No lo cesaron por sus excesos. No se fue por el episodio del narco enmascarado que irrumpió en el palacio municipal buscando a Samuel, ni por las ínfulas de vicealcalde que se daba
Samuel se fue de la Secretaría del Ayuntamiento por un berrinche de Rocío Nahle.
Fue un cese fulminante, fraguado y detonado en la cueva de Nahle, con su corte al lado, iracunda y arrebatada, como suele ser.
Ahí se expuso la traición de Samuel Ordaz Ortega, cuyo pecado fue facilitar permisos, tener mano izquierda, no poner obstáculos a los eventos políticos del diputado Gutierritos —Sergio Gutiérrez Luna— en el Salón Premier, en la congregación de Villa Allende y en las colonias de Coatzacoalcos.
Indignada por el agravio —la marquesa ya desvaría—, Rocío Nahle García no tardó en bufar. Llamó a sus pigmeos, convocó al alcalde Amado Cruz Malpica y decidió que Samuel Ordaz se tenía que ir.
No lo echaron por sus excesos. No se fue el episodio del narco enmascarado que irrumpió en el palacio municipal buscando a Samuel para que devolviera el sobre amarillo tras la cancelación del rodeo que habría de celebrarse en el campo Francisco H. Santos. No se fue por las ínfulas de vicealcalde que se daba, sembrando de recomendados de la guardia marcelista todo el ayuntamiento, atestando de amigos y empleados la nómina municipal, incluso mandando literalmente al diablo a los enviados del alcalde Amado Cruz Malpica que debían tratar con él.