* Conexión narca en Sinaloa * Coordinarse con los narcos sin personeros, decía Rocha Moya * La captura que sacude al obradorismo * Cogobernar con el narco * Amparo al Güero Bringas * Corredor Interoceánico tendrá que indemnizar
De la mano del Mayo y del Chapo y de Ovidio y de Rocha Moya, yendo a Badiraguato, y pregonando que con “abrazos, no balazos” se aplaca al narco, Andrés Manuel se labró un lugar en la historia. Será recordado como el narcopresidente.
A siete semanas del final, un narco pesado, Ismael “El Mayo” Zambada, lo desnuda. Lo desolla revelando que un gobernador morenista, el de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, amigo de López Obrador, tiene la mala costumbre de sentarse a pactar.
Y “El Mayo”, que se sabe perdido, describe el hilo conductor entre el poder obradorista y el poder criminal. O son lo mismo. Uno, el Cártel de Sinaloa, opera votos, secuestra y ejecuta candidatos, y el otro, López Obrador, le garantiza impunidad. Pero son lo mismo.
Engañado, emboscado, sometido, secuestrado, trepado en un avión privado, llevado a Santa Teresa, Nuevo México, entregado al FBI y confinado en una prisión, “El Mayo” hizo lo que un capo traicionado suele hacer: lanzar lodo a ver si el Peje de palacio puede resistir.
Una delación bastó. Rubén Rocha Moya, el narcogobernador de Sinaloa, suele dialogar, hablar sin intermediarios o personeros con él y con los líderes del Cártel de Sinaloa.
Y Rocha Moya, que es cínico y algo más, mastica el sapo pero no lo puede tragar.
Y no ha de olvidar Rocha Moya lo que le soltó al periodista Carlos Loret de Mola: “los contactos se hacen de personeros del gobierno con el narcotráfico, con los delincuentes”.
Y fue más allá:
“En ese sentido de coordinarse, hay que diseñar una política de Estado. Que no sean los personeros del Gobierno sino que sea una política de Estado que se respete y que se reflejen las leyes”.
O el “no nos hagamos pendejos” que le dijo al columnista de El Universal, Salvador García Soto. “Yo fui y hablé con ellos. Los conozco porque soy de Badiraguato. Y yo fui a pedirles su apoyo”.
Y se coordinó tan bien que ahora Rocha Moya cogobierna con El Mayo y los Chapitos en Sinaloa.
Aquel día, “El Mayo” fue a un encuentro con Joaquín Guzmán López, hijo del Chapo Guzmán, ex líder del cártel; con Rocha Moya y Héctor Melesio Cuén Ojeda, diputado federal electo y ex rector de la Universidad de Sinaloa.
Aquel día, según la carta que desnuda la relación Morena-Cártel de Sinaloa, “El Mayo” mediaría entre Rocha Moya y Cúen Ojeda, trabados, supuestamente, en la designación del nuevo rector de la Universidad de Sinaloa.
Dice “El Mayo” que llegó al rancho La Huerta –o Huertita–. Llevaba cuatro escoltas. Dos fueron retenidos afuera del sitio del encuentro. Ingresó con sólo dos, uno de ellos el comandante de la Policía Judicial de Sinaloa, José Rosario López Heras.
Saludó a Cuén Ojeda, quien se hacía acompañar por otra persona. Observó a gran cantidad de empistolados vestidos de verde. Ingresó a la vivienda. Vio a Joaquín Guzmán López, quien con un ademán lo hizo pasar a una habitación oscura.
En cuanto lo hizo, fue sometido por varios individuos. No volvió a saber de sus escoltas, quienes desde entonces se hallan en calidad de desaparecidos. Quizá estén muertos.
Subido en una camioneta, fue trasladado al sitio en que un avión particular se lo llevó. La versión de Riva Palacio, casi idéntica a la del “Mayo” Zambada, menciona que la aeronave aterrizó en el aeropuerto de Hermosillo, Sonora, tomó pista y volvió a despegar. No pasó por Migración, como es de rigor, pero en la documentación consta que sí. Las aeronaves de hélice que no cumplen con ese requisito, al ingresar a territorio norteamericano, generan una alarma, un rastreo especial y si lo amerita, las derriban.
Riva Palacio revela la participación de agentes norteamericanos en el operativo contra el capo: “El Mayo, que siempre se manejaba con un bajo perfil, llegó con cuatro escoltas que lo esperaban afuera del cuarto donde entró, y que fueron sorprendidos por un comando estadounidense de seis elementos que los eliminó”.
La carta del Mayo Zambada es explosiva. Es un misil que impacta en el seno de Morena, del obradorismo, en Palacio Nacional.
“El Mayo” se mantuvo en perfil bajo, sin incursiones a prisión, sin la exposición pública que sí tuvo El Chapo Guzmán… hasta que cayó en la trampa de Rocha Moya y El Chapito Guzmán López. Y entonces los contragolpeó.
La carta es letal. Expone una relación directa, sin personeros, Rocha Moya y los narcos; una mediación política, el poder político a expensas del poder narco y la jerarquía del Mayo Zambada frente al gobernador emanado de Morena, sumiso ante los criminales.
La respuesta de Rocha Moya es una negativa endeble, sin fuerza, sin sustento. Cuenta que no acudió a la reunión porque esa mañana viajó a Los Ángeles, California, en el avión que le prestó su amigo Jesús Vizcarra, propietario de la empresa Su-Karne, a quien se le vincula de tiempo atrás con “El Mayo” Zambada.
“Lo engañaron”, dice hoy Rocha Moya al ver el tamaño del incendio en que se consume. Pero su coartada es frágil, se ajusta al patrón que siguen los mafiosos cuando traicionan o cuando ordenan una ejecución. Dejan la instrucción y se alejan del lugar del crimen.
Rocha Moya se hunde y hunde a López Obrador. Sus nexos con el narco los narran periodistas locales, la prensa nacional y detonan en medios internacionales.
Rocha Moya es un narcogobernador. Sólo, se ha incriminado. Ha citado los hilos que lo unen a los capos del Cártel de Sinaloa. Y en los hechos, cogobierna con sus líderes. Peor aún, Morena ganó la elección estatal y el proceso federal de 2021 mediante un narcooperativo donde fue secuestrado casi un millar de operadores electorales, candidatos y representantes de casilla de oposición horas antes de la jornada electoral. Los hechos fueron denunciados. Los órganos electorales congelaron los expedientes. El PRIANRD los llevó a la Organización de Estados Americanos donde aún se ventilan.
Rocha Moya es la punta del hilo. Es la figura visible del pacto Morena-Cártel de Sinaloa. Es la bisagra del obradorismo y el narco, en tierra del Chapo y del Mayo.
De atizar esa relación se ha encargado Andrés Manuel: la liberación de Ovidio Guzmán; el saludo a la mamá del Chapo; las cinco visitas a Badiraguato, cuna del Chapo y de Rocha Moya; la pavimentación de carreteras en el Triángulo Dorado, la ruta del narco. Y ahora la defensa del gobernador sinaloense, un peón del grupo criminal.
La carta del “Mayo” es la respuesta a una traición, a las divagaciones del Peje, al silencio oficial, a la incertidumbre del presidente, los palos de ciego, la desesperación.
No resultó tan lindo el fin de sexenio. De la mano del Mayo, del Chapo, de Ovidio, de Rocha Moya, López Obrador labró un pedestal en la historia.
Quiso ser narcopresidente y lo logró.
METADATO
En el Corredor Interoceánico, el Güero Bringas vuelve a ganar. Un juez federal le concede amparo por la afectación de las tierras de la Sucesión Bringas, unas 300 hectáreas que se agenció el proyecto obradorista luego de cancelar el título de concesión que detentaba Ferrosur, de Grupo México, del empresario Germán Larrea. El 24 de julio pasado se emitió la sentencia del juez sexto de Distrito, con sede en Boca del Río, Vicente Salazar López, con el que le concede la razón jurídica a Raúl Bringas Burelo. Son 300 hectáreas por las que el afectado venía exigiendo pago de indemnización por el uso de sus tierras, en las que se asentaron vías férreas e instalaciones. La respuesta del gobierno obradorista fue negarle el derecho y declarar “sin materia” la exigencia de indemnización por haber sido modificado el decreto sobre el que el Güero Bringas fundamentó su reclamo. El juez federal determinó que al no haberle cubierto la indemnización, ya fuera sobre el decreto de concesión en favor de Ferrosur y el posterior con el que el Corredor Interoceánico se apoderó de esas tierras y realiza el transporte de mercancía y de pasajeros actualmente, le vulneró el derecho a recibir el pago por la afectación de su propiedad privada. Y al Güero Bringas aún le queda cuerda para otros reclamos más…
Fotos: Línea Directa, Vanguardia, Sol de Salamanca