“No más mentiras”, le reclaman al alcalde de Agua Dulce en su informe

Noé Castillo habla de justicia social y deja en el olvido obras hidráulicas que eviten daños cuando se desborda el río Agua Dulcita

Le gritan, lo asedian, lo increpan. Así, antes que el presichairo les imponga un cerco con guaruras, las mujeres centran su reclamo en el informe con que Noé Castillo se afana por marear y mantener dormidos a los gobernados.

Asedian las mujeres y se hacen oír. “No más mentiras —le sueltan—. No más mentiras”.

Y Agua Dulce, las víctimas de la negligencia oficial, le reclama. Cada vez que llueve, el río crece y las casas, sus casas, se van a pique.

Noche de odios, la del 15 de diciembre. Se plantan los inconformes, en su mayoría mujeres, con sus cartulinas en mano y las mantas desplegadas, punzando al edil, cuestionando qué hace por Agua Dulce, el municipio más al sur de Veracruz, el que colinda, junto con Las Choapas, con Tabasco.

“Exigimos una clara rendición de cuentas”, se leía en una de las mantas. “Noé Castillo, traidor del pueblo de Agua Dulce; exigimos tu renuncia”.

Y en otra:

“Agua Dulce, no estás solo; tus verdaderos hijos hidrómilos lucharemos por ti; por un Agua Dulce próspero; la avenida Ferrocarril exige solución inmediata al río Agua Dulcita, ya que nuestro patrimonio está en riesgo y nuestra vida están en riesgo”.

Otra mujer dirige su mensaje al presidente Andrés Manuel López Obrador:

“Usted dijo que todo el apoyo para Agua Dulce. Somos sus paisanos. Estamos perdiendo todo. Estamos desesperados. El río se esta comiendo nuestros terrenos y al presidente de Agua Dulce le está valiendo. Esta dando un informe lleno de mentiras. Agua Dulce está peor que nunca. Voltee a ver a sus paisanos”.

Son 22 colonias “pero muchos no vienen por miedo”, apuntan.

Noche de odios pues al intentar avanzar hacia el estrado, una veintena de “guarros” les cierra el paso. Y se arma la discusión.

Y pueden ser damas, y ser ciudadanos con derecho a la protesta, y ser el pueblo bueno y sabio, como suele decir y repetir Andrés Manuel en su cotidiano ejercicio de agarratontos, pero no les permiten ir más allá.

Y ahí, a ras de calle, las mujeres invocan su derecho. Argumentan. Y a punto están de jalonar a los policías del alcalde Castillo Olvera que esa noche visten de civil y que las enfrentan cerrando el paso.  se plantan esperando la reacción, el golpe, la embestida violenta, que a la mera hora ni los “guarros” se atreven a asestar.

Allá, bajo reflectores, el presidente municipal enumera logros, obras, acciones, lo que distinguió a su segundo año de gobierno. El profe intenta vestir su informe con traje de luces.

Y se tira al piso con Rocío Nahle, con el gobernador Cuitláhuac García y otros miembros de la recua guinda, presumiendo récord en obras públicas y presume y vocifera que ha logrado desarrollo con justicia social.

Así, con justicia social.

No dice, por supuesto, que su hijo Noé Castillo Gamboa, provocó un accidente que dejó cuadrapléjico a un trabajador petrolero. Y consumada la fechoría, el junior que apenas se podía mantener en pie, fue dejado ir. Eso no es justicia social, ni justicia legal. Es complicidad.

O la nula obra hidráulica, razón por la que la creciente del río Agua Dulcita crece e inunda casas, que es la razón de la protesta.

Y si el presichairo de Agua Dulce no aborda un tema toral, las mujeres sí lo dicen.

Noé Castillo es un chairo redomado. Resultó más zalamero que Sergio Guzmán Ricárdez, su antecesor, también de Morena, que no escatima lisonjas a la inminente precandidata al gobierno de Veracruz, Norma Rocío Nahle García, con tal de seguir medrando al amparo del poder.

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