Héctor Yunes y Carolina Gudiño, dos moscas en la sopa de la oposición

Vaya que el horno no está para bollos y le meten más temperatura –y más escoria– al proyecto de Pepe Yunes por recuperar Veracruz para los veracruzanos  

Dos emisarios del régimen rapaz, Héctor Yunes y Carolina Gudiño, sembrando minas en el camino de la desvencijada oposición.

Héctor –“mi jefe político es Javier Duarte”– va seguro, gane o pierda Pepe Yunes Zorrilla la gubernatura de Veracruz, hacia el Congreso. Será diputado local por ocupar la primera posición en la lista plurinominal del PRI.

Carolina, la joya del fidelismo, alcaldesa de Veracruz puerto, dolor de cabeza del yunismo azul, figura en la posición 4 de la lista de representación proporcional priista.

Una más, Ana Rosa Valdés Salazar, esposa del líder estatal del PRI, Adolfo “Fofo” Ramírez Arana, cuya única virtud es la ambición fuera de toda proporción, es la candidata a diputada local pluri, en la posición 2.

Amalgamaron, pues, la ruindad con el oportunismo.

Se amafiaron la voracidad con la codicia.

Se mimetizaron el cinismo y las ganas de joder.

Y enviaron el mensaje de que para que nada cambie hay que simular.

Héctor Yunes Landa, quien hizo todo para impedir que Pepe Yunes Zorrilla fuera candidato del Partido Revolucionario Institucional al gobierno de Veracruz, es un tigre de papel, una bala sin pólvora, un vendedor de ilusiones.

Si no es con dinero público, Héctor Yunes no sabe hacer política. La nómina es su delirio. Es un parásito político, una rémora, el insecto aferrado a su presa, succionando los recursos, incrustado en las instituciones, brincando y saltando del gobierno fidelista al duartista, de Congreso de Veracruz al Senado, y de ahí a la Cámara de Diputados y de nuevo a la Legislatura jarocha.

Carolina Gudiño Corro fue figura estelar con Fidel Herrera Beltrán, la ahijada predilecta del oriundo de Nopaltepec, diputada local con poder cuasitotal y alcaldesa de Veracruz cuando el yunismo azul y el panismo del puerto suponían que en las mesas de votación podían reventar al Tío Fide.

Ana Rosa Valdés es el retrato del arribismo, la treta, el enjuague y la ambición. Urdió con el “Fofo” Ramírez Arana un cacicazgo en Paso de Ovejas donde ambos fueron alcaldes, sucediéndose el poder, intentando ser diputados al mismo tiempo hasta que la sensatez los paró y fraguando marrullerías para reventar a sus rivales y a todo aquel que se opusiera a los delirios de “La China”, como se le suele llamar.

Tres impresentables serán diputados pluris por el PRI. Es el regreso del fidelismo y el duartismo, el lobo con piel de oveja, la oferta de la mal llamada oposición.

Vaya que el horno no está para bollos y le meten más temperatura –y más escoria– al proyecto de Pepe Yunes por recuperar Veracruz para los veracruzanos.

En Zacatecas vuelven a respirar.

 

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