Ni Cheva, ni Tania, ni Pintos. Rocío Nahle quiere a su compadre, Arturo Quintanilla Hayek, en la alcaldía de Coatzacoalcos.
El tiempo de las rémoras llega a su fin.
A Eusebia Cortés le dio en demasía: una regiduría donde fue un cero a la izquierda; una diputación donde el gobernador la acusó de chantajista; la presidencia de la Comisión de Corredor Interoceánico, del que no sabe ni la o por lo redondo.
Tania Cruz Santos se pulió, creció, tuvo un desempeño relevante y llegó al cenit con la presidencia de la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados, pero hasta ahí.
De Miguel Pintos lo único que se recuerda fue el acta falsificada con la que despojaron a Ember Ballinas de las canchas de futbol rápido para robarse el pedazo de predio que faltaba al ayuntamiento encabezado por el morenista Víctor Manuel Carranza Rosaldo para que Pemex bajara los recursos en el Parque Miguel Hidalgo, y aquella barbajanada de disponer la cremación de cadáveres sin consentimiento de los familiares cuando comenzaba la pandemia de covid; un asunto de desaparición forzada.
A los tres, Nahle ya les dio. Ahora va su compa, Arturo Quintanilla, un empresario al que le entregará el municipio de Coatzacoalcos, su presupuesto, los negocios que se construyen al amparo del poder, la economía subterránea, los proyectos que se vinculan con la industria y concretamente con la petroquímica, que es el delirio y obsesión de la zacatecana, y si los astros se le alinean, hasta que la basura de Coatzacoalcos sea enviada a la planta de tratamiento del Clan Quintanilla en Chinameca, así termine siendo una sangría para el erario por el traslado de los residuos y el desgaste brutal que sufrirán las unidades de limpia pública.
Arturo Quintanilla, el compa favorito, será alcalde sólo si Rocío Nahle, en 2025, ya es gobernadora de Veracruz, si triunfa por el efecto López Obrador. Porque el efecto Cuitláhuac es hasta para perder la vergüenza; para sufrir el voto de castigo de un pueblo que ve a un rufián y su pandilla criminal robando y abusando, persiguiendo y encarcelando adversarios políticos, jueces, periodistas, defensores de derechos humanos, manteniéndolos tras las rejas con delitos inventados.
Si Rocío Nahle logra ganar la gubernatura de Veracruz, que se ve imposible, el compadre Arturo Quintanilla tendrá en la alcaldía de Coatzacoalcos un jugoso botín, pero también años de persecución cuando Morena sea echado del poder.