos.

Nada saben de sus maridos. Ahí duermen. Ahí esperan que alguien les dé razón de ellos.

No tienen qué comer, ni agua, sin perder la esperanza pues en los hospitales buscaron y no los hallaron.

Una de ellas, con ocho meses de embarazo, es quizá el caso que más consterna.

Inútil, la visita de Enrique Peña Nieto sólo sirvió para el pavoneo, la foto y el video en noticiarios, provocando el repudio, desatando la ira general.

Dos aviones, uno de la Fuerza Aérea Mexicana y otro de la Policía Federal, aterrizaron en el aeropuerto de Canticas a primera hora, el jueves 21. Va la avanzada presidencial y los expertos de la PGR.

Llega Peña Nieto pasado el mediodía. Se dirige a Pajaritos. Apenas si ve a los familiares de los muertos o heridos. Camina entre los fierros retorcidos, acompañado por Javier Duarte y el alcalde de Coatzacoalcos, Joaquín Caballero Rosiñol, funcionarios de Pemex, prensa extranjera, nacional y unos cuantos reporteros locales.

Pierde el tiempo Peña Nieto. Explica que no hay razón para ocultar los cuerpos, que habrá condiciones para ingresar a la planta, hallar los restos y que sean entregados a los familiares.

De ahí se mueve a Minatitlán. Visita a heridos del siniestro de Clorados 3. Pero ahí no está el nudo del conflicto. Ahí no está el grueso de los afectados. Ellos están en Coatzacoalcos, en la clínica 36 del Seguro Social y el presidente los evade.

Por la tarde, Pemex revela que han perdido la vida 10 de los heridos, atendidos todos en hospitales de Coatzacoalcos y Minatitlán. Son ya 13 los muertos.

Por la noche el panorama es sombrío. Informa el director de Pemex, José Antonio González Anaya, que la cifra de decesos se ubica ya en 24. Se logró identificar a 12, ocho fueron entregados a sus familiares.

De los lesionados, aún había 19 hospitalizados de un total de 113 que ingresaron. Sin embargo, 13 de ellos permanecen en estado crítico. Trasciende que la mayoría fueron trasladados a hospitales especializados en casos de quemaduras graves.

Rocío Nahle García, diputada federal por Coatzacoalcos, coordinadora de la fracción parlamentaria de Morena en San Lázaro, increpa y dispara. Dice que Mexichem es la responsable del siniestro, no Pemex.

Pemex da la cara, agrega, pero la responsabilidad es de la empresa salinista, propiedad del ex banquero Antonio del Valle Ruiz, con la cual se asoció Pemex. Advierte que exigirá le sea retirada a Mexichem la licencia.

Si la culpa es de Mexichem, ¿por qué Pemex afronta la tragedia? Son socios desde septiembre de 2013. El 11 de ese mes anunciaron una conversión por 518 millones de dólares para la creación Petroquímica Mexicana de Vinilo.

Mexichem detentaría el 54 por ciento de las acciones y Pemex el 46 por ciento. El control de las plantas quedó en manos de la empresa privada. Era la primera alianza público-privada en el sector energético. Era punta de lanza de la privatización de la industria petrolera.

Su meta era la producción de mil 200 toneladas diarias de cloruro de vinilo, pero hacia abril de 2015 sólo se generaban 400. Se planteaba la posible disolución de la alianza. No ocurrió.

En febrero de 2016 se produjo un súbito optimismo. Con una inversión de 150 millones de dólares, PMV logró consolidarse, supuestamente. Alcanzaría una producción anual de 330 mil toneladas de cloruro de vinilo. ¿Era real o especulación?

Hoy el sueño es pesadilla. Se desploman sus acciones 5 por ciento en un día. No se sabe cuándo podrá operar de nuevo Clorados 3 o si nunca volverá a operar. Asoma el fracaso.

Sea lo que sea, a los familiares de los desaparecidos sólo les interesa saber de los suyos. Por eso se enfrentan al Ejército. Por eso increpan a los militares. Por eso se engallan cuando les dicen que sólo van por los f¡erros.

Saben que quieren los cuerpos. Y no lo van a permitir.

Archivo muerto

Con rictus de tristeza, Héctor Yunes expresa su pesar. Se dirige a los familiares de las víctimas de Clorados 3, la explosión que cimbró a Pemex, al complejo petroquímico Pajaritos, al sur de Veracruz. Con rictus irreal dice el candidato del PRI al gobierno de Veracruz, en Facebook: “¡Unidos saldremos adelante! Lamento lo sucedido en ‘Pajaritos’, he dado puntual seguimiento. Mi solidaridad a las víctimas de esta tragedia, estoy a sus órdenes con todo el apoyo que se requiera en el 22 86 90 24 66”. Pocos le creen. Sus seguidores sí. Otros lo tildan de oportunista. Otros lo increpan. Otros lo insultan. Una más en redes sociales, en Twitter, cuando desde la plataforma priista Registro Partidario CDE Veracruz “solicitamos su apoyo para reunir los materiales que hacen falta en los hospitales donde se encuentran los heridos. Pueden llevarlos a la Cruz Roja de sus municipios y ellos los trasladan a Coatzacoalcos”. Lo suscriben: PRI en Acción, Movimiento PRImx Veracruz, Secretaría de Mujeres Jóvenes Veracruz, Héctor Yunes Landa, Verónica de la Medina de Yunes, Andrea Yunes Yunes, Liz Yunes, Observatorio PRI. Eso no se hace. Eso es lucrar con la tragedia a cambio de votos… Prescinde Víctor Rodríguez Gallegos de las promotoras del PRI. Su argumento es que ya no mueven el voto, son inoperantes. Y en muchos casos es real. Va el pupilo de Marcelo Montiel a la contienda por la diputación local por el distrito 29, Coatzacoalcos Urbano, con el apoyo de las coordinadoras de programas sociales, las que aglutinan a los beneficiarios de lo que fue Oportunidades, 65 y Más, Pisos y Techos Firmes, becas y lácteos, comedores comunitarios, Cruzada contra el Hambre. O sea, las promotoras no sirven y mejor usar los programas sociales federales. A ver. Eso es delito. ¿Es acaso la versión sureña de Ladrones de Elecciones en Boca del Río? ¿U otro capítulo del G-5, el operativo con el que se agandalló la gubernatura Javier Duarte, apoderándose de los recursos federales y convirtiéndolos en voto duro? No escarmienta Víctor Rodríguez. Tiene denuncias en la PGR, que de un momento a otro se reactivan, y una en curso en la Fepade, y no cambia sus métodos de fraude… Sorpresa la que cocina Marco César Theurel Cotero —“Te rompo tu puta madre”— con el partido Alternativa Veracruzana. No ceja en que su esposa Lu-pilla sea candidata a diputada por el distrito Coatza Urbano y a la vez número dos en la lista plurinominal, sino que él usará al AVE para un proyecto propio que será el dolor de cabeza de sus enemigos…

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Foto: Proceso