Ya entró en crisis Rocío Nahle. Bateada por la Suprema Corte, anulada la Ley Nahle, monta un show de risa: el gobernador en su mesa, que vean que tiene residencia en Coatzacoalcos, que vean que no es una advenediza ni una trepadora ruin. Pero sí lo es.
Pobre Rocío. Si supiera lo que está por venir. Si supiera que el fracaso de la Ley Nahle es pecatta minuta ante otras trastadas. Si supiera que Dos Bocas es su verdadero catalizador, el desastre, la trampa, la corrupción.
Aún no comienza el juego y ya se le enredan los pies. Y se le aloca la lengua. Y se le cruzan las ideas y ni Dios AMLO la puede socorrer.
Seis meses le duró su “ciudadanía veracruzana”, desde aquel 2 de agosto de 2022 cuando el Congreso de Veracruz, la mayoría morenista y sus satélites, incluidos tres diputados panistas, avalaron la reforma legal —a la postre ilegal— que concedió que ciudadanos oriundos de otros estados, no descendientes de padres veracruzanos, pudieran ser categorizados como “nativos” de Veracruz con sólo tener hijos nacidos en territorio jarocho.
Nahle encargó la trastada a un malandro de su pelo, Juan Javier Gómez Cazarín, líder de Morena en el Congreso de Veracruz, de historial maloliente, un rufián de cuyo cuello cuelga un rosario de pilladas, antes de ser diputado y ya en funciones; de la estirpe de los vendedores de autos en la Volkswagen de Coatzacoalcos que terminaron sumido en un escándalo por fraude y del que apenas si la pudo librar, y ahora llenándose las talegas de millones que producen sus negocios en alcaldías, intimidando presidentes municipales que no quieren bronca con el Congreso estatal.
Gómez Cazarín, alias El Carón o El Guasón, es un cero a la izquierda, bruto de marras en la confección de leyes, a menudo bateadas en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, pero si de torcer la Constitución se trata, es rapaz. Su treta tendría recompensa. Por meterle la daga a la Constitución, lo menos sería un premio en el eventual gobierno de la oriunda de Zacatecas: director de pantanos o coordinador de lodazales. Tiene con qué.
Seis meses anduvo la secretaria de Energía degustando la pillada, aplicando aquello de que “la ley es mi ley”, imaginándose gobernadora, retratándose en su perfil obsesivo, demencialmente ambicioso, el pensamiento retorcido de quien no se detiene hasta crear un ordenamiento legal, la reforma al artículo 11 de la Constitución de Veracruz, para allanarse el camino al gobierno estatal.
Y de un porrazo, el 31 de enero, la Suprema Corte de Justicia de la Nación la regresó a la realidad.
Al artículo 11, fracción III, ocho de los 11 ministros le suprimieron la sandez de que son veracruzanos “las o los mexicanos nacidos fuera del territorio del estado, con hijos veracruzanos o con una residencia efectiva de cinco años en territorio veracruzano”.
Lo de los hijos veracruzanos simplemente valió.
Y todo volvió a la normalidad.
La inmoralidad de la zacatecana es de grandes ligas. Usó a sus hijas como argumento legal. Primero, en 2016, esgrimió ante el Órgano Público Local Electoral de Veracruz que demandaba su condición de veracruzana por el sólo hecho de que sus hijas y esposo, el célebre Pepe Peña, el terror del Amaranto, nacieron en suelo jarocho.
Pretendía ser “ciudadana veracruzana para votar y ser votada para el cargo de gobernadora del Estado de Veracruz”.
El OPLE no le dijo ni sí ni no. Entonces acudió al Tribunal Electoral de Veracruz y ahí resolvieron que debía ser el OPLE el que determinara si Rocío Nahle era derechosa a la condición de “ciudadana veracruzana”. Ya no le movió más.
Consumó el atraco el 2 de agosto de 2022. Y el caso se remitió a la Suprema Corte donde los supremos ministros acabaron con el sueño de la zacatecana de ostentarse como nativa de Veracruz. En la Corte no le sirvió la bajeza de usar el argumento de las hijas jarochas.
Si los gatos tienen siete vidas, Rocío Nahle tiene siete tretas. No bien se emitía la resolución, aplicó su Plan B. De inmediato subió a las redes sociales un alegato de consolación: “Como ‘Senadora de la República por Veracruz’ y ‘Secretaria de Energía’ del Gobierno de México, estoy para servir a todos los mexicanos y a este movimiento de la #4T.
“Con satisfacción y orgullo informo que tengo 36 años de residencia en Coatzacoalcos, Veracruz, donde he formado una familia y tengo mi hogar”.
Y en otra parte se engalla al estilo Nahle:
“Ahora el absurdo en la crítica; si me muevo para trabajar, si salgo a comprar al mercado, si mi casa es mi casa, si pago el recibo de la Luz, si los vecinos me vieron…, y cuanta ocurrencia.
Y cuatro fotos: en la cocina de la mansión, preparando el café, con las hijas jarochas, con las amigas, con Cuitláhuac, en el malecón.
Luego llevaría a su humilde mansión a Cuitláhuac García y le invitó un “desayuno veracruzano”.
Acá, en Veracruz, el clamor es de escándalo: si Nahle es capaz de aporrear la Constitución local, el día que sea gobernadora no dudará en atropellar los derechos de los veracruzanos.
Ser zacatecana sí es un escollo. Rocío Nahle lo sabe. El localismo cuenta y hay una proclama en que se resume todo: Veracruz para los veracruzanos.
Salvo Patricio Chirinos Calero, que nació en San Luis Potosí y tenía dos actas de nacimiento, una de Tamuín y otra de Pánuco, ningún otro gobernador de Veracruz ha sido nativo de otra entidad.
Nahle intenta una ruptura. Morena es el ariete. No acredita condición de “nativa” de Veracruz pero aplica su Plan B, la residencia efectiva.
La residencia efectiva se acredita. No se pierde cuando se desempeña un cargo de elección popular o comisión oficial, dice la Constitución General de la República.
Nahle fue diputada federal por Coatzacoalcos, de 2015 a 2018. Luego candidata al Senado, en 2018, para después pedir licencia y asumir como secretaria de Energía en el gobierno federal.
Hay voces que insisten en que perdió la residencia efectiva por su labor en la Secretaría de Energía y, sobre todo, la encomienda de construir la refinería Olmeca, en Dos Bocas. Falso. El cargo en Sener es “comisión oficial” y no por ello se pierde la continuidad de la residencia en Veracruz.
Tampoco es residente en Villahermosa, Tabasco, desde donde coordina los trabajos de la refinería Olmeca. Es “comisión oficial”. No deja de tener residencia efectiva en Coatzacoalcos, Veracruz.
Nahle habrá de terminar en los tribunales cuando se oficialice su candidatura al gobierno de Veracruz. Si le concede el registro el OPLE, la oposición impugnará en los tribunales. Si le niega el registro el OPLE, Morena acudirá a la justicia electoral.
Pero ahí puede ganar: si la oposición no tumba la candidatura, Nahle emergerá con mayor fuerza.
Sólo unos cuantos en la dupla PRI-PAN advierten la fragilidad de Rocío Nahle. Se le puede derrotar por cargar una buena cuota de negativos.
Su único reducto es el sur de Veracruz y ahí no hay un sólo proyecto macro del gobierno federal. El abandono es total. Prevalece la extorsión y la violencia. Hasta la Policía es atacada con bombas molotov. Se fugan capitales. Balean comercios. Cierran negocios. Huyen los empresarios y las inversiones no llegan. Y Nahle en la Luna.
Coatzacoalcos, su feudo, es un caos. La disputa de corrientes morenistas, los espacios de poder, el pleito por las obras y manoseo de contratos, estancaron al municipio. No hay peor enemigo de Morena que los morenistas. Y los seguidores de Rocío Nahle son un cáncer aparte.
Nahle tiene otro dilema. ¿Tenía o no facultades para construir la refinería Olmeca en Dos Bocas? Se arma un expediente para llevar a los tribunales la presunta violación a la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal.
Pobre Rocío. Si supiera lo que está por venir. Si supiera que el fracaso de la Ley Nahle es pecatta minuta ante otras ilegalidades. Si supiera que el dilema no es acreditar residencia efectiva. Su carta de presentación es Dos Bocas, y es un fracaso total.
Entró en crisis y ella sabe por qué.
Foto: NBC Diario