Javier Duarte: el loco soy yo

* El abrazo del gobernador a Pepe Yunes  * Sigue contaminando al senador  * Peña Nieto “me encargó la decisión”  * Incurren EPN y el gordobés en delito electoral  * Javier Duarte y la treta del fuero  * Paco Valencia, una suciedad más  * El borrachazo del chofer  * Fotos con Joaquín, Marcelo, Cristina, Moreno

De azul, vestido como panista, Javier Duarte es un histrión de marras. Corre el brazo por detrás de Pepe Yunes y lo estrecha, y lo abraza con intención. Ríe para la foto, posa para la foto, goza la foto, sabedor que así contamina, aún más, al senador.

Ya comieron en el mismo plato, en San Julián, y aquello fue punto en contra para el de Perote, pues a nadie agrada que los puros departan con los impuros, que sonrían y bromeen cuando la bandera de los justos es llevar a la cárcel a los transgresores de la ley.

Unidos en torno al capo mayor, Don Beltrone, alias Manlio Fabio, el gobernador y los Yunes rojos —Pepe y Héctor— se ven y se sienten, se hablan y se tragan, se toleran y se soportan. Es por la unidad del PRI. Es por evitar la debacle electoral.

Pero en San Julián no hay humo blanco. No hay candidato a la vista. “Héctor, felicidades”, le dijo el líder nacional del PRI a Héctor Yunes Landa cuando ya se retiraba y se tradujo en señal de que va a la dos de años, en 2016, frustrando a medias a Javier Duarte, que hubiera querido a un Cisne o un Pato de Tuxpan, aunque ve en el senador un títere para negociar impunidad, disimulo, protección para sí y para su pandilla.

Héctor Yunes lo enfriaría un día más tarde. Dice que no, que no fue destape ni línea, que así no es la mecánica del tapado ni se da voz de arranque a los búfalos.

Dos días después, el domingo 29, cuando muere noviembre, otra vez contamina Javier Duarte. Saca las uñas una vez más, insidioso, con filo su presencia en el Tercer informe de Labores de Pepe Yunes, hablando el lenguaje de los signos: si abraza a Pepe Yunes es porque Pepe Yunes es duartista. O sea, lo sucio, ensucia.

Dice su staff que si por Pepe Yunes hubiera sido, Javier Duarte no habría acudido a San Julián ni a Boca del Río. Por in-de-sea-ble. Pero cómo explicarle a Manlio Fabio que habría comida de la unidad sin la presencia del gobernador.

Tampoco pudo cerrarle las puertas a su informe cuando a la invitación formal respondió el gobernador en varias ocasiones, por escrito, que ahí estaría.

Y si Pepe Yunes hubiera rehuido invitarlo, refiere un insider, Javier Duarte habría llevado el llanto y el quejido al PRI, a Gobernación, a Los Pinos con su brother Peña Nieto porque él, recuérdese, es el “único amigo veracruzano que tiene el presidente”. Llamen al psiquiatra.

Acudió Javier Duarte para contagiar de duartismo a Pepe Yunes. Y lo logró.

En San Julián, en el rancho de los Yunes de Perote, era el bufón de Don Beltrone, la broma ocurrente en sus labios, la carcajada grotesca que denota que un chip se averió, queriendo traslucir que el tema de la sucesión es suyo, endosado por el PRI a su favor.

Manlio Fabio lo deja avanzar. Javier Duarte se adueña de San Julián, del feudo de los Yunes, en una ofensa sin par, pues cuándo se ha visto que el huésped acuda al convivio y relegue al anfitrión, se adueñe de la palabra, se revele como un impostor.

Por fortuna el Pacto de San Julián no se extendió. No fue tarde ni noche bohemia. Unas horas más ahí, corriendo los vinos y licores, y Don Beltrone habría salido con un “beso de caballeros” en la mejilla como el que le estampó el gobernador al líder del sindicato petrolero, Carlos Romero Deschamps, en el restaurant Piquitos, en Coatzacoalcos, el 2 de marzo de 2011, porque, decía, así se quiere a un padrino.

Vuelve a ser bufón en el World Trade Center. Llega vestido de azul, color de panista. Lo recibe el senador y ahí le profiere su primer abrazo. Toman asiento. Siguen las ocurrencias del gobernador. Pepe Yunes siente el brazo de Javier Duarte en su espalda, el apretón, la sonrisa. Son captados por la lente predispuesta para esa escena, la foto que permitirá decir que el de Perote cada vez es más duartista.

Javier Duarte se lleva y se tiene que aguantar. Ahí recibe metralla. Escucha el reproche por el desastre en que ha convertido a Veracruz. Habló Pepe Yunes de corrupción. Habló de abuso de poder cometidos por la clase gobernante. Habló de impunidad rampante.

“Se padece —dijo Pepe Yunes— una impunidad rampante que ofende y que lastima por razones que no necesitan explicarse. En el Senado de la República aprobamos un conjunto de disposiciones para crear un sistema anticorrupción que junto con la Reforma en Transparencia, dota al Estado Mexicano de instrumento jurídicos y administrativos para evitar actos de corrupción y en su caso sancionar a quien confunda la noble tarea del servicio público con un negocio personal”.

Desmiente el staff de Pepe Yunes que el World Trade Center de Boca del Río lo haya llenado Javier Duarte. Hubo movilización, 400 camiones de diferentes puntos de Veracruz, 150 de ellos de las organizaciones cetemistas, 40 del ayuntamiento de Coatzacoalcos. No pagó el evento el gobernador, refiere un insider.

Con Javier Duarte llegaron elementos de Protección Civil estatal, replegados por los grupos pepeyunistas cuando comenzaba el evento para evitar que le sirvieran de porra al gobernador.

Se rehusó Pepe Yunes a que su esposa se sentara junto a Javier Duarte por los agravios, por la mala leche del gobernador, por los ataques mediáticos, incluidos aquellos que tocaron a la familia del senador, que imputaban un desliz amoroso con una secretaria y la existencia de un hijo no reconocido. Por ello no dejó que su esposa fuera tocada por la suciedad.

Entorpece la sucesión priísta Javier Duarte a partir de sus desvaríos. Agita el avispero cuando el caso Veracruz se resolverá en enero de 2016, en Los Pinos, luego de la visita presidencial a esta entidad, con motivo del aniversario de la promulgación de la Ley Agraria.

San Julián fue un escenario que se precipitó a partir de la falta de conducción política de Javier Duarte, sus arrebatos, los agravios, los reclamos, la descalificación a Pepe Yunes por entrometerse en los créditos bancarios para paliar la quiebra financiera, la misión de forzar una negociación que le dé impunidad, el episodio de la caña de pescar con Héctor Yunes por decir que habría de pescar “peces gordos” y de ahí que, enchilado, el gordobés lo haya mandado a pescar a sus familiares panistas, Miguel Ángel Yunes Linares y sus hijos.

San Julián fue un show en que los enemigos fingieron amor político, los puros con los rufianes, los pseudosacros con los ladrones, simulada la unidad frente a Don Beltrone, un frustrado relax que intentó el líder nacional del PRI solo para ganar tiempo y que la sucesión no se incline hacia la alianza PAN-PRD.

Cuatro días después de San Julián, a dos días de Boca del Río, los enconos se reavivan, obsesivo el gobernador con que quien sea nominado le tiene que garantizar impunidad. Y  en ese punto ni Don Beltrone puede con el gobernador.

En un 90 por ciento Pepe Yunes está descartado para el minigobierno de 2016. No aceptará la nominación si eso implica tener que pactar impunidad a favor de Javier Duarte y su runfla.

Si hay un solo candidato a diputado duartista, no va. Si hay una sola propuesta duartista para una secretaría de despacho, no va. Así de tajante.

Que el PRI, si puede, enfrente a la alianza PAN-PRD y que la derrote, al margen el pepeyunismo y el hectoryunismo en el próximo proceso electoral. Que Javier Duarte imponga a Silva Ramos, el Pato de Tuxpan, o a Erick Lagos, el de los narcosobornos del Lucky, o a Adolfo Mota, el de los “aviadores” que detectó en la SEV y ahí los dejó, o a Tomás Ruiz, al que sólo se le conoce por su noviazgo con la actriz Ana de la Reguera.

Ninguno de los duartistas tiene con qué ganar la elección en 2016. No frente a Yunes Linares. No frente al es senador y ex diputado Juan Bueno Torio, peor si el PAN va en alianza con el PRD y con estructuras antifidelistas y que repudian al gobernador.

Un día después, reedita los odios el gobernador. Responde con soberbia Javier Duarte al desdén. Presume que el presidente Peña Nieto ya le entregó la sucesión; que él, JDO, evaluará, dice; que el método de encuestas “son mamadas”, raspa; que Pepe Yunes va adelante pero que habrá que observar otros factores, punza.

Pontifica Javier Duarte en su relación con Peña Nieto. “Soy el único amigo veracruzano que tiene el Presidente”, dice con ganas de que algún bruto le crea. Hace la reseña Arturo Reyes Isidoro en su Prosa Aprisa, en torno al encuentro casual del gobernador con un grupo de periodistas, el lunes 30 en Xalapa.

Al tomar la palabra incurre en deslices sobre la sucesión, él y Enrique Peña Nieto entrometiéndose en temas electorales, la negación del proceso interno, el dedazo, la democracia burlada. ¿Andaría en su juicio o andaría como siempre?

Exhibe un lenguaje vulgar Javier Duarte. Dice que a Héctor Yunes le reclamó que quiera ser “madreando” al partido. “Cómo quieres ser candidato del PRI madreando al gobernador priista”(…) “Al que debilitas es a tu mismo instituto político. La gente no va a pensar que es Javier o Héctor si madreas al PRI. Yo soy línea de flotación del partido. Estás escupiendo para arriba”. A quien le habla así es a un senador de la República.

Y entonces la “línea de flotación del PRI” en Veracruz le pide a Héctor Yunes que le baje dos rayitas a su discurso. Y supuestamente el senador le pidió que le dé chance para modificar el tono de sus denuncias. Habrase visto.

Con esa línea flotación es lógico que el PRI se hunda. No tiene idea Javier Duarte de lo que dice. Es la aceptación tácita de un delito electoral, implicados el presidente Peña Nieto y él. Uno y otro, según la revelación del gobernador, interviniendo en la vida interna del PRI, suplantando su proceso interno, sus métodos de selección, abierto el dedazo, clarísima la imposición del candidato. Eso en tribunales, es elección perdida.

Sólo le falto decir: el loco soy yo.

Archivo muerto

Obvia la intención, Javier Duarte propone retirar el fuero al gobernador, pero no ahora sino cuando llegue su sucesor. Efectista, no lo hace porque quiera acabar con la impunidad, con el abuso de poder, con el saqueo a las arcas públicas, que es su especialidad. Quiere Javier Duarte que el gobernador, los secretarios de despacho, alcaldes y síndicos ya no cuenten con esa inmunidad, que sí sean objeto de acción penal, que no haya necesidad de retirarles el fuero constitucional en prolongados juicios en el Congreso de Veracruz. Quiere que se acabe el fuero cuando él haya dejado el cargo, no antes. Quiere que se legisle y que el próximo gobernador se enfrente a la justicia a secas. Traducción: que no tenga fuero Miguel Ángel Yunes Linares, si es que el panista gana la próxima elección, o Juan Bueno Torio, también azul, o los Yunes rojos, Pepe y Héctor, pues todos prometen que una vez en el cargo se la van a aplicar a la pandilla infernal de Javier Duarte. Envía la iniciativa de ley el gordobés para que le próximo gobernador le mida a lo que le tire, que por cada acción contra el duartismo y el fidelismo, enfrente denuncias y acusaciones de la Fiscalía General, vía “Culín”, alias Luis Ángel Bravo Contreras, le endilgará a quien pretenda someterlo a la acción de la justicia. Otra de las suciedades legaloides de Javier Duarte… Con un alias como el de Paco Grasa a poco se puede aspirar. Aún así, Francisco Valencia García se presta al juego sórdido de Javier Duarte, su hasta ayer patrón formal, para abortar la alianza PAN-PRD en Veracruz. Renuncia a la dirección de la Comisión de Aguas del Estado de Veracruz, no en un acto protocolario, con sucesor designado, no con bombo y platillo, sino mediante una carta en la que dice nada y si acaso lo rescatable es que exprese que “es mi obligación moral y legal separarme de cualquier encargo público para poder seguir este proyecto”. Paco Grasa, sedicente perredista que sirve al PRI, fue quien operó la compra de alcaldes y dirigentes del PRD para sabotear la alianza con el PAN, en 2013. En pago se le dio la Secretaría de Comunicaciones, hoy de Infraestructura y Obras Públicas del gobierno de Veracruz, y más tarde, ávido de estar donde hubiera recursos, no deuda, pasó a la CAEV, donde no resuelve pero sí llena los bolsillos. Deja la CAEV para intentar sabotear de nuevo la alianza PAN-PRD, servil al PRI, con la línea del gobernador perredista de Michoacán, Silvano Aureoles, más peñista que los priistas, y del senador Miguel Barbosa, coordinador del partido del sol azteca en la Cámara Alta, que así se quiere granjear los favores de Peña Nieto a cambio de la gubernatura de Puebla. Si la alianza PAN-PRD descarrila, si el PRI se queda con Veracruz, Peña Nieto crearía las condiciones para que el pseudoizquierdoso Miguel Barbosa ganara la elección en su entidad. Paco Valencia carece de todo, de tribu que lo soporte en el PRD, de prestigio e imagen, así presuma que con todo y sus 200 kilos a cuestas ya tiene la cinturita de Beto Mijangos, el abogado que lo divorció y en pago lo nombró asesor. ¿Que hace negocios con los priistas? Que le pregunten al ex alcalde de Boca del Río, Salvador Manzur Díaz, socio en Vinissimo, el restaurant más caro de Veracruz, el protagonista del episodio llamado Ladrones de Elecciones. Una pregunta: si Paco Grasa, alias Paco Valencia, alias Francisco Valencia, pretende contender por la gubernatura de Veracruz “apoyado por la izquierda”, ¿por qué invierte en propiedades en Querétaro y Miichoacán?… Que no es. Que Carlos Jiménez Olán, el cafre, no es Carlos Jiménez Olán. Y que no labora en el DIF sino en el IMSS. Ajá. Ensangrentado, el chofer de la Explorer termina su desbocada carrera contra una vivienda en la colonia Petrolera, en la esquina de Sinaloa y Chihuahua, y en su intento de fuga conduce en reversa, sobre Chihuahua, y se estrella contra otra vivienda y una clínica odontológica. Detenido por elementos del Mando Único Policial, dice ser Carlos Jiménez Olán. Se le identifica como chofer del director del DIF de Coatzacoalcos, Jesús Moreno Delgado, y horas después hay un desmentido. Pero Carlos Jiménez Olán aparece en fotografías en redes sociales con el alcalde Joaquín Caballero Rosiñol, Jesús Moreno; la presidenta del DIF, Cristina Cházaro; el líder del PRI local, Luis Rafael Anaya Mortera; el delegado de Sedesol federal en Veracruz, Marcelo Montiel Montiel; el director de Egresos, Javier Anaya Ruiz; el ex síndico Roberto Chagra Nacif, y su hermano, el regidor, José Antonio. En una gráfica viste una camisa del Instituto Veracruzano para la Educación de los Adultos; en otra, aparece en un evento de la Cruzada Nacional contra el Hambre, de la Sedesol federal. ¿Es marcelista el citado cafre, pillado en atrabancada carrera que terminó con una lujosa camioneta que hoy es pérdida total? Sí. Una versión sostiene que fue a Veracruz al informe de Pepe Yunes y de allá regresó a seguir la fiesta que terminó en borrachazo…

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 Foto: Sociedad 3.0

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